Ya estaba de buen tamaño y ojalá que el acuerdo logrado, por lo menos así se entiende de una última decisión entre autoridades de la Alcaldía y dirigentes de la Asociación de Conjuntos Folklóricos de Oruro (ACFO), sea la última en función a la necesidad de realizar un trabajo conjunto, además del Comité de Etnografía y Folklore para mostrar otro año más la belleza del mayor espectáculo devocional y tradicional del Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
Todos los años se repite a más de las tonadas y versos propios del evento, la ya tradicional cantaleta de que “terminado este Carnaval se iniciará la organización del próximo” y no sucede de ese modo porque como se puede observar se llega a poco más de 15 días del evento para alcanzar un acercamiento objetivo entre los organizadores, que dicho sea de paso siguen con sus posiciones de aumentar el porcentaje de distribución de la recaudación de ciertos rubros, como la venta de metros lineales y asientos que tienen a su cargo la Alcaldía y la ACFO y que en ambos casos muestran el interés de percibir mayores ingresos, mientras tanto se mantiene esa distribución en un 60 % para conjuntos folklóricos y el saldo para la Alcaldía.
Si realmente se pudiera trabajar en la organización del Carnaval inmediatamente que culmine el del año presente se avanzaría de manera práctica en el análisis de los objetivos trazados por los organizadores y el cumplimiento de responsabilidades y metas fijadas, de modo que se establezca con meridiana claridad (y frescura de antecedentes) el real uso de los recursos que perciben los dos entes responsables del evento, porque Etnografía y Folklore, todavía no tiene tajada de la torta carnavalera.
Como se dice comúnmente, el asunto es poniendo y como se trata del uso de gastos públicos generados por el aporte de la población, por asignaciones y/o auspicios, donaciones y otros rubros la cuestión es poner en una mesa de diálogo todos los elementos y documentos que demuestren los gastos, su buen uso y justificación plena de beneficio colectivo, pues el Carnaval no tiene nada de individualidad, la participación ciudadana en todo su contexto es masiva y participativa, por tanto sus efectos financieros, ingresos y egresos deben ser de dominio público.
Un prolijo análisis de situación realmente al concluir un carnaval, permitiría a los protagonistas del evento actuar con mucha propiedad sobre hechos positivos y negativos del acontecimiento, de modo que se busquen mejoras prácticas en todos aquellos prolegómenos que cuando se los deja para su tratamiento a posterioridad ya no tienen el mismo efecto de la inmediatez en su reconocimiento.
La organización y realización del Carnaval de Oruro debe entrar en un tratamiento de orden empresarial, con una administración profesionalmente elaborada, de modo que unos y otros, en realidad todos, puedan desempeñarse sin “miramientos” recuperando lo que realmente les corresponde y en adelante estableciendo un claro y efectivo ingreso a favor de Oruro como Capital del Folklore, como ciudad anfitriona, como escenario natural y único de la Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
Son millones de bolivianos que mueve el Carnaval, son miles de danzarines que participan del acontecimiento y costean su participación, son miles de comerciantes nacionales y locales que se benefician de manera directa, son muchos los orureños que gastan en Carnaval y es tan irrisorio el beneficio global, que todavía sigue en discusión su porcentaje cuando la magnitud del evento nos debería proporcionar una millonada económica con destino al desarrollo local, empezando por fortalecer la magnificencia del mismo hecho, único en el mundo, devocional y tradicional.
Fuente: LA PATRIA
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