No es ninguna novedad saber que en Estados Unidos se ha realizado centenares de experiencias para cultivar quinua de manera directa, lo que obviamente hay que tomar como un hecho absolutamente regular, que puede replicarse en otros países, precisamente en aquellos que reconocen el valor nutritivo del producto y que quisieran tenerlo directamente sin esperar que la producción nativa y original que se da en nuestro país pueda cubrir con algunas dificultades esa demanda creciente en el último tiempo.
Como no hay prohibiciones de ninguna clase que protejan la especie, hablando de la quinua, es pues libre la opción de cualquier persona o institución de obtener semilla, datos del cultivo y la cosecha, aclimatación de la planta y definir una producción que satisfaga requerimientos de empresas para industrializar el “grano de oro” y cubrir las necesidades internas de mercados que están insatisfechos con los volúmenes que actualmente compran en Bolivia.
De ahí que sabiendo la política altamente competitiva de los norteamericanos, ya se sabía de los intentos que realizaron en ciertas zonas de su país para encontrar el clima y la tierra apropiados a las necesidades del producto en los futuros centros de adaptación de la quinua real.
Seguramente no fue fácil la tarea pues si hay algo innegable es que clima y tierra propicia para producir quinua de alta calidad sólo se encuentran en el sector altiplánico de Bolivia y con características exclusivas en Salinas de Garci Mendoza en Oruro, donde realmente el “grano de oro” alcanza su mayor grado de crecimiento, volumen pero además registra una serie de elementos nutrientes que difícilmente podrían darse en otras condiciones de terreno y clima y eso lo saben hasta los agricultores de la competencia en el Perú.
El requerimiento cada vez mayor del producto entre una población que busca mayor cantidad y calidad de quinua, ha motivado a ciertos investigadores y algunos agricultores del país del norte a buscar medios para producir el cereal directamente en su país, eliminando de ese modo la dependencia de las importaciones que hacen y de los precios que rigen actualmente en el mercado productor boliviano especialmente, pero también en el Perú y Ecuador.
Si bien el proyecto de producción de quinua puede tomar cuerpo e importancia en Estados Unidos, algunos entendidos en la investigación genética del grano reconocen que los agricultores del país del norte todavía tienen sus dudas sobre el resultado de las cosechas y la calidad del grano, que aún siendo un producto “made in USA” no contiene todos los nutrientes que ofrece de manera natural el que se cultiva y se cosecha, en una tierra y un clima excepcionales, imposible de “transferirlos” tecnológicamente a otro sitio donde pueden haber cultivos de quinua, pero de ningún modo, con los valores de la quinua real boliviana.
Las investigaciones continuarán, los agricultores e inversionistas de EE.UU. no declinarán en su propósito de alcanzar el objetivo de producir quinua suficiente para satisfacer la demanda de sus miles de consumidores, lo que no pueden asegurar es que el producto sea similar al que se produce por estos lados.
Dadas esas condiciones de abierta competencia, lo que corresponde en el país es delinear y ajustar una política de fomento a la producción de la quinua real de modo que bajando sus costos se haga competitiva en mercados externos, pero además hay que avanzar en otro paso importante, la industrialización del producto, condición imprescindible para enfrentar la competencia que ya abrió el país del Tio Sam.
Fuente: LA PATRIA
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