Challapata pagó con dos vidas la ilegalidad y el contrabando
20 dic 2012
Fuente: LA PATRIA
El plan “Pichay” fue el detonante para que estalle una “guerra” en el distrito intermedio
• Por: Deyvid Rocha Sánchez, periodista
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Como si se tratara de una película de guerra, niños sorprendidos veían cómo la ciudad en la que ya estaban acostumbrados a ver y esquivar coches que no tenían placas de control o que tenían el volante a la derecha, era intervenida por tanques y tanquetas, que desplegó el Ejército Boliviano en Challapata, para sentar presencia militar e iniciar lo que todos recordarían como el plan “Pichay”, una operación que involucró a militares, policías, personal del Ministerio Público y de la Aduana Nacional para terminar con la circulación de los famosos vehículos “chutos” o indocumentados, que hicieron de Challapata la capital de la clandestinidad y lo ilegal y por lo que dos civiles dieron su vida.
LOS CHUTOS
Durante todo el año e incluso anteriores gestiones la famosa feria de los chutos, que se originaba especialmente los domingos en Challapata fue motivo de reportajes nacionales e incluso internacionales, por la internación generalmente desde Chile, de motorizados indocumentados, que se vendían a precio de “gallina muerta” ya que no tenían papeles.
Eso motivó a que el Ministerio Público, entonces representado por Gonzalo Martínez organice inspecciones en el lugar para dar con los garajes o propietarios “mayoritarios” de los vehículos chutos, aspecto que molestó a los presuntos involucrados en el ilícito.
Pasaron los días y como ya se escuchaba rumores de que existiría un operativo en Challapata, los “chuteros”, grupo de un mínimo porcentaje de pobladores del lugar (500 personas), se pusieron en alerta e incluso ocasionaron daños al Regimiento de Satinadores de Montaña Méndez Arcos, donde llegaron militares del Regimiento de Infantería Calama, como apoyo, por lo que los uniformados y autoridades nacionales ejecutaron el plan “Pichay”, término de la lengua quechua que en castellano significa barrer o limpiar.
INTERVENCIÓN
El martes 9 de octubre, a las 09:00 horas se escuchó el primer disparo que ejecutaron los policías, para dar a conocer que el plan “Pichay” había comenzado, pues efectivos del Control Operativo Aduanero (COA) allanaron junto al Ministerio Público, quince garajes donde se guardaban desde cinco hasta 40 vehículos indocumentados, aparentemente pertenecientes a una sola persona en cada domicilio, cantidad de motorizados que fue visibilizada desde el helicóptero que dispuso el Ejército nacional para dicho plan.
Enterados de lo sucedido, los chuteros se organizaron y fue en la carretera que une Oruro con Potosí y otros departamentos, y que pasa por medio de Challapata, donde se generó el principal enfrentamiento entre militares, que utilizaron munición bélica resguardando el trabajo de los policías, y los civiles que defendían, simplemente con piedras, hondas y petardos, lo ilegal, es decir los vehículos indocumentados.
Fue a un costado de esa carretera que se produjo una de las muertes de esa fatídica jornada, era Óscar Ricardo Gómez Beltrán, un muchacho de 23 años que se mimetizó entre los civiles, para rechazar a los uniformados y enfrentarlos, pero no se dio cuenta que el enfrentamiento no era un juego ya que la bala que le llegó, le dejó un enorme agujero en la espalda de su cuerpo, que luego llegó frio al sanatorio y no pudo recuperar. Preliminarmente y a simple vista parecía que el proyectil le destrozó el pulmón izquierdo.
El otro muchacho, un jovenzuelo de 17 años, que según sus familiares, salió a “curiosear” lo que pasaba, fue quien también recibió un proyectil de arma de fuego y perdió la vida, sus familiares acusaron a los chuteros de la pérdida del joven que era estudiante que no tenía ni un vehículo “chuto”.
Además de los dos fallecidos, se registraron cuatro heridos, tres de gravedad, ellos fueron identificados como Samuel Carvajal Gonzales (26), Ramiro Álvarez Pérez (23), Elvis Challapata Lampa (22), Óscar Ricardo Gómez Mallku y Vidal Astete Choquevillca.
“Cuando los militares controlaban el avance de los civiles, uno de ellos cayó al suelo, "hay un muerto, hay un muerto", gritaba la gente que lo vio, quisieron rescatarlo, pero de inmediato aparecieron seis o siete soldados que con fusil en mano, dispararon a quemarropa, incluso a trabajadores de la prensa, que lograron protegerse tras un promontorio de tierra, junto a dos civiles”.
Aunque los enfrentamientos eran negados en casi todo momento por las autoridades que llegaron al lugar, los dos aviones y el helicóptero que sobrevolaban Challapata eran testigos de que dos bandos integrados por hermanos bolivianos se enfrentaban, el primero cumpliendo órdenes y el segundo defendiendo intereses.
Molestos por la invasión militar, los afectados pedían la presencia de los medios de comunicación para denunciar cómo se trataba a las personas, como si fueran objetos de tiro al blanco y atribuían lo sucedido al presidente del Estado boliviano, Evo Morales Ayma, a quien llamaba “asesino”, por lo que incluso, negaron su nacionalidad y prefirieron clamar el nombre del país vecino de Chile, a donde pedían pertenecer.
Challapata es tierra de nadie, decían las autoridades y ese fue el pretexto para que los militares ingresen con paso de parada a llevarse los vehículos indocumentados, que posteriormente fueron trasladados y depositados en instalaciones militares, donde llegaron más de 200 motorizados, algunos siniestrados, otros sin las llantas y otros por sus propios medios.
MILITARES
Pero no todo terminó ahí, los militares también fueron agredidos, resulta que tres uniformados que salían de Challapata en una camioneta hacia La Paz, fueron interceptados por una turba de personas molestas por el accionar militar, es así que en el intento de escapar en el vehículo del Ejército, se topan con una piedra que hace que el conductor pierda el control de su vehículo, por lo que termina volcado.
Los civiles aprovecharon la situación y tomaron de rehenes a los tres militares, quienes tras ser agredidos físicamente eran conducidos a un lugar desconocido con las manos en la cabeza.
La noticia corrió rápido a los oídos de las autoridades militares, entre ellos, el comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas (FF.AA), general Tito Gandarillas y el comandante de la Segunda División del Ejército, general Juan Carlos Massy Guzmán, quienes autorizaron para que el helicóptero y un número de efectivos militares, fuertemente armados, salgan al rescate de sus camaradas.
Cuando los civiles, entre ellos la mayoría muchachos, dirigían a los rehenes, fueron emboscados por los uniformados que se mantenían informados por el sobrevuelo del helicóptero, y por el susto, de los aproximadamente 20 sujetos que los custodiaban, los tres militares heridos, se vieron al lado de dos personas, un muchacho que los agredió y el otro que intentaba protegerlos para que la cosa no se agrave.
Ese evento fue grabado por cámaras de periodistas que luego serían decomisadas por autoridades militares, decomiso que hasta ahora no se sabe por qué lo hicieron ya que posteriormente y con la intervención de autoridades del alto mando militar, fueron devueltas a sus propietarios.
BLOQUEO
El conflicto continuó días después, es así que el viernes 19 de octubre se genera un bloqueo a la carretera panamericana por algunos comunarios de Challapata, pero este es desintegrado por policías, de los cuales dos resultaron heridos de bala, por lo que tuvieron que ser internados en el hospital de ese municipio, no se registraron más lesionados ni pérdidas fatales, pero se tuvo 18 personas civiles aprehendidas.
El lunes 22 de octubre, una primera caravana de vehículos chutos invadía la carretera que une Oruro con Challapata, eran los vehículos secuestrados que se llevaron los militares a Oruro, donde ahora permanecen, algunos no como llegaron.
El jueves 25 del mismo mes, como corolario de la intervención una segunda caravana de 47 motorizados llegó al Regimiento de Caballería VIII Braun, todos los vehículos secuestrados mediante el plan “Pichay “ y otros que se ejecutaron anteriormente.
Fuente: LA PATRIA
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