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Domingo 03 de febrero de 2013

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Revista Dominical

Parte de la historia de la Diablada Artística Urus

Los “Chantas” (Primera parte)

03 feb 2013

Fuente: LA PATRIA

Su característica a partir del 90 fue motivar a la entidad del buzo celeste

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Las estrellas de la noche resplandecen con todo su fulgor en el cielo orureño, las bandas de música hacen escuchar el bom, bom, bom de los bombos que a lo lejos se percibe, el ritmo característico de la diablada.Mientras que a pocos pasos se vislumbra humos de colores celeste y blanco, petardos, cohetillos, juegos pirotécnicos y una sensación extraña invade los corazones del público que se prepara con serpentina y mixtura para recibir a la Diablada Artística Urus que realiza su paso en el Carnaval de Oruro, para llegar hasta los pies de la Virgen del Socavón. Con el paso dinámico, salto a salto, se combinan los trajes multicolores de los diablos, que con la luz de la luna y las luces de neón de las calles iluminadas, causan un brillo majestuoso. Los diablos que representan la ira, descargan toda su furia con gritos infernales.La gente en las calles baila y canta sus canciones, los aplausos se escuchan y se mezclan con el sonido de las espuelas de los diablos, mezclándose al unísono, como música para el alma. Es la Diablada Artística Urus, el tesoro del Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, que rinde su homenaje de amor y fe a la Virgen del Socavón, que espera a sus fieles para darles su bendición.Es así la Corte Infernal celeste que se apodera de las calles para hacer su peregrinación y que a lo largo de su vida, tiene una historia que reflejar desde la fundación de la Diablada Artística Urus, el 30 de marzo de 1960.

De acuerdo a los datos que se conoce la Diablada Artística Urus nació con 200 integrantes, y el bloque de diablos con dos filas, una blanca y una celeste.

Entre la década del 60 al 70, los guías de la diablada era gente antigua y no eran movibles, además que el que era “macho” subía de puesto, porque siempre había una pelea y hay hasta ahora, pero con la diferencia que antes se agarraban a puñetes.

El ingreso de los danzarines a la institución era en otrora, directamente al bloque de los diablos y como mínimo hacer un año de danza, y no como ocurre hoy en día, cuando los danzarines nuevos escogen el bloque que quieren. Asimismo, el diablo que terminaba de ser guía, pasaba a formar parte del bloque de los luciferes o capas.

Según el relato del danzarín Rolando Escalera, el guía de los diablos celestes era don Casto Navía y seguían, Justino Bernal (P’uti), Ramiro Molina (Chacho), Willy Céspedes, Rodríguez de origen huanuneño y Rolando Escalera (Barbas); mientras que en la fila blanca el guía fue don Hugo Camargo, y seguían el hermano del huanuneño, seguía Carlos Céspedes, Jorge Céspedes, Carlos Martínez, Luis Carpio. El ángel era Carlos Navía, quien duró en el puesto casi hasta el inicio de la década del 90.

Entre la década del 60 al 70, ningún danzarín quería hacerse cargo de la institución, se tenía sólo un responsable que era Ernesto “Negro” Vergara y los ensayos se realizaban en las calles Pagador y Montesinos.

En el año 84, don Hugo Camargo fue el responsable de la diablada; el 85 estuvo a cargo del Cnl. Víctor Ugarte, quien llevaba la banda de la Policía Departamental para los ensayos que se realizaban en el Colegio Juan Misael Saracho y apenas seis personas participaban de dicha actividad.

Uno de los fundadores de la institución, Rosendo Nina, siempre trabajó de manera desinteresada por la institución, y pese a los momentos malos que atravesaba la diablada, nunca la abandonó. Por eso los diablos le decidieron decir “tío” por la colaboración que realizaba.

En esa época don Casto Navia, salvó a la diablada cuando era gerente del Banco Popular del Perú y las veladas se desarrollaban en su domicilio, hasta financió la participación de algunos danzarines para que no muera la Diablada Urus. Asimismo, ayudaba y motivaba a los jóvenes de la época para que participen en la entidad.

El 87 la diablada ingresó en una decadencia absoluta, que incluso estuvo a un paso de levantar las manos, debido al factor económico y a la falta de elemento humano que engrose las filas de la diablada.

“Los músicos eran más que nosotros”, dijo el “Barbas”.

Algunos fundadores en el concepto de los danzarines relativamente nuevos, en esa época se avergonzaban de su diablada, incluso se cambiaron de conjunto folklórico. Pero, el pequeño grupo de diablos que no pasaban de las 15 personas, decidieron mantener el propósito firme de quedarse en la diablada del buzo celeste.

“Cuando entrábamos en el recorrido en esa época, la gente nos miraba como lo peor, nos decían pobres diablos; esta diablada debe desaparecer; nos decían por ejemplo, estos son el aborto de los ‘Quintachos’. La misma ropa era muy descuidada, no era uniforme”, recordó el “Barbas”, junto al grupo de diablos con el que estaba rodeado, como don Félix Villegas, Juan Céspedes y otros.

Fuente: LA PATRIA
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