A una semana de que puedan o no producirse algunos cambios en el gabinete presidencial, se sabe que muchas organizaciones afines al gobierno están evaluando el trabajo de todos los colaboradores del Jefe de Estado.
En realidad se trata de colocar en la balanza comunitaria a cada ministro, hombre o mujer, para establecer si cumplieron sus compromisos, si lo hicieron oportunamente, si conformaron a los sectores sociales, varios de estos últimos que alineados al sistema pesarán con sus opiniones a favor o en contra de los miembros del equipo ministerial. Ahí está el detalle porque además de los “movimientos sociales” hay una serie de importantes organizaciones divergentes con las decisiones o la política oficial, pero cuya calificación al trabajo de los ministros igualmente debería ser tomada en cuenta y con mayor relevancia porque no estará expresada bajo ninguna presión, salvo el compromiso de servicio a la comunidad.
El proceso debería comenzar con una renuncia colectiva de ministros en el curso de la semana, para dar tiempo al Primer Mandatario a revisar la nómina de sus colaboradores, evaluando de manera directa las opiniones de los movimientos sociales y de todas las organizaciones civiles que se atreviesen a calificar la gestión del grupo “asesor” del Gobierno Plurinacional.
Cada ministro a su modo se preocupó de cuidar su gestión, lo primero tratando de cumplir la “agenda política” aprobada en la instancia de los “movimientos sociales”, luego en satisfacer las expectativas del resto de la ciudadanía expresadas a través de los dirigentes de diversas organizaciones laborales, empresariales, cívicas, de servicio y sectores gremiales.
En el enfoque sobre tal evaluación se espera un mínimo análisis del conjunto de opiniones y cada una de las observaciones que fuesen formuladas en función de las responsabilidades cumplidas en la difícil tarea de atender los pedidos de una población más insatisfecha ante algunos desaciertos ministeriales que han generado protestas en lugar de arrancar aplausos.
En algunos casos los ministros actuaron con plena autoridad y lealtad al gobierno, en otras circunstancias añadieron a su tarea cierta independencia en sus decisiones que, bien o mal, no gustaron en ciertos niveles del entorno presidencial. Algunos sectores opinan que ciertos ministros dedicaron la mayor parte de su tiempo al trabajo político partidario y dejaron en los escritorios las soluciones que esperaban los vecinos de muchas comunidades y ciudades.
Para los sectores empresariales y laborales, coincidentemente los ministros no trabajaron en la “articulación de un modelo productivo más dinámico” que fomente la producción de bienes y servicios, incrementando fuentes de empleo y avizorando mejores condiciones salariales.
Si bien la designación, la ratificación o el relevo de ministros es potestad del Primer Mandatario se estima que, con el objeto de no crear susceptibilidades con los sectores sociales, conviene tomar en cuenta las opiniones que sean emitidas en temas tan sensibles como la calificación al trabajo de ministros.
Encasillar el asunto en niveles internos del aparato estatal, valorando tan solo las observaciones o sugerencias de un círculo partidista y excluyendo en el plano analítico otras opiniones en torno al equipo ministerial, sería simplemente negar ese concepto del propio Mandatario que asegura “gobernar escuchando al pueblo”.
Fuente: LA PATRIA
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