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Domingo 06 de enero de 2013

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Cultural El Duende

Desde mi rincón

Liturgia Postconciliar (II)

06 ene 2013

Fuente: LA PATRIA

TAMBOR VARGAS

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Antes de que en esta segunda entrega prosiga con la descripción fenomenológica de lo que es la liturgia católica asentada con posterioridad al Concilio Vaticano II, acaso sea aconsejable establecer algunas precisiones.

En primer lugar no pretendo afirmar que en nuestro medio todas las celebraciones estén aquejadas de todos los defectos señalados: sería materialmente imposible. Mucho menos, que lo que sucede entre nosotros también caracteriza las misas de todo el mundo; más bien habría que decir que en cada lugar conocen y sufren sus propias deformaciones; y en cada lugar sufren más de unas y menos de otras, de acuerdo a una serie de factores (exactamente como en Bolivia, donde cabe encontrarse con una gama amplia de situaciones y costumbres).

Sin embargo, los defectos descritos en la entrega anterior forman parte de unas tendencias bastante generales en la Iglesia universal: en el fondo, porque son efecto de unas mismas normas y se han desarrollado bajo el ambiente general de la década que siguió a la clausura del Concilio. Sin embargo, también es verdad que en determinadas regiones del planeta tienen mayor peso unas y en otras, otras. ¿Existe alguna donde estén plenamente libres de ellas? De existir, la ignoro.

* * *

Dedicaré esta entrega a un caso concreto que resulta particularmente elocuente de la situación en que vivimos los católicos. Y es un caso bastante –si no plenamente– universal, pues su verdadero origen y causa procede del mismo gobierno central vaticano.

Se trata nada menos que de la fórmula de la consagración del vino. En la frase pertinente, el Misal tridentino vigente hasta 1964 decía: qui pro vobis et pro multis effundetur. Cuando empezaron a circular las traducciones vernáculas del Misal (seguramente con excepciones o versiones marginalmente divergentes), aquella frase pasó a decir: “que será derramada por vosotros (ustedes) y por todos los hombres”.

En esta traducción debe llamar la atención la adición de ‘los hombres’; pero sobre todo la sustitución del ‘pro multis’ (por muchos) latino por un ‘por todos’ español. La presencia (¿uniforme?) de esta novedad en el texto de las traducciones a las lenguas europeas podría llevar a pensar que la innovación procede ya de la Typica editio vaticana (punto de referencia para cualquier traducción); pero no es así: la primera edición latina vaticana postconciliar del Misal (1970) sigue ateniéndose al tradicional “pro multis”. Naturalmente, lo grave es que se trata de una novedad, que rompe con el multisecular texto litúrgico (cuya última codificación formó parte de la reforma tridentina).

Resulta sumamente indicador del ambiente postconciliar vigente de los años sesenta, que las osadas nuevas traducciones del ‘pro multis’ fueran aceptadas de manera generalizada, con lo que la nueva fórmula de la consagración del vino ha ido manteniéndose durante estas décadas transcurridas. Sin embargo, sería falso afirmar que no se dejaran oír reservas y rechazos del salto, poniendo de manifiesto la falta de fundamentos lingüísticos para la innovación. Quien dé un breve paseo por google bajo el simple registro ‘pro multis’ podrá encontrar varias iluminadoras muestras en inglés y alemán (http://www.catholicculture.org/news features/index.cfm?recnum=47719; http://promultis.blogspot.com/2012/07/pro-vobis-et-pro-multis-effundetur.html; http://www.dersonntag.at/artikel/a3648/).

