No es cuestión específica de este fin de año, sucedió antes, se complica de vez en cuando, muy especialmente durante algunas celebraciones y seguramente será tema de mucha más preocupación para las autoridades, si las mismas no coordinan algunas medidas radicales para eliminar el caos que complica, molesta y altera la vida ciudadana.
Por hablar de cosas generales nuestra referencia tiene que ver con la cotidianidad, es decir con los problemas que “casi” diariamente percibimos en la ciudad, todo porque no existen autoridades que pongan freno a las infracciones y apliquen las medidas que corresponden a las disposiciones que emiten y que diferentes segmentos de la sociedad los ignoran abiertamente.
Todo el año y ante diversas muestras de indisciplina ciudadana se han formulado críticas y ciertas sugerencias y recomendaciones de forma general, esperando que por un lado las “autoridades se pongan las pilas” y hagan cumplir sus regulaciones urbano – sociales, para dar seguridad, comodidad y tranquilidad a la mayoría de la colectividad, lamentablemente muy poco o casi nada de lo que se prohíbe y se reglamenta cumple la ciudadanía.
Hay prohibiciones para utilizar las calles de la ciudad, para movilizaciones sindicales, festivas, tradicionales, políticas, folklóricas o de otra índole, menos que las mismas confluyan hacia el centro urbano, inclusive ocupando la Plaza de Armas, atacada además con “cachorros de dinamita” que producen el destrozo de su estructura o la convierten en un mercado persa con asentamiento indebido de toda suerte de ferias, exposiciones y venta de la más variada mercadería, desde alimentos, pasando por algunos libros y terminando en chucherías.
El aniversario de cualquier institución da paso a la concentración de las “bases” para que con despliegue de pancartas, excesivo uso de petardos y bandas musicales de por medio, invadan la ciudad sin respetar ninguna norma, alterando el tráfico de motorizados, ocasionando “trancaderas” y obligando a los transeúntes a caminar fuera de su ruta y escuchar una selección de aires nacionales al más alto volumen en vivo y directo, lastimando más de un tímpano especialmente de niños.
Todo se complica con celebraciones cuando – con cierto derecho – algunos sectores de ciudadanos aprovechan para realizar comercio especializado de temporada, ocupando varias cuadras de una avenida que ya se la ocupa tradicionalmente, sin medir los perjuicios de tal uso arbitrario que altera totalmente el tráfico urbano de vehículos y peatones, como sucede actualmente con una feria navideña que ha crecido desproporcionalmente y ocupa más de diez cuadras convertidas en un grandísimo mercado, que ya no es posible mantenerlo por los problemas que esa situación ocasiona a toda la ciudadanía.
Es urgente que como mencionó alguna autoridad se defina la habilitación de un espacio apropiado en la ciudad de modo que se convierta en un “campo ferial”, donde existan las condiciones apropiadas para beneficiar a los comerciantes de temporada y a los ciudadanos que buscan eventualmente efectos apropiados a los fines de época.
Nuestras autoridades al cierre de la gestión deben hacer un balance real de los muchos problemas que ocasionan los conflictos sociales, del incumplimiento a las normas que están vigentes y de la necesidad de imponer autoridad para ordenar la ciudad, eliminando el caos reinante en base a la severa aplicación de las disposiciones de ordenamiento público, incluyendo sus penalidades. Única forma de cambiar el panorama la siguiente gestión.
Fuente: LA PATRIA
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