Se equivoca el señor Presidente cuando afirma que la libertad de expresión está condicionada a ser solicitada a alguien. “...entonces no me pidan a mí libertad de expresión, pidan libertad de expresión a los dueños de los medios de comunicación, a las empresas”, expresó el Sr. Morales, sin tomar en cuenta que la libertad de expresión y de pensamiento no tienen dueños a quienes solicitar su ejercicio; es, un derecho humano reconocido internacionalmente. El art. 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos expresa textualmente: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.
Esto no hace sino refrendar que la libertad de expresión no ha sido, no es, ni puede ser patrimonio de gobernantes o de los Medios de Comunicación, a través de los cuales, no sólo los periodistas, sino cualquier ciudadano tiene derecho a expresar sus opiniones con libertad, respetando el pensamiento de los demás y la ética. Esa Declaración Universal reconoce, además, que “la voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público”; y, de ninguna manera la voluntad de las personas que ostentan el Poder circunstancialmente. Eso es lo que se llama democracia.
El Presidente del Estado Plurinacional, nunca pierde la ocasión para atacar a los periodistas a quienes llamó “esclavos de los dueños” que obligan a los periodistas a “falsear la verdad” y de ser un grupo que se basa en rumores para difundir noticias y comentarios. Lo peor de todo es que esas afirmaciones las expresó cuando en todo el mundo se conmemoraba el 64 aniversario de la Declaración de Derechos Humanos, la misma que se aprobó un 10 de diciembre de 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Y cuando está en entredicho el accionar gubernamental, sobre el respeto a esos elementales derechos.
Particularmente, nunca he sido obligado a pensar de una u otra manera, por los Medios en los cuales desarrollé mi labor de prensa; eso si, cuando algún gobierno hegemónico y autoritario, en el pasado, trató de hacerlo, no tuve otra alternativa que negarme a ser un periodista funcional a los designios de las dictaduras, y preferí el exilio.
Pero, es importante que nos preguntemos: ¿cómo desarrollan su trabajo los periodistas contratados por el gobierno?. ¿Son realmente “independientes”? ¿jamás falsean la verdad?. Los periodistas de los Medios oficialistas, no pueden salirse del libreto desarrollado por el gobierno de turno bajo la amenaza de ser despedidos. Como si los Medios que controla el gobierno no fueran del Estado, que somos todos nosotros; quienes mantenemos y hacemos posible su funcionamiento a través de nuestros impuestos, y con un presupuesto del Tesoro General del Estado.
Lo que dicen y piensan los periodistas que sirven al oficialismo, a través de los Medios controlados por el gobierno, están limitados a decir lo que el gobierno quiere que se diga; esos sí, son “sus periodistas independientes”. A ver, ¿que alguno de ellos en los Medios oficiales contradiga al pensamiento oficialista?, ya estaría fuera antes que cierre el micrófono, o sea vendido el primer número de “Cambio”. Lamentablemente, así se manejaron estas cosas y así se manejan actualmente. Entonces lo que expresó el Primer Mandatario: “Qué hacemos sobre algunos medios de comunicación; empresarios que los obligan a falsear la verdad y si no lo hacen les despiden; ahí no están siendo respetados los derechos de ustedes, entonces no me pidan a mí libertad de expresión”. Eso, está en absoluta duda.
Los periodistas que se respetan a sí mismos, no tienen porqué pedir permiso, menos mendigar, la libertad de expresión o de pensamiento; es un derecho reconocido universalmente; son derechos básicos del ser humano, fundamentados en el respeto a la individualidad de las personas; los derechos, no tienen dueños absolutos, son patrimonio de la humanidad, como valores innatos del individuo.
Por eso, se debe tener mucho cuidado de no considerar a los derechos como patrimonio de los que, circunstancialmente, ejercen el poder político.
Por lo menos... esa es mi opinión.
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