* * *

Con la llegada del cardenal Ratzinger a la cátedra pontificia (Benedicto XVI) las cosas han comenzado a cambiar. En efecto, ya en 2006 el cardenal Arinze, prefecto de la Congregación para el Culto Divino, envió a todas las Conferencias Episcopales del mundo una Instrucción comunicando que, en un plazo no mayor a dos años, en la fórmula de la consagración debía volverse a traducir el ‘pro multis’ como ‘por muchos’. En abril de 2012 el propio Papa ha dirigido a los obispos alemanes una carta en que urgía al cumplimiento de la instrucción de 2006. Y quien ponga atención a las misas celebradas por el Papa, ya sea en Roma o durante sus viajes por el mundo, podrá comprobar que pronuncia la fórmula ‘pro multis’ / ‘por mu-chos’ (sin embargo, con alguna excepción: en una de las misas celebradas en Cuba, se pudo oír un ‘por todos los hombres’, no se sabe si porque esto decía el misal utilizado o porque el celebrante no atinó a corregirlo de acuerdo a la decisión tomada hace años).

* * *

Este caso se presta a algunas reflexiones:

1) las comisiones encargadas de proporcionar los textos litúrgicos en las lenguas vernáculas, se arrogaron la función, además de traductoras, de intérpretes. Y no a propósito de cualquier texto, sino de uno tan ‘delicado’ como el de la consagración del vino (dando al término ‘multi’ el sentido de ‘todos’ que no tiene aval lingüístico ni en griego ni en latín);

2) su versión sólo resulta aceptable si se adopta la posición teológica de suponer que con la muerte de Jesucristo en la Cruz se iban a salvar todos los hombres: sólo entonces cabría admitir la interpretación de sus palabras en la Última Cena como que su sangre garantizaba la salvación de TODOS los hombres;

3) las comisiones traductoras adoptaron esta interpretación; y al adoptarla en su traducción, impusieron el ‘polloi’ (griego) / ‘multi’ (latín) como ‘todos’;

4) las directrices vaticanas de 2006 han encontrado, por lo visto, suficiente resistencia entre muchas conferencias episcopales como para que quedaran bloqueadas durante años… hasta el día de hoy;

5) y hasta hoy ni la congregación vaticana ni el propio Papa han encontrado la ‘posibilidad’ de zanjar la cuestión con una orden que a partir de cierta fecha se reintrodujera la fórmula tradicional de la consagración del vino;

6) no sólo esto, sino que, al callar y al omitir una acción nítida, toleran una situación (¿insoportable?, ¿curiosa?, ¿chistosa?) todavía peor: la coexistencia de ambas traducciones, creando así perplejidad o dando pábulo a la indiferencia entre los simples fieles. Y no parece que la Conferencia Episcopal Boliviana haya tomado ninguna decisión al respecto.

Porque la situación presente es que cada sacerdote y cada obispo ha tomado su personal decisión: unos han retornado al ‘por muchos’, mientras que otros persisten en el ‘por todos los hombres’ (aunque no faltan quienes abrevian con un simple ‘por todos’; y otros –‘incluyentes’– dicen así: ‘por todos los hombres y mujeres’ o ‘por todos y todas’). En resumen, una verdadera cacofonía, donde parece que cada celebrante ofrece a los fieles su fórmula a la carta.

Tal como andan las cosas, ya podemos predecir que, si un día se logra restaurar la debida traducción del ‘pro multis’, no faltarán celebrantes que digan de su cosecha: “y por muchos y muchas” o “y por muchos hombres y mujeres”. La situación actual merece el calificativo de guirigay absoluto: en Bolivia hay obispos del ‘todos’ y obispos del ‘muchos’. Naturalmente, no digamos ya entre los sacerdotes… Como si no existiera la Instrucción de 2006.

Esta situación de hecho nos sitúa ante algo mucho más grave que el tema particular que tratamos. Lo podemos formular así: ¿cabe interpretar la conducta del gobierno central de la Iglesia como la renuncia a imponer una sola fórmula (fuere la que fuere)? Y si fuere así, ¿no tenemos ahí un caso emblemático del callejón individualista en que nos ha dejado la herencia el post-conciliar del Vaticano II?

Fuente: LA PATRIA
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