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Domingo 20 de enero de 2013

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Revista Dominical

Delenda est imperium

20 ene 2013

Fuente: LA PATRIA

Por: Vicente González Aramayo Zuleta - Escritor Nacional e investigador

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La frase delenda est Carthago era la que pronunciaba como una letanía el censor romano Porcio Catón, al finalizar todos sus discursos, inflamando el lado bélico del senado y de los procónsules romanos en el período republicano con el propósito de destruir Cartago, y fue así. Roma, alentada por Catón y otros políticos se echó encima de aquella próspera urbe africana en la tercera Guerra Púnica y la dejó reducida a rescoldos. En el caso del gran imperio de los inkas, ninguno de los licenciosos españoles necesitó emular la frase de Porcio Catón para destruirlo, pero el método fue el mismo: delenda est imperium, el afán ambicioso de conquista y despojo. Según un investigador importante, Pizarro y sus secuaces habían despojado a Atahuallpa, por lo menos el equivalente a 80 millones de dólares y en gratitud le cobró su vida además. Este trabajo es para referirme a algo más de lo que sucedió tras la conquista. Veremos algunos antecedentes.

Sabemos que por largo tiempo el imperio de los inkas estaba formado por tres provincias denominadas Antisuyu, Cuntisuyu y Chinchasuyu, luego y tras una guerra sangrienta, el imperio subyugó a los kollas. Durante el reinado de Pachakutec Inga, Tupaj Inga Yupanaki y Wayna Kapaj Inga, entre 1480 y 1490, y su territorio, denominado en adelante Kollasuyu, fue incorporado al imperio tomando entonces éste, el denominativo de Tawantinsuyu, o, cuatro reinos. La nueva provincia así como las otras tres fueron dotadas de un gobernador que sabia y tenazmente sujetara el poder y administrara las riquezas que fueran allí explotadas. Delegó también a esta provincia a los mitimaes, especie de prefectos, o instructores, en varias ciencias y artes para que difundieran la cultura inka, enseñaran artes y ciencias, y la lengua quichua, de ahí que en regiones que eran enclavamientos aymaras como Potosí, Nor Chichas, Chuquisaca y Cochabamba se hable ahora la lengua quichua. No obstante, aun hoy se puede ver que existen topónimos aymaras. Las palabras de lugares como Chuquiago, (cerca de Tupiza), Umacha, Suipacha, Charaja. Tomatas y Tupiza misma son palabras de la lengua aymara (en esta región no se habla quichua). Wayna Kapaj había designado gobernador y capitán del Kollasuyu a su hermano. Al respecto el historiador Santos Escobar anota: “Gracias a la información que utilizamos se puede afirmar que el Inka Wayna Kapaj nombró a Challko Yupanki como Apu o gobernador del Kollasuyu, y que según Ramos Gavilán, Challko Yupanki era hijo de Apu Inka Sujsu.”(1). El asiento de la gobernación fue Copacabana y el mismo autor sostiene que el nombrado gobernador fue por la necesidad de conservar la panaka (estirpe de familia) de Wirakocha y porque el padre de Challko Yupanki Apu Inka Sujsu fue sacerdote. Más adelante el mismo Roberto Santos Escobar escribe: “La hábil política desplegada por Wayna Kapaj radica precisamente en este nombramiento, ya que el Kollasuyu, al igual que los tres restantes suyos conformaban un cuadro multiétnico. Un importantísimo dato sobre los señoríos que integraban el Kollasuyu nos proporciona la información que utilizamos. Apu Challko Yupanki gobernaba sobre los Omasuyo, Orkosuyu, Chucuito, Pakajes, Carangas, Paria, Charcas y Copiapó. Todos estos señoríos o reinos tenían en común el idioma aymara, pero políticamente mantenían profundas diferencias y rivalidades. Conviene complementar que W. Espinoza (1981) ha dado a conocer acerca de la organización sociopolítica del reino aymara Quillacas-Asanaque, cuyo hábitat estaba ubicado en la altiplanicie orureña; asimismo T. Saignes (1985) da a conocer la existencia de un señorío Kallawaya, ubicado en los contrafuertes de la Cordillera de La Paz, en su sector norte, quienes tenían como idioma el pukina”. (2)

Como estos reinos fueron sometidos por el imperio incaico, el gobernador tenía que haber conquistado a estos kollas sus afectos con gran carácter y voluntad templada, capacidad, y sobre todo habilidad para mantener la paz, el equilibrio y la seguridad de todo el imperio que se concentraba en el Cuzco, con cuya política no comulgaban los aymaras.

Wayna Kapaj era padre de muchos hijos en diferentes concubinas, pero Atahuallpa, Waskar y Ninan Kuyochi eran preferidos y de estirpe; éste último, poco conocido tercer hijo fue nombrado curiosamente heredero del imperio, por su padre, en su lecho de muerte, cuando debía ser Waskar. Wayna Kapaj murió en 1525, igual que Ninan Kuyochi, atacados por la viruela, peste traída por los españoles. Estas muertes trajeron una descomposición social y política entre los herederos, y desataron la guerra entre Waskar y Atahuallpa. Los españoles entraron en el imperio en 1532, Atahuallpa fue ejecutado en 1533. Ahora, mi propósito es referirme a lo acontecido tras las conquista del gran imperio: ¡la caída del Awankay!... Atahuallpa, poco antes de que rodearan su cuello con la soga del garrote y volcando su vista al antawara, (crespúsculo rojo como sangre que se veía en el poniente), le había dicho a Pizarro que la sangre de los españoles correrá como el celaje rojo que se miraba en el cielo.

Así fue. En efecto, tras la muerte del emperador, se desató el desorden, la confusión y el caos en el Perú. La sangre de los diez mil indios que fueron masacrados en la plaza de Cajamarca y la del Inka parecía correr por los surcos de aquella tierra y los conquistadores se miraban como fieras, empuñando con una mano su puñal y con la otra la bolsa de oro. El capellán del clero, el mentecato Vicente Valverde, instigador de la matanza en Cajamarca, satisfecho a medias por haber sido sólo ejecutado en garrote y no incinerado vivo el emperador, como quería, muy a pesar suyo tuvo que conformarse, pero también él sostenía en ambas manos la cruz, y en la boca, no de perro ni de lobo, sino de hombre infame la calumnia y la orden de asesinar. Los hombres del incario se hallaban atónitos y desorientados, no sabían qué actitud asumir, ahora se trataba de supervivencia. Debían huir y esconderse, por esta razón surgieron incluso indios colaboracionistas de los conquistadores.

El investigador Roberto Santos Escobar, en su estudio importante escribe lo siguiente: “La disputa entre Waskar y Atahuallpa había provocado la división de la nobleza inkaica con el triunfo de este último, en el Cuzco y efectuó la matanza de los descendientes de Tupaj Inka Yupanki y Wayna Kapaj, partidarios de Waskar. Entre éstos Manko Inka pudo huir a la ceja de selva y Paullu Yupaj, al Collao, donde se hizo reconocer como Inka. Después de estos sucesos en el Cuzco fueron coronados, en primer lugar Tupaj Wallpa, que fue asesinado en medio de las contradicciones entre los descendientes de los inkas, luego Manko Inka, en 1533. Este último, tras sortear numerosas dificultades logró huir a Willkapampa (Vilcabamba), por la persecución de los españoles; en cambio, Paullu Tupaj y otros nobles colaboraron a los conquistadores”. (3)

Siguió la guerra en Willkapampa. Donde se produjo gran resistencia de los inkas contra los conquistadores, quienes fueron implacables- Diego de Almagro, quizá más siniestro que Pizarro, pero igualmente angurriento de riquezas creyó oír la noticia de que hacia el sur, del reino de Chile había grandes riquezas aún intactas, esperaban a un audaz como el tuerto, decidió organizar una expedición. Para tal efecto había conseguido el apoyo nada menos que de Apu Challco Yupanki, gobernador del Kollasuyu, de colaborar a Almagro en su expedición hacia el sur. Era un inmenso riesgo y una escabrosa aventura. Roberto Santos Escobar, ya referido dice: “Cuando Diego de Almagro bordeaba la banda occidental del lago Titikaka, en Copacabana le aguardaba el gobernador del Kollasuyu Apu Challco Yupanki, donde posiblemente celebró una reunión con Almagro, Wilak Umu, Paullu Tupaj y otros nobles, sin duda debieron planear la forma en que debía continuar la expedición hacia Chile”. (4)

La expedición de Almagro a Chile fue un sonoro fracaso. Además ocasionar el sacrificio de la mayor parte de la gente que fue, los remanentes era un puñado asqueroso de andrajosos famélicos, con ojos de buitre. Poco después fue asesinado el gobernador Apu Challco Yupanki, pero sin otro motivo como no fuera el de haber colaborado con Almagro. Sin embargo, es cierto lo que algunos historiadores sostienen, que esa malograda expedición de Almagro abrió la ruta al conquistador Pedro de Valdivia en su expedición y conquista de Chile, quien después de fundar Santiago, fue muerto por los araucanos, valerosos naturales de aquella región, a los que no pudieron someter totalmente los inkas.

Algunos inkas de honor prefirieron huir o sumarse a la lucha contra los españoles; otros, subrepticiamente ubicaban a los españoles, que ya convivían con los inkas y los asesinaban, es así, como cuenta el historiador peruano Ricardo Palma que el medio hermano de Atahuallpa, Tito Atauchi tomó vivo al escribano Sancho de Cuellar, pérfido personaje que apoyó al cura Valverde a quemar al Inka. Y lo inmoló en la misma silla del garrote en la que fue ejecutado Atahuallpa- (5). La resistencia de los inkas fue por cuarenta años, duró hasta 1572, en que fue ajusticiado -si cabe el término- el inka Felipe Tupaj Amaru, por los españoles. La guerra civil de los ambiciosos peninsulares duró hasta ese mismo tiempo también y fue pacificado el Perú por el enviado de nombre La Gasca.

Hasta entonces se había cumplido el pronóstico de Atahuallpa en el cadalso y frente al antawara. De la cúpula de conquistadores cayeron varios españoles, bajo el filo del puñal de la ambición. Almagro fue ejecutado por Hernando y Gonzalo Pizarro; Francisco Pizarro fue asesinado en su palacio, en Lima por el hijo de Diego de Almagro, y más tarde fueron ejecutados otros, como Carbajal y Gonzalo Pizarro.

Así fue destruido un imperio tan prominente y civilizado, semejante a Roma, con ventajas frente a otros países incluso de mayor antigüedad en el mundo, imperio donde no se conocía la propiedad privada ni la moneda, que son los embriones del poder, de la maldad y del crimen. Su organización le daba la fisonomía de imperio socialista como sostiene Baudin porque todos tenían comida y todos trabajaban y si así era, qué puede importar que aún no hayan inventado la rueda, ni conocido otras cosas del mundo antiguo. Personalmente dudo que los inkas no hubieran tenido escritura, no se ha probado que así fuera. No obstante Existen algunas investigaciones sobre los tejidos, como su probable escritura. Por lo demás probablemente hubiera tenido un desarrollo cultural dialéctico y de mayores conocimientos, de no haber sido por el crimen de la conquista. Sin embargo era un estado asaz organizado, aventajando en muchos casos a las metrópolis europeas, por lo menos en sus modos de producción.

BIBLIOGRAFÍA:

1), 2) SANTOS ESCOBAR ROBERTO, La contribución de Apu Challco Yupanki, Gobernador del Kollasuyu en la expedición de Diego de Almagro a Copiapó, principio de Chile. (De los documentos del Archivo de la Biblioteca de la Universidad de La Paz). Colección Folletos Bolivianos. Vol, III, No. 24. -

3) URTEAGA HORACIO. El fin de un gran imperio.

4.) SANTOS ESCOBAR ROBERTO. op.cit.

5) PALMA, RICARDO, Tradiciones Peruanas, Ed. Aguilar, Madrid, 1961, pág. 21.

Fuente: LA PATRIA
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