Las últimas noticias sobre el abastecimiento de agua a las ciudades de La Paz y más aún El Alto, en conjunto cerca de 2 millones de habitantes, no pueden ser peores ni más inciertas. Para ambos casos menos de la mitad no tendrá agua como se define contemporáneamente, que sea sostenible en cantidad y presión durante el día.
La Autoridad de Agua Potable y Saneamiento, -"Social" dicen- (lo cual convierte en un gallinero la consideración de cuestiones rigurosamente técnicas de administración e ingeniería), está probablemente muy alarmada por el caos amenazante y cumple con su deber a principios de diciembre al anticipar esta alarma, mediante la detección de 16 anomalías, casi todas esenciales para el sostenimiento de los abastecimientos en ambas ciudades. Vemos porqué.
La estación interruptora de presión en Hampaturi en serio riesgo de colapso interrumpiría el servicio a todo el Sur de la ciudad de La Paz -cerca de medio millón de habitantes- lo mismo que la falta de reposición de la tubería siniestrada de Hampaturi a Pampahasi y provisionalmente repuesta por YPFB. A esto por si todavía fuera poco, la alta e incontrolada contaminación en las cuencas de Hampaturi y Milluni pueden causar coincidencia de problemas en el tratamiento del agua que hagan inmanejables los problemas aun con dinero y esfuerzo.
Todo parece ser resultado de la irrupción política y demagógica en los procesos profesionales de planificación que tenían las empresas antecesoras y que aun con defectos pudieron cumplir con sus obligaciones en el pasado.
Casi como en "Crónica de una muerte anunciada", a los anteriores, se añaden los problemas de administración y gerencia ya insoslayables como resultado de la administración "publica y social" que promete Agua Para Todos o que es un derecho, pues y como van las cosas anunciadas por la autoridad, parece terminaran en un derecho para pocos o para nadie. Colapso de los sistemas comerciales de la empresa, demoras burocráticas que van desde la ridiculez de licitaciones públicas para comprar llaves de paso o cañerías, desequipamiento y obsolescencia para un servicio estable y seguro, contratación de los amigotes "sin criterios técnicos y profesionales de contratación", ingobernabilidad e indicios de corrupción, riesgos adicionales por la no dirección jerárquica y reemplazo por personal descalificado, son todos parte del documento analítico que la justificadamente asustada autoridad ha hecho público este mes.
En este proceso hay claros culpables y la opinión en ambas ciudades que son víctimas de la improvisación e ignorancia debiera ya tenerlos identificados solo como buscadores de prebendas y privilegios en el saqueo de las empresas que en el pasado cumplieron con su deber, pero que hoy harán muy difícil la reconstrucción administrativa, financiero-comercial y técnica trasladando los problemas a los gobiernos nacional y municipal que objetivamente, como se ve, tampoco todavía asumen la obligación de construir sistemas administrativos y técnicos para proveer agua potable y alcantarillado que la población demanda en pleno siglo XXI. Los responsables por error u omisión son esta vez, muy visibles.
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