Algunas instituciones que debieran ser ejemplo de comportamiento, no siempre logran sus objetivos. Puede ser por una acción premeditada, por omisiones inexplicables; o simplemente, por lograr y proteger intereses subalternos que derivan del Poder, al que nunca pensaron acceder.
La señora Ministra de la cartera de transparencias, está sufriendo una serie de ataques de los opositores del gobierno, como del interior del partido oficialista. Pero, esa situación puede deberse a las actuaciones que tuvo la Ministra que en muchos momentos, apareció inflexible en la lucha contra la corrupción, creando temor y recelo en los propios funcionarios militantes del MAS, que la veían como una de quienes accedieron a ser “servidores públicos”, con la mente puesta en una idea que fue siempre una constante en la política boliviana: el sacar el mayor provecho personal cuando se ejerce el Poder.
En los últimos días, sin embargo, la Ministra que recibe el ataque de varios sectores por su implicación en el caso de la red delincuencial descubierta últimamente, recibió un apoyo directo del presidente Morales, que considera que “la Sra. Suxo recibe amenazas y amedrentamientos por parte de gente corrupta”; mientras fustigaba a la militante del MAS, Presidenta de la Cámara de Diputados, a quién calificó de “infiltrada dentro del proceso” y de “coincidir con la derecha”.
Un ex Ministro de este gobierno, también acusó a la Ministra de Transparencia, de haber protegido a muchos de la red de extorsionadores. Entonces está claro a quién protege el gobierno y a quien trata de descalificar. Esto, hace que los ciudadanos se sientan confundidos para distinguir a quienes son los buenos y quienes los malos.
Ahora que empieza un nuevo año, el gobierno está obligado a lavar su imagen salpicada con manchas de corrupción. Una de las tareas a cumplir será renovar el gabinete ministerial; pero, no sólo cambiando rostros sino actitudes, que tienen, hasta ahora, alta carga de política totalitaria. Es importante rescatar la confianza perdida, porque es un año prelectoral.
Por eso, el anuncio de la Ministra de Transparencia, quien a través de sus parientes más cercanos, hizo saber que dará un paso al costado y que por más que sea ratificada en el cargo, se alejará del entorno ministerial del partido de gobierno, es “mejor regalo de Navidad para su familia”... y para el país. Porque así como actuó con dureza con los opositores, y algunos alcaldes del oficialista, fue tolerante y hasta complaciente con los militantes de la revolución democrática y cultural. Por ejemplo, no dijo nada sobre la estafa de “Papelbol”; sobre la compra de aviones sin licitación; o sobre la denuncia del opositor, ahora recluido en una embajada, cuyo delito fue advertir que “la corrupción no puede enfrentarse genuinamente cuando la familia más cercana a la ministra de Lucha contra la Corrupción se beneficia ilegalmente de contratos, causando graves daños económicos al Estado, recibiendo su protección”. Recordé a la Ministra, dijo el senador Pinto en alguna ocasión, “que cuando uno lucha contra la corrupción primero se debe comenzar por casa…”.
La Ministra de Transparencia tampoco dijo nada sobre el uso de influencias para ubicar a su hija en una embajada, sin tener, aparentemente, las condiciones para ejercer el cargo. Por último, el exministro, la acusó de proteger a los principales implicados en los casos de extorsión.
Así, ese ministerio perdió rápidamente credibilidad y por más que los parientes de la titular de esa Cartera de Estado traten de culpar a la prensa, la verdadera responsable de sus actuaciones es la Ministra de Transparencia. Su eventual alejamiento del gabinete del partido en función de gobierno le haría mucho bien al presidente del Estado, porque el vidrio de la transparencia está más que opacado.
Por lo menos... esa es mi opinión.
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