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Domingo 03 de febrero de 2013

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Cultural El Duende

Virgen del Socavón

03 feb 2013

Fuente: LA PATRIA

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En el aspecto devocional, a la ciudad de Oruro se la relaciona con la Virgen del Socavón, un fresco que fue pintado en la pared de una capilla antes de la fundación de la villa en 1606. La imagen representa la Advocación de Nuestra Señora de la Candelaria y no es precisamente la Patrona Espiritual de la ciudad. La Patrona oficial es Nuestra Señora de la Asunción.

Dentro el calendario litúrgico de la Iglesia Católica, el día señalado para conmemorar a Nuestra Señora de la Candelaria es el 2 de febrero. Según la tradición judía, se celebra la presentación de Cristo hombre en el templo y la purificación de la madre de Dios. Es cuando el mundo conoce la luz que guiará a la humanidad hacia el Eterno.

Socavón se refiere a las bocaminas y galerías que están alrededor del templo. Algunos, con bastante probabilidad, trabajados desde tiempos pre coloniales por manos indígenas que extraían el precioso metal argentífero. La plata era apreciada por la población nativa para producir objetos rituales dentro sus costumbres de entender la naturaleza y sus fenómenos. Los adornos personales no les eran desconocidos y las ofrendas también podían estar destinadas a sus autoridades ancestrales. Con la llegada de los castellanos y otros españoles, las bocaminas se multiplicaron. Desde fines del siglo XVI hasta finales del siglo XX y a la fecha, aun existen socavones en explotación cerca del templo de Nuestra Señora del Socavón.

Estos parajes del cerro Pie de Gallo donde se encuentra la sagrada imagen de la madre de Cristo y los otros cerros que forman una pequeña cadena, dieron fortunas y también pobreza a sus permanentes y casuales habitantes. La historia de Oruro ha estado ligada casi siempre a los trabajos mineros.

La población católica citadina, especialmente en su estrato popular, se identifica con la Mamita del Socavón. La siente como a una madre. Hasta mediados del siglo XX, la capilla del cerro Pie de Gallo era visitada por el pueblo para pedirle alguna gracia o presentarle alguna queja. La Mamita del Socavón no favorece con fortunas ni bienes de gran valor; según la tradición, sus hijos le piden “salud, un techo donde vivir y armonía familiar”.

La capilla donde es venerada la Virgen se encuentra fuera de la ciudad, de la llamada mancha urbana. Que un templo Católico esté en la ladera de un cerro, no es novedoso. Tampoco que los devotos sean del sector más desposeído de la urbe. Lo novedoso fue que los artesanos sean sus devotos teniendo un santo patrono particular. Que los mineros se hayan hecho sus fieles era natural, la imagen de la madre de Cristo se hallaba en el lugar de su fuente de trabajo, no así la de los artesanos que vivían y trabajaban en la villa. Los más estaban afiliados a una cofradía y, por lo tanto, tenían su fiesta propia. Éstos, conocidos como cholos, fueron sus más fervientes devotos. Para agradar a la Sagrada Imagen, sus ofrendas fueron las candelas o cirios y los cargamentos y arcos de plata labrada, los muebles para el templo y sobre todo la danza y la música. Desbordante alegría para festejarla festejándose.

Los cholos de Oruro se vistieron de diablos, de negros, de viajeros, de animales, de guerreros y, con diferentes denominaciones, detrás de sus caretas y antifaces bailaron para agradar a la Estrella de la Mañana, nominación con que también se conoce a la Virgen del Socavón.

Pasaron los años y los siglos, en la fiesta del Socavón los días del carnaval no hay castas ni exclusividad para nadie, no existen forasteros ni extranjeros, todos son hijos de la Mamita del Socavón. Es la fiesta más democrática del país. El que quiere bailar para la Madre de Dios, solo tiene que traer fe en su corazón y sinceridad en su espíritu.

