"De todos los destierros que se imponen, ya he elegido uno: el destierro de escribir", dice en su libro "VOCERO", don Porfirio Díaz Machicado.
Esa expresión de tan insigne personaje de las letras bolivianas, a quienes, en ese entonces, nos formábamos como periodistas, fue fundamental para consagrar nuestras vidas a la noble carrera de informar.
Hoy, orgullosos de esa tarea en bien de la sociedad, vivimos un nuevo año, ocasión propicia para recordar que el próximo 14 de marzo, el Sindicato de Trabajadores de la Prensa, cumplirá 50 años de existencia.
Honor y gloria a los compañeros que fundaron en 1963 el ente sindical, convencidos de que había la necesidad de aglutinar al gremio para lograr mejores condiciones de vida.
Llegar al cincuentenario cobra mayor relieve, al contar entre los periodistas, al verdadero artífice de ese acontecimiento, el doctor Augusto Dávila Sanabria preclaro hombre que tuvo la sagacidad de conducir el Sindicato hasta lograr que se convierta en un referente válido del acontecer orureño.
En estas cinco décadas, los periodistas orureños fuimos partícipes de hechos y experiencias que sirvieron para consolidar nuestra entidad como órgano representativo del sector, capaz de encausar una línea laboral en provecho de los trabajadores en general.
En todo este tiempo, la unidad de los afiliados permitió al STPO, poder sobrellevar momentos difíciles, cuando en época de las dictaduras militares, se pretendía suplantar a las organizaciones obreras por otras que se pongan al servicio del gobierno de turno.
Jamás bajamos los brazos ante la adversidad, lo cual quedó plasmado en el hecho de haber llevado adelante congresos nacionales de periodistas, cuyas conclusiones sirvieron de base para la reapertura democrática, vigente desde el 10 de octubre de 1982.
También participamos en el fortalecimiento del Comité Cívico, estando siempre inmersos en la lucha por mejores días para el terruño, empeño que no decaerá, porque los periodistas, desde nuestro Sindicato, nos constituimos en pieza clave para exigir el respeto de propios y extraños a este pedazo del girón patrio, porque Oruro, es y seguirá siendo el faro que ilumine el principio de nacionalidad, teniendo como único emblema la tricolor nacional, sagrada bandera del rojo, amarillo y verde, que hoy pretenden sustituirla por otra figura que significa odio, rencor y violencia.
Próximo a recordar 50 años del Sindicato de Trabajadores de la Prensa, desde esta palestra del libre pensamiento, en mi calidad de afiliado y ex Secretario Ejecutivo, reafirmo mi convicción de continuar peleando por la democracia, postulado que nunca debe ser olvidado porque no permitiremos que aquí en Bolivia se instalen dictaduras totalitarias que signifiquen el sometimiento a consignas foráneas que solo buscan hacer de los países sudamericanos, satélites desde donde se impulsen luchas fratricidas destinadas a destruir la democracia.
(*) Es Periodista
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