Miercoles 09 de enero de 2013
ver hoy
Yo conocí a un profesor cubano que me enseñó a ser padre, pues si bien en la práctica soy mamá y papá para mis hijos, no colmo al 100% el rol del hombre que no habita en casa, y aunque sabiamente completa nomás la familia que la mayoría retrata como - la mamá, el papá y los hijos- en mi caso, no causa de trauma, aunque a veces, causa un poco de dolor que es fríamente controlado y casi siempre asimilando…
Pero volviendo a mi querido amigo profesor cubano: qué hombre bueno y admirablemente positivo. Gladiador, frente a los problemas de la vida, noble como esos sentimientos que dejó palpitantes en su Cuba del alma ya hace algunos años. Esa Cuba lejana que la vi traerla y abrazarla con el humo y el aroma de un habano, mientras hojeaba una vieja revista con fotos de las calles de su país, cual estampas. Son imágenes que se exportan como si Cuba sólo fuera una postal.
Ahí está mi amigo, el profesor cubano, lo imagino viendo que su país tiene arropado a un venezolano que está muriendo: Hugo Chávez.