La devoción más consecuente y familiar ha sido de las madres y esposas de los orureños. El día y la hora que estaba abierta la puerta de la capilla del Cerro Pie de Gallo, se acercaban al altar donde se encontraba la Mamita del Socavón, para pedirle una gracia pero, sobre todo para contarle los problemas y las necesidades de su hogar. Es cierto que en el pasado, también le reprochaban por no haberlas escuchado o no haber dado consuelo a su alma atribulada.

La Virgen del Socavón es la Estrella de la Mañana, la promesa de un día mejor. Estrella que nos guía en la vida espiritual y material. Los pueblos de todas las latitudes denominan como estrella al planeta Venus. En la fiesta de la Virgen del Socavón el rito se inicia con el “Alba”, el saludo de los trasnochadores y madrugadores al “Ururi” o “Ch’aska” en lenguas aimara y quechua respectivamente. Es al planeta Venus que están saludando por estar la “K’atachilla” (Cruz del Sur) en su forma vertical, ese día aproximadamente a las 5,00 a.m.

“Estrella de la mañana – Ruega por nosotros”. En la hora de las oraciones, así se inician las letanías. El mestizo pueblo de Oruro recuerda que “Ururi” es promesa de luz, es el advenimiento de un nuevo día. La “estrella”, en ese lechoso amanecer, es guía para conocer el tiempo de iniciar las labores cotidianas con espíritu renovado.

La Virgen del Socavón recibe de parte del pueblo un canto de despedida en lengua quechua, que también se canta a la Virgen de Copacabana pero, en esa población, se habla el idioma aimara. Este cántico confirma que somos sus hijos y que a ella nos debemos. La letra en quechua dice: “Bendiciunta churaykuway/ wasillayman ripunaypaj/ qan mamayta yuyarispa/ jik’un jik’un waqanaypaj” [Dame tu bendición/ para poder(me) ir a mi casa/ y recordando a ti madre/ jik jik pueda llorar].

Quienes cantan con dolor son sus devotos-danzantes, porque terminó la ofrenda ritual, hecho con sacrificio corporal y con la economía familiar. Después de tres días de fiesta, y antes de la “kacharpaya” (despedir la fiesta), con el canto le dicen “hasta el próximo primer convite”. Los danzantes se despiden de rodillas, como el primer día, porque llegó el momento de ya no ser el hijo privilegiado y de integrarse a la vida cotidiana del resto de los mortales.

Tradicionalmente se la ha llamado Virgen del Socavón, Mamita del Socavón, Estrella de la Mañana, sin embargo, en estos últimos años, personas ajenas a la cultura orureña y con fuerte arraigo rural paceño, han venido a llamarla como la “mama Candila”, en un castellano mal pronunciado. Sin embargo, su feligresía desde antes, fundamentalmente mestiza citadina, si alguna vez la nombró como Candelaria, era para decirle “Mamá Candicha”.

Los devotos del área rural del departamento de Oruro y otros vecinos, permanentemente se han referido a esta imagen de veneración como “Socavón Mama” (Señora del Socavón). El hombre y la mujer del campo, quizá con mayor insistencia que el citadino, la ve como a su madre celestial. No es desconocido para ellos que el día de la Virgen de la Candelaria es el 2 de febrero, en esa fecha sus autoridades originarias le llevan la primera cosecha agrícola del año para ser bendecida. El 14 de septiembre, antes de ir a la fiesta del “Tata Lagunas”, su primera visita era al templo del Socavón. En enero, las autoridades rurales, por tradición llevan sus varas de mando para ser bendecidos en el templo de Nuestra Señora del Socavón.

Los sacerdotes que predicaban el evangelio de Dios tales como los Agustinos, trajeron la devoción hacia la Virgen María madre de Dios. Una de las advocaciones más populares fue de Nuestra Señora de la Candelaria. Es así que en el área rural principalmente de la provincia Cercado de Oruro, encontramos más de una imagen de la Candelaria en el mismo templo. Los devotos de la Virgen María hacen la diferencia y no confunden unas con otras. Para la mente popular rural, ellas son hermanas. La Virgen de la Candelaria está encima de una luna creciente, con el niño Jesús en el brazo, en la mano derecha lleva un cirio y colgado del brazo un cesto con los pichones de paloma. La imagen de la Virgen de Copacabana se diferencia por llevar además, su vestimenta similar a la de los padres agustinos, incluido el escapulario. En tanto, la Virgen del Socavón no tiene la cesta, su manto es celestial, las coronas de madre e hijo son de emperador. No existe posibilidad de confundirlas, mirándolas con ojos del pueblo.

La K’acha Moza está, cualitativamente, lejos de esa íntima expresión del pueblo citadino y del rural de “Mamita del Socavón”.

Para evitar confusión, aclarar que en Oruro tenemos un templo de la Virgen de la Candelaria en Iroco. Se habla de otro que hubo en la Ranchería. La Virgen de Copacabana era venerada en la Colorada.

Después de muchas investigaciones no se ha establecido una relación histórica del fresco. No obstante, hace veinte años atrás, hipotéticamente, se propone una explicación razonable: los sacerdotes de la orden de San Agustín, Albaceas de Lorenzo de Aldana, para su ganadería vacuna tenían un ahijadero en lo que hoy es la parte antigua de la villa de Oruro y que estaba al cuidado de mestizos y nativos. Este personal no podía quedar sin apoyo espiritual por lo que podría haberse construido la pequeña capilla en una parte alta del lugar, teniendo como imagen central a San Miguel Arcángel, por entonces, Patrono de España. En una pared lateral debió ser pintada el fresco dedicado a Nuestra Señora de la Candelaria. Precisamente por ello, esta comarca, desde 1595, antes de fundarse la villa, primero se llamó Asiento de Minas de San Miguel de Oruro.

El retablo de la capilla con vista a la salida del sol era norma para las construcciones religiosas, tomando en cuenta que España y parte de Europa han tenido gran influencia moral en esta parte del continente americano. La capilla debía estar con vista al Este, al ahijadero.

Con la fundación de la Villa de San Felipe de Austria, los padres agustinos pierden tuición en el ahijadero y sus construcciones. Las viviendas edificadas por los mineros (patrones y obreros) cerca de las bocaminas y la capilla, se abandonan para ir a poblar la nueva urbe. Pasado un tiempo, esta última se convierte en refugio de un mendigo conocido como el “Chiru-Chiru” quien muere apaleado a mediados del siglo XVII. Su cadáver es encontrado en el predio abandonado a los pies de la Virgen de la Candelaria. Con ese motivo se inicia la devoción popular, podríamos decir, clandestina.

Pasado el tiempo, entre los devotos de la Virgen del Socavón, según el R. P. Emeterio Villarroel, está Anselmo Belarmino, ladrón conocido como el “Nina Nina”. Anselmo fue herido por Sebastián Choqueamo, padre de su enamorada Lorenza, el sábado víspera del carnaval de 1789. Se dice que milagrosamente fue socorrido por la Virgen de la Candelaria del Socavón y llevado al hospital donde, aparte de ser curadas sus heridas, se confesó con el cura párroco Carlos Borromeo Mantilla, para morir en gracia de Dios. Al año siguiente se habría iniciado la fiesta a la Virgen de la Candelaria del Socavón y remodelado la capilla con el altar principal a los pies de la sagrada imagen Madre de Dios. Es por eso que la madre Cristo está de frente al cerro.

Entre los miles y miles de devotos de la Virgen del Socavón hay quienes destacan pero han quedado en el olvido. En nuestra juventud conocimos a un señor que repartía unas palomillas impresas con cantos de alabanza para la sagrada imagen, el poeta y escritor don José de la Cruz Rivas, conocido como “el Místico”. Devoto a carta cabal. Hay quienes se acuerdan de él, no así las nuevas generaciones.

Los devotos danzantes de la Virgen del Socavón, se cuentan por miles, los más de esta ciudad, otros venidos de diferentes regiones del país. Algunos solo quieren “vivir su carnaval” y no se puede negar ese hecho, pero a la hora de la verdad, todos llegan de rodillas a los pies de la Madre de Dios.

Estanislao Aquino Aramayo

Miembro del Comité Departamental

de Etnografía y Folklore.

Fuente: LA PATRIA
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