Varios comentarios sobre el tema, algunas informaciones, quejas de empresarios del sector industrial de Oruro, reclamos de la institución del ramo y una suerte de planteamientos de organizaciones locales, parecen haber caído en saco roto pues nada efectivo ha surgido que pueda considerarse como un aliciente o un impulso al sector que dinamiza la producción local y que en lugar de incrementarse disminuye ostensiblemente.
Días atrás nos referimos al poco interés de nuestras autoridades y el trabajo prácticamente nulo de parlamentarios orureños en la misión que se les encomendó para que puedan activar las leyes ya dictadas que reducen a la mínima expresión las obligaciones tributarias para permitir que en un determinado periodo las nuevas industrias puedan gozar de condiciones favorables hasta asentarse adecuadamente y poner en marcha su aparato productivo. Lamentablemente esos trámites duermen en los canastillos del burocrático Poder Ejecutivo, donde no puede definirse hace muchos años los reglamentos que permitan aplicar esas normas para incentivar la instalación de varias empresas industriales.
No se sabe cómo, pero es evidente que representantes de El Alto movieron influencias y pusieron mucha voluntad al seguimiento de los trámites emprendidos para que esa joven ciudad pueda recibir empresas industriales bajo condiciones excepcionalmente favorables en materia tributaria, lo que realmente significó un incentivo de largo plazo para invertir buenos capitales ahorrando cierto periodo en el pago de impuestos, pero consolidando empresas en las que actualmente existe una dinámica acción productiva con centenares de fuentes de empleo e impulsando el crecimiento de esa ciudad.
En realidad fue en Oruro donde se inició un proceso de incentivo al fomento industrial, empezando por crear un parque apropiado para el asentamiento de varias factorías, muchas que mostraron interés para invertir pero paralelamente esperaban la aplicación de esas normas que eliminaban transitoriamente algunas obligaciones tributarias para permitir el arranque de todo un esquema industrial, que lamentablemente se diluyó por falta de seguimiento a la aprobación de la reglamentación de por lo menos tres leyes que no se cumplen donde fueron creadas, pero que han servido de modelo para favorecer al despegue industrial de otras ciudades.
Actualmente la industria orureña se debate en la incertidumbre, sin ningún aliciente, sin normas claras para tentar la inversión de nuevos capitales y menos para evitar la migración de las muy contadas empresas que todavía hacen esfuerzos por mantenerse en la plaza orureña.
Un industrial que mantiene contra viento y marea su industria en Oruro, refirió justamente las vicisitudes que afectan al sector productivo y planteó la necesidad de extremar esfuerzos y recursos para evitar que más factorías se vayan de la ciudad y definir estrategias conjuntas con autoridades, empresarios, parlamentarios y trabajadores para reimpulsar de manera seria, responsable y competitiva la instalación del Parque Industrial, contando con la normativa necesaria para acoger a nuevas empresas y rescatar algunas que están fuera de Oruro.
Necesitamos unidad, fortaleza, decisiones concretas de instituciones y dirigentes para salvar la industria departamental e incrementar su posicionamiento con miles de empleos, gozando de condiciones favorables en la dura etapa de empezar nuevos emprendimientos y de mantener los pocos que quedan. Debe exigirse la aplicación de las leyes de excepción, tras una tarea ineludible de nuestros parlamentarios.
Fuente: LA PATRIA
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