Todas, absolutamente todas las ciudades de Bolivia, abusan del uso de bolsas plásticas, en los mercados, supermercados, en el envasado de alimentos sólidos y líquidos; en fin, el uso de las bolsas plásticas de todo grosor y tamaño, es una cómoda manera de usar envases a precio bajísimo. La demanda de estos envases es tan grande que la producción es cada vez mayor, haciendo que los precios de estos productos tóxicos, bajen.
En el mercado, 50 centavos de perejil son vendidos en bolsa plástica; lo mismo que cuarto kilo de carne o una arroba de alimento balanceado para mascotas. Para todo se usan bolsas plásticas, vasos desechables o envases para comida; al igual que botellas desechables que para las empresas embotelladoras, significa un ahorro muy importante; pero, a costa de un medio ambiente sano y limpio y; lo que es peor, a costa de la salud de todos los habitantes.
Por ejemplo, a la entrada de casi todas las ciudades de Bolivia, en lugar de plantas o árboles, se puede ver una cantidad impresionante de bolsas plásticas desechadas, mostrando un panorama desolador.
Nadie toma en cuenta que las botellas de plástico son las más rebeldes a la hora de transformarse. Al aire libre pierden su toxicidad, se fragmentan y se dispersan. Enterradas, duran más. La mayoría está hecha de tereftalato de polietileno (PET), un material duro de degradar: los micro organismos no tienen mecanismos para atacarlos.
Los vasos descartables de polipropileno o de polietileno, contaminan menos que los de unicel. Pero también tardan en transformarse. El plástico queda reducido a moléculas sintéticas; invisibles pero siempre presentes. Y tardan en degradarse, nada menos que mil años. ¡¡ Mil años !!..
En países más avanzados, por lo tanto, más conscientes del peligro que los plásticos representan una amenaza cierta para los seres humanos, para los animales y hasta para las plantas, se ha legislado para evitar el uso indiscriminado de los plásticos y otros desechos tóxicos. Para empezar han prohibido el uso de bolsas de plástico en los comercios y supermercados y los que no tienen otra alternativa en usar estos materiales sintéticos, se les aplicó impuestos altísimos que hace que las industrias, se vean obligadas a prescindir de estos materiales.
Entonces este tema debiera ser incluido en políticas de Estado. Las Alcaldías, las Prefecturas y las instituciones que tienen que ver con el cuidado del medio ambiente, deben tomar cartas en el asunto en procura de evitar daños irreparables a nuestro medio ambiente. Debiera otorgarse un plazo, que puede ser de un año, para que se cambien los envases para la venta de productos, con papel madera o tela; porque mil años, esperando a que desaparezcan los envases de plástico, es mucho tiempo. Por supuesto que ya no veremos los resultados; pero, dejaremos una nefasta herencia para quienes vendrán detrás de nosotros. Les dejaremos un país plastificado.
Por lo menos... esa es mi opinión.
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