Desde la implantación del sonado proceso de cambio la ciudadanía está esperando que realmente se produzcan cambios de fondo y no sólo de forma en la estructura activa del proceso de gobernabilidad de modo que se sienta tal situación emergente de modificaciones en el sistema cupular, donde de vez en cuando se desatan problemas como el último en que se destapó una verdadera olla de grillos que tiene implicancias que comprometen a mucha gente que debería entrar en la onda del cambio.
¿De qué cambio se habla? Sencillamente del que corresponde a una reestructuración de ciertos niveles de gobernabilidad allí donde saltó la corrupción y cuyas ramificaciones se extienden en la medida que más gente denuncia a más implicados y estos a su vez muestran que existía una verdadera “red de corrupción”, comprometida con la extorsión y el cohecho, con el uso indebido de autoridad, con presión al Ministerio Público, metido en la misma olla donde fuera de los grillos que se asan, también se queman las papas y como avanza el proceso se cuecen habas, todo un menú tradicionalmente político.
Se han producido variadas irregularidades y naturalmente afectando ciertos niveles de la estructura ejecutiva del Gobierno, se ha puesto en duda la credibilidad ciudadana frente al respeto de la democracia y los derechos humanos, como de la vigencia plena de la justicia y las leyes y su independencia, por tanto la ciudadanía común observa que prevalecen en ciertas circunstancias los objetivos políticos, quizás partidarios y se posterga el tratamiento de aquellos factores que tienen que ver con las libertades, la equidad y los valores humanos.
El problema es realmente tan variado como el menú tradicional boliviano, con variedad de sabores, de elementos y condimentos, dependiendo de cada lugar y de las circunstancias propicias para su elaboración. No todo es del gusto general, claro que no, lo que se ha cocinado recientemente no gusta a la gran mayoría, aunque por supuesto da margen para que algunos sectores degusten la variedad de la calamidad culinaria de cierta parte de la enorme administración pública.
Este menú que se cocina – parece a fuego lento – tiene ingredientes tan especiales como la injerencia de la CIA, que supuestamente estaría en trajines de desprestigiar al Gobierno con algunas actitudes que han salido a flote, una vez que apareció la primera denuncia sobre la extorsión de que fue objeto un ciudadano norteamericano al que se le ocurrió invertir en la agroindustria nacional, situación que se complicó debido a cierto chisme que no pasó de tal pero que sirvió para que fuera encerrado, su proyecto alterado, su salud deteriorada y que además sufra la presión de extorsionadores con “credenciales” oficiales, en pos de beneficios cuyo destino se investiga ahora.
Quiénes agitaron la olla, están en busca de cumplir objetivos esbozados para obtener ganancias “ilícitas” al por mayor, mientras estos casos se mantengan en tratamiento de un Ministerio Público, en el que algunos de sus miembros son parte de la culinaria política y que a la hora de calcular el peso y el beneficio político puede revelar la receta, complicando a mucha gente.
Hay que poner remedio a esta tarea de querer cocinar todo lo que se pueda, lo que saltó, saltó, lo que está aún en la olla sean habas, papas o grillos, deben tamizarse desechando lo malo y eliminando esas recetas que conllevan más que buenas razones, muy malas intenciones.
Fuente: LA PATRIA
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