Lo ocurrido en los últimos días, con los acontecimientos emergentes de las declaraciones del señor García Linera, sustentando la aplicación del centralismo democrático en el MAS, pese a que esta autoridad no es parte de dicha organización política, sino que simplemente es aliado, llegando al extremo de invitar- a quienes no estuvieran de acuerdo con aquel sistema – a alejarse del gobierno que, en su concepto, estaría en contraposición a los denominados “librepensadores”.
Es importante referirnos a las promesas instaladas en la modernidad, consistentes en la igualdad, fraternidad y libertad, reconociendo que estas no han llegado a la sociedad en general, porque lamentablemente en el primer caso se observa que aproximadamente el 25% de la población mundial controla alrededor del 78% de la producción de bienes y servicios y consume alrededor del 75% de toda la energía generada. En cuanto a la libertad, se observa permanentemente la violencia y la violación de los derechos humanos, de modo que tampoco la libertad ha llegado, mientras que en relación con la fraternidad y la solidaridad, tampoco ha llegado porque observamos que existe una creciente desconfianza entre los seres humanos y no hemos sido solidarios para vivir en armonía con la naturaleza al generar una crisis ecológica, porque el mundo está perdiendo año tras año su reserva forestal, añadiéndose a ello la sequía y escasez de agua, que son los problemas que a futuro serán lacerantes, particularmente para los países del tercer mundo.
Ahora bien. Efectuada esta pequeña introducción, nos ocuparemos particularmente del paradigma de la dominación, que deviene del modelo de vigilar, corregir y castigar y, que significa nada más ni nada menos que la idea de sumisión, que es parte de un sistema de dependencia colonialista, afirmación que sostenemos para lograr a futuro la emancipación, de modo que se termine con la opresión y la dependencia e ingresemos en una sociedad de la participación y la construcción.
En consecuencia, aquella determinación de exclusión partidaria sostenida por Álvaro García Linera hace que nos encontremos en una suerte de la ilusión de la democracia y de la participación real en tanto la comunidad no es considerada como sujeto, toda vez que con aquella actitud se hace daño a la estructura social y a la percepción de cómo somos vistos como individuos y como colectivo.
La conducta de la diputada Rebeca Delgado, no es sino un alineamiento a una verdadera democracia, ya que esa actitud requiere de estrategias de transparencia y de diálogo político, de modo que no se continúe viviendo en la ilusión de la democracia y la ilusión de la participación. Para que esto no se mantenga en un espejismo, es importante trabajar en la perspectiva de avanzar hacia una sociedad de confianza y dejar atrás la sociedad de la sospecha constante del uno al otro.
Hay que avanzar hacia una sociedad de construcción social, pero entendiendo bien lo que es la teoría de la participación, la teoría del equilibrio y la teoría de la equidad.
Con mayor o menor sensibilidad social y desarrollo del compromiso en las luchas sociales, hemos entendido muchas veces, de modo equivocado, el concepto de la participación social y es ahí donde encontramos mitos que hay que desmitificar. No es participación el decir que en mi comunidad tenemos una tremenda organización social, hay comedores infantiles, grupos de ayuda escolar, centros de salud comunitaria… etc. etc. y concluyen señalando que ahí hay una gran población participativa. Esa no es participación, es organización social, un componente de la participación, aunque se tengan miles de grupos en la sociedad civil, pero eso no es participación, continúa siendo organización social.
Nuestra constitución nos habla de la llamada democracia participativa, lo que significa que nuestra sociedad debe tener intervención en la toma de decisiones cuando se trata de problemas serios que atañen a toda la sociedad, cosa que no ocurre al presente, porque los gobernantes no hacen consultas o plebiscitos, y en sus organizaciones políticas tampoco dejan participar a sus militantes, de modo que continúa siendo una falacia aquello de la democracia participativa que había sido sustituida por el centralismo democrático que es una facultad y competencia solamente de la cúpula partidaria.
En otra nota nos referiremos a la teoría del equilibrio y la teoría de la equidad, para conocimiento de la clase política.
(El ejercicio del poder corrompe y su sometimiento degrada)
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