Sábado 19 de enero de 2013
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Un día, el filósofo turco del siglo XIII, Nasrudín Hodja, montó en su burro en sentido contrario al habitual, esto es, mirando hacia la cola.
- ¡Mulá!, - le decía la gente -. ¡Estás montando el burro al revés!
- No, - respondió el sabio -. No estoy montando al revés. ¡Es el burro que mira para el lado equivocado!
Es cierto que uno de los efectos de la globalización es que han querido hacer normal el mirar hacia un puñado de millonarios y de empresas transnacionales, hacia el consumismo como meta y la contaminación como resultado. En lugar de mirar hacia las mujeres en busca de equidad, hacia los pueblos indígenas que desean conservar sus identidades, a los campesinos que defienden sus semillas o a los trabajadores que reclaman los derechos conquistados con tanto esfuerzo.
Si nos dicen que el burro va en la dirección equivocada, nosotros somos responsables de mirar hacia los que padecen marginación, hambre y sed, explotación y desarraigo, enfermedad e incultura.
Al fin y al cabo, si no conseguimos dominar al burro, siempre podremos bajarnos y continuar la lucha a pie descalzo.