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Domingo 03 de febrero de 2013

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Cultural El Duende

EL MÚSICO QUE LLEVAMOS DENTRO

Inicios del jazz en Bolivia, una aproximación histórica inusual

03 feb 2013

Fuente: LA PATRIA

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En nuestra vida cotidiana la expresión -reproducir música- tiene una connotación bien específica, a saber, se trata de utilizar un reproductor de música. Sea un mp3, un tocadiscos, o inclusive aun, una computadora, son los aparatos tecnológicos donde se reproduce la música. Sin embargo, reflexionando un poco sobre las palabras mismas que componen esa breve expresión (reproducir música) es posible extender nuestra mirada hasta ver su significado en una nueva dimensión. Quizá siguiendo un poco a Heidegger o Derrida en la forma cómo estos filósofos ponen un fuerte énfasis en el lenguaje, lo que los lleva a ensayar especulaciones debeladoras respecto de lo que pueden representar las palabras (que refiriéndose a cosas muy diferentes en el contexto de su utilización, pueden también decirnos mucho sobre un mismo fenómeno, si se les presta debida atención a las relaciones latentes entre sus significados y referentes). Pienso por ejemplo en que -reproducir música- puede referir también al proceso de reproducción cultural de la música, y esto no es nada descabellado, en realidad creo que ambos significados siempre estuvieron presentes aunque son desplegados a distintos niveles de la conciencia; la reproducción cultural de la música en la actualidad es una función muy obvia e internalizada de la acción de reproducir música en un mp3; a veces sin embargo, descubrir esos sentidos subyacentes, y que hemos relegado a un segundo plano de nuestra conciencia, deben considerarse nuevamente en tanto nos informan del proceso histórico y cultural que atravesamos.

Continuando en esta línea de reflexión, casi inmediatamente nos encontramos frente a la constatación lógica de que gran parte de la reproducción cultural de la música, depende hoy en día de las posibilidades que nos brinda la tecnología electrónica de la comunicación, desde la circulación hasta la reproducción propiamente entendida como lo hicimos al iniciar este texto, la tecnología es un espacio de socialización de la producción musical muy importante en el mundo contemporáneo, y ya desde sus inicios se trata de un fenómeno transformador de la forma en que la música se va a concebir en la sociedad. Los medios tecnológicos modernos abren un espacio de convocatoria masiva a oyentes (o consumidores del arte musical) que no podían llegar a las salas de concierto, pensemos por ejemplo en la experiencia de la radio en nuestro país, que ya en 1933, a partir de emisoras pioneras como Radio Illimani, es que se puede hablar de la introducción de nuestra sociedad a las formas de reproducción cultural dependientes de la tecnología electrónica, éste no es un hecho menor, ya que se trata de una forma de reproducción cultural significativamente propia de la modernidad. Por un lado la experiencia resultante del contacto con las emisoras radiales, permite en su momento difundir un tipo de producción musical boliviana como símbolo de identificación del proyecto nacional que se estaba formulando en el periodo anterior a la revolución del 52; por otro lado, así como se socializa una tradición musical propia (la música nacional), la tecnología de la comunicación nos permite participar del incipiente proceso globalizador de la modernidad, es decir a partir de entonces se puede entrar en contacto con otras tradiciones musicales, sin necesidad de que vengan los propios músicos a interpretar su arte en una restringida sala de concierto.

De ese modo llega el jazz a nuestro país, ya que el jazz como todas las vanguardias artísticas del siglo XX, le deben su emergencia al proceso mundial de la modernidad. Según nos lo ha relatado en diversos espacios de difusión, Jonnhy Gonzales el precursor del género en Bolivia, habría entablado el vínculo con esa música de latitudes lejanas en el espacio pero cercanas en el tiempo, a partir de los registros musicales que llegaban en discos de vinilo para ser “reproducidos”, esto le permitió conocer el jazz y apropiarse de su lenguaje musical para convertirse luego en el primer jazzista boliviano. Años después, Gonzales grabará “Los tres pilares del jazz boliviano”, un álbum extenso que marca el inicio de la producción jazzsística en Bolivia a nivel discográfico, pero que nos parece más importante en un sentido diferente, ya que se trata de un fenómeno notable respecto a los procesos culturales. El jazz es un lenguaje artístico, cuando los músicos bolivianos lo aprendieron, lo hicieron suyo, es decir, el jazz como expresión cultural, no podía ser simplemente cosificada y tomada en calidad de préstamo, el jazz es un arte del mundo moderno, que trasciende las fronteras de su origen histórico, y es incuestionablemente propiedad del artista que lo produce, en el caso de la grabación de 1968 de Gonzales y su cuarteto, tenemos a un gran ejemplo, donde se escucha la matriz be-bop legada por el mismo Bird, pero creativamente planteada alrededor de melodías e instrumentos andinos, lo que nos permite apreciar la primera producción de este tipo de música en Bolivia, pero al mismo tiempo, la apropiación que nuestra música hace de los lenguajes artísticos contemporáneos.

De repente las distancias espaciales se empiezan a reducir, y la proximidad temporal prevalece. De repente en Bolivia a finales del 60 se ha producido un primer disco de jazz, pero ese disco es parte de una vanguardia floreciente en el mundo, que luego será denominada por la crítica especializada como “jazz fusión”. De repente, la reproducción de la cultura en el mundo moderno tiene ese efecto globalizante, y aunque no nos es tan evidente, es un proceso del que participamos todos de manera activa.

Gabriel Salinas

Fuente: LA PATRIA
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