Nuestro Presidente ya nos tiene acostumbrados a los prolongados discursos, incluidos los obligados informes de gestión como el último que estuvo cargado de muchas cifras y de manera general con promesas a largo plazo, como los objetivos que deberán cumplirse hasta agosto del 2025.
En el tema de cifras, aunque existen algunas coincidencias, el Vicepresidente inició el acto de la celebración del tercer aniversario del Estado Plurinacionalidad planteando siete polos de desarrollo y el fin del centralismo, mientras que el Primer Mandatario en cuatro horas de un maratónico informe propuso trece pilares, cuyo desarrollo deberá cumplirse hasta el 2025.
El segundo mandatario segmentó el país por regiones y habló de las potencialidades de cada uno de estos sitios privilegiados del país, proyectando además romper el “unicentrismo”, lo que significaría poner fin al centralismo y construir a partir de ese propósito un Estado “comunitario y socialista”, con los siete polos de desarrollo caracterizados por la industrialización de nuestros recursos naturales.
Las metas propuestas por el Presidente coinciden con los fines de comercialización y con el proyecto de industrialización de nuestras materias primas que propuso Álvaro García Linera, lo que simplificaba los propósitos del Gobierno en una tarea que de todos modos mostró un crecimiento en cifras departamentales, aunque se criticó en muchos casos la poca ejecución presupuestaria, particularmente en algunos municipios donde se dijo que “prevaleció la incapacidad de gestión”.
Entre los trece pilares el primero de estos resulta el más importante, pues hasta el año del bicentenario (2025), se espera erradicar la extrema pobreza del país, lo que significaría tener para entonces una población satisfecha con su modo de vida, con las condiciones que imperen en ese tiempo y con los beneficios de una política de verdadero cambio, que en el presente merece ajustes sustanciales para encontrar ese rumbo de orden social que todos esperan.
Lo evidente es que nuestra Nación está favorecida por una serie de medidas que generadas en el ámbito internacional de las finanzas han permitido asegurar una economía “saludable” permisible para lograr un visto bueno de organismos externos y dar vuelta la imagen de insolvencia que antes complicaba las relaciones financieras del país. Hoy las macro cifras son parte de la garantía de bonanza nacional, empero están faltando los instrumentos para que esa riqueza generada con los recursos de los propios bolivianos, sirva a todos de manera práctica y equitativamente distribuida.
Lo que la población esperaba y no sucedió, era conocer determinaciones concretas y acciones contundentes para frenar los casos de corrupción y de extorsión que lamentablemente ensombrecen la otra parte del programa (en ciernes) de gobierno y que debe ampliarse más de un decenio.
Lo último y que también ocupó la atención de observadores es que no se habló de un cambio de timón en la nave del Estado para dejar de lado esa línea de prioridad a la atención de los hechos de política partidaria para dar tiempo, voluntad, capacidad y recursos a los planes que están contemplados en los trece pilares y los siete polos de desarrollo, liquidando el centralismo y apurando la vigencia de las autonomías regionales.
Fuente: LA PATRIA
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