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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 De la Representación Nacional y sus escaños - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
En las memorias que ha dado a luz D. Eduardo Diez de Medina con el título “De un Siglo al Otro. Memorias de un Hombre Público”, haciendo notar la morfología del Parlamento boliviano en ciertos momentos de la vida nacional, escribe:
“Es del caso rememorar un interesante diálogo que Carlos Aramayo Alcérreca, escritor de inquirir profundo, pone en labios de dos lúcidas mentalidades de esa época: Daniel Sánchez Bustamante y Bautista Saavedra. Pregunta el primero a Saavedra:
-¿Cómo satisfacer las esperanzas de los ciudadanos que creen en el parlamentarismo?
-El parlamentarismo requiere una raza viril que sienta vibrar en el fondo de sus tradiciones nacionales la palpitación de una vida libre. ¿Qué derechos clama nuestro pueblo si nunca ha habido en Bolivia democracia? ¿Acaso son una mentira los acontecimientos históricos desde la fundación de la República?
-Pero no es posible que el pueblo quede a merced de las intolerancias gubernativas.
-Los ingleses jamás han pedido al gobierno garantías para cada elección. Ellos hacen uso de su derecho y si el soberano trata de obstruir o negarlo, entonces toman el camino de la lucha armada. Ese es un pueblo que puede ser gobernado democráticamente; pero el nuestro… Bah! Salga usted a la calle, Sánchez Bustamante, y dígame si el pueblo tiene conciencia de sus libertades. Lo único que sabe hacer bien el pueblo boliviano es seguir a sus caudillos.
-¿Es usted, entonces, partidario de la dictadura?
-Lo soy; porque es indudable que una democracia no puede vivir de caridades o mercedes. La democracia reside en la fuerza misma de la nación: si esta fuerza no existe, no hay para qué discutir sobre el significado de las palabras. La base fundamental del régimen parlamentario está en la libertad de un pueblo, en su autonomía completa para constituir sus representantes y sus mandatarios. Donde el pueblo no tiene la independencia necesaria, no hay y no puede haber régimen parlamentario.
-Estamos de acuerdo en que la raíz del parlamentarismo está en la autonomía electoral de los ciudadanos, pero ese derecho puede ser garantido por el gobierno, impidiéndose que sea deformado, corrompido, obstruído por sistemas más o menos violentos o artificiosos.
-Desgraciadamente las prácticas de nuestra política nos prohíben esa magnanimidad, pues sería inmediatamente aprovechada por los enemigos que asechan el poder como si fuera la razón de su existencia. La verdad, después de todo, es que el parlamentarismo sólo puede implantarse en un pueblo evolucionado, pero no en nuestras masas, sumidas en hondas miserias intelectuales, morales y económicas. El régimen parlamentario descansa no sólo en la libertad de sufragio, sino también en la capacidad electiva del pueblo. El parlamento brota de las entrañas del pueblo; en él nace, se desenvuelve y por él sólo vive. Si en Bolivia el pueblo no ha demostrado en luchas constantes su vitalidad ni ha sabido defender soberanamente sus libertades, no puede existir régimen parlamentario.”
En verdad que algunos tópicos del diálogo merecen ser tomados en cuenta. Este es el caso de la capacidad electiva del pueblo para darse una Representación Nacional capaz de cumplir con su mandato histórico. Empero para ello debe el pueblo educarse en la disciplina de las virtudes ciudadanas. Desde que lo rige el co-estar, inexorable es que al momento de elegir a sus representantes, tenga una base para guiarse. Y, como decía Saavedra en el platónico diálogo, tener libertad para elegir o sea no manejarse, como ahora sucede, por consignas superficiales, fútiles; en verdad, por el color.
Hoy que se comenta en torno a la redistribución de escaños, fuerza es preconizar que, antes de esas nimiedades, deber es de los asambleístas nacionales, de los ciudadanos, atender primero a la calidad y no a la cantidad de nuestros representantes. Un Poder Legislativo no debe observar, en cuanto a su composición y cuantía de sus miembros, únicamente el crecimiento poblacional que reporte el país. Esta institución tiene su origen en la aristocracia o sea en la legitimidad, en los méritos que cada uno de sus miembros debían poseer para asistir a la Representación. Propónese nuestra institución, como su nombre lo indica, representar a un pueblo, a una nación para hacer buenamente posible su co-estar-en-el-mundo. Entonces tiende a sintetizar. Síntesis y representación de la nación debe ser.
Aún cabe aquí, para establecer un paralelo aleccionador, el caso de los Estados Unidos de América. Siendo su población conforme a datos del Banco Mundial en 2011, de 311.591.917 habitantes, su Cámara de Representantes alberga en el mismo período a 435 miembros y su Senado a 100. Bolivia para apenas un promedio de 10.000.000 de habitantes tiene 130 Diputados y 36 Senadores. Haciendo cálculos, equivalencias a primera vista, sale que si EE.UU. se guiará solamente por su cantidad poblacional para establecer la cuantía de sus escaños como se pretende en Bolivia, tendría cosa de 13.050 miembros en su Cámara de Representantes y 3.000 senadores. El Capitolio con ser grande no alcanzaría para acogerlos. Acaso tendrían que sesionar en un stadium.
Si en China se manejasen como pretenden hacerlo en Bolivia; el país asiático que ostentaba según la misma fuente, en 2011, una población de 1344.130.000 habitantes; su Asamblea Popular Nacional tendría que contar con, ¿cuántos? Más de 50.000 diputados. Y no sé dónde tuvieran que sesionar ni cómo se entenderían.
La Representación Nacional no necesita y no debe, pues, guiarse para su conformación, solamente por la cantidad y el crecimiento poblacional del país. Debe orientarse, sin soslayar el dicho crecimiento poblacional, por la legitimidad de sus miembros y la síntesis que debe ser de una nación. Ya lo vimos, debe tender a representar o sea simplificar comprendiendo lo mejor en su campo, para atender las cuestiones nacionales y la política internacional.
Si debe incrementar escaños en razón del crecimiento poblacional, esto debe hacerse con una planificación prudente, hondamente reflexionada, respetando su esencia de sintetizar. Imposible quitar escaños a unos departamentos para otorgarlos a otros, pues éstos también han crecido en cuanto a población. Aquí volvemos al origen. Urge comprender y hacer comprender la misión histórica, la verdadera misión de la Representación Nacional.
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