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Domingo 09 de diciembre de 2012

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Cultural El Duende

Desde mi rincón

¿Catalanística latinoamericana?

09 dic 2012

Fuente: LA PATRIA

TAMBOR VARGAS

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Hace ya cierto tiempo dediqué en estas mismas páginas una reflexión a lo que me parece ser una ‘anormal ceguera hispanoamericana’ (cf. nº 449, 1-VIII-2010); con ella trataba de explicar algunas realidades, como la práctica ausencia de la cultura catalana en el mundo universitario latinoamericano. Ahora quisiera introducir algunas ampliaciones y matizaciones.

Si las causas fueran como en teoría cabría pensar que deben ser, podríamos preguntarnos a qué se debe que en el enorme mundo universitario latinoamericano no hayan tenido nunca presencia los estudios catalanes. Y al respecto hay que empezar explicitando que esa ausencia nunca ha quedado subsanada por la aplicación de un concepto integral de ‘estudios hispánicos’; es decir, que si no figuraban explícitamente como tales, fue porque quedaban incluidos implícitamente bajo el paraguas de lo ‘hispánico’.

Una primera explicación podría buscarse por la vía de aquella forma de pensar que sólo reconoce identidad cultural a lo que está amparado por la condición estatal (nación = estado), dogma que ha tenido amplia acogida en el continente. Aquí no es el momento de mostrar la debilidad de ese dogma, pero bien podemos concederle una cierta influencia y, por ello, alguna capacidad explicativa de aquel destierro de lo catalán en los planes de estudio universitarios de Hispanoamérica.

Otra forma de explicar la realidad consistiría en decir que la intelectualidad hispanoamericana ha aplicado al estudio de la ‘cultura española’ el mismo exclusivismo que históricamente ha practicado el estado español, limitando lo ‘español’ a lo que se expresa en su lengua española; y por tanto, de hecho considerando ajenas las expresiones culturales procedentes de colectividades que tienen sus propias lenguas (vasca, catalana y gallega). Aunque este concepto excluyente tuvo su más pura expresión durante las décadas franquistas, ya había sido perceptible antes de 1939 y lo volverá a ser con posterioridad a 1975.

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Al respecto de lo que estamos tratando, merece destacarse el hecho de que este ‘exilio’ de lo no castellano no se explica por la ‘ignorancia’ o ‘extrañeza’ de las realidades catalanes (incluyendo en ellas la relación cercana con portadores de esa identidad). En efecto, desde el siglo XV los catalanes se han hecho presentes en América y no han dejado de hacerlo hasta nuestros días. Y a través de los individuos también, en alguna variable medida, de lo que los identifica y les otorga una personalidad propia, como que representa su verdadera realidad histórica. Dejemos lo lejano en el tiempo y restrinjámonos a lo cercano: a partir de 1936 ha llegado a las playas hispanoamericanas una cantidad notable de catalanes que huían de la persecución (primero de la comunista o anarquista, después de la franquista); es verdad que no arraigaron de una forma pareja en el continente, sino que se concentraron en algunos países: Argentina, México, Venezuela, Chile, Cuba); pero por lo menos en ellos coincidieron un bloque de figuras destacadas en las más variadas disciplinas científicas, desde la medicina a la arqueología, de la lingüística a la filosofía, de la botánica a la geografía, de la arquitectura a la historia, de la biología a la pedagogía, etc.; y a ellos hay que añadir los literatos (novelistas, dramaturgos, poetas, cuentistas), los artistas plásticos y los músicos.

Limitándonos a una mínima muestra, no se puede prescindir de nombres como los de August Pi i Sunyer, Joan Comas, Àngel Palerm, Pere Bosch-Gimpera, Salvador Canals Frau, Josep M. Cruxent, Josep Carner, Joan Oliver (Pere Quart), Josep Ferrater Mora, Joan Coromines, Lluís Santaló, Josep Cuatrecasas, Modest Bargalló i Ardèvol, Pau Vila, Gonçalo de Reparaz, Lluís Nicolau d’Olwer, Josep M. Miquel i Vergés, Pere Grases, Antoni Trias i Pujol, Josep Ignasi Barraquer, Emili Mira, Agustí Bartra, Xavier Benguerel, Pere Calders, Joan Sales, Josep M. Capdevila, Ramon Xirau, Josep M. Casasses i Cantó, Jaume Serra i Hunter, Pau Casals, Jaume Pahissa, etc. Y si nos limitamos, de entre todos ellos, a los que cabe calificar de ‘hombres de estudio’, resulta que en mayor o menor medida y duración encontraron acogida en el mundo universitario hispanoamericano; y esto necesariamente había de contribuir a que, por su mera presencia, dieran a conocer lo catalán en el mundo académico de América Latina.

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Porque, en efecto, ni siquiera en los países donde encontró cobijo la mayor parte de la parte ‘sabia’ de la intelligentsia catalana exiliada (Argentina, México, Colombia, Venezuela y Chile) su presencia fue suficiente para que brotara un par o tres de centros universitarios de estudios catalanes. Puestos a buscar una explicación, creo que siempre acabaríamos topándonos con la existencia de aquel tipo de fuertísimos prejuicios adversos (aquella anómala ceguera y sordera ya aludida al comienzo); y por lo visto, el fenómeno sociocultural global de la ceguera hispanoamericana encontró su hermano gemelo en el mundo de las universidades (o dicho al revés, éstas han reflejado con precisión los rasgos de aquél fenómeno).

Tenemos de ello una prueba que, por contraste, resulta elocuente: en unos ambientes incomparablemente menos expuestos a la irradiación de los exiliados catalanes como son los de los Estados Unidos y Canadá, ya antes del fin del franquismo nacieron varios núcleos de enseñanza e investigación de la lengua, la literatura y la cultura de Cataluña (desde los años 50 en Chicago; desde los 60, en Bloomington; etc.); y en 1978 los cultivadores de los estudios catalanes fueron capaces de agruparse y fundar la “North American Catalan Society”, que con el tiempo se ha ido fortaleciendo: no sólo celebra periódicamente coloquios especializados, sino que desde 1986 viene publicando una Catalan Review (actualmente, con casi 25 volúmenes en circulación).

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Por fin, cuando ya nos acercamos a los 40 años de la muerte del dictador Franco, parece que también en el mundo académico hispanoamericano algo está cambiando. He aquí algunos síntomas.

En 1991 Alberto Miyara creó el primer curso universitario de catalán en América Latina en la Universidad Nacional de Rosario (UNR); y en 1997 instaló la primera página web sobre el catalán desarrollada en el subcontinente; y en 1999 tradujo y publicó en Buenos Aires una “Antología de la poesía catalana actual”. Posteriormente su enseñanza pasó a la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral (también en Rosario); y desde 2003 viene publicando la revista Estudios Catalanes, de periodicidad anual y pensada para abarcar con amplitud las diversas manifestaciones de la cultura catalana; cuenta con un equipo internacional de asesores. Aunque no tengo información precisa, supongo que actualmente debe llevar publicada una media docena de volúmenes. Hay que destacar que se trata de la primera revista científica especializada en el tema catalán que aparece en América Latina. Según declaración de Miyara, “en Latinoamérica hay cinco universidades en donde se dicta el idioma [catalán], tres de las cuales se encuentran en la Argentina: Rosario, Santa Fe y Mendoza”, pero nos quedamos sin saber cuáles son las otras dos.

Por otro lado, también desde la última década del siglo XX en El Colegio de Jalisco (Zapopán, cerca de Guadalajara), José M. Murià (hijo de catalanes) ha desarrollado una cierta actividad publicística del tema catalán. Entre otras, puedo referirme a las publicaciones siguientes: dentro de la serie “Estudios Jaliscenses”, el nº 46 (noviembre de 2001) estuvo dedicado por entero al tema “Catalanes en México”, con cinco artículos. De mayor ambición son las monografías de T. Ferriz Roure sobre La edición catalana en México (Zapopán, El Colegio de Jalisco, 1998) y otra monografía de Robert Surroca Tallaferro sobre la Prensa catalana en México (1906-1982) (Zapopán, El Colegio de Jalisco, 2000). No hace falta decir que tras estas manifestaciones estaba la acción de quien dirigía la institución patrocinadora, el ya mencionado J. M. Murià.

La tercera expresión de un nuevo interés por lo catalán es que a fines de agosto de este 2012 la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco (Guadalajara) ha inaugurado la “Biblioteca Catalana Josep M. Murià i Romaní”, que parece ser ya desde su nacimiento la más importante de América Latina. Su fondo de arranque ha sido la biblioteca personal del exiliado catalán que le ha dado nombre (padre del historiador de Zapopán). Se ha abierto con unos 10.000 títulos y a ella se han venido a añadir donaciones de otras procedencias, tanto de Cataluña como de México.

La cuarta noticia sobre estos temas se ha originado también en Guadalajara o, más exactamente, de Zapopán, en cuyo El Colegio Jaliscense ha sido sede de un Seminario sobre “Presencia catalana en México y América Latina” (29-31 agosto 2012), con la participación de diversos profesores mexicanos, a los que sumó una decena procedente de universidades catalanas. Se ha anunciado la pronta publicación de las actas y los trabajos presentados.

Finalmente, la quinta procede asimismo de Guadalajara y es que por aquellos mismos días, en el mencionado El Colegio Jaliscense se procedió, en asamblea constituyente, a la fundación formal de la Associació de Catalanistes d’Amèrica Latina (ACAL), ya fundada a fines del año pasado en La Habana. Según noticias en la red, el acta correspondiente fue suscrita por una treintena de especialistas; pero a juzgar por los pocos nombres concretos que se mencionan en la red, uno saca la impresión de que los ‘catalanistas’ latinoamericanos no representan más que una clara minoría.

Y esto sólo podría sorprender a quien no hubiere caído en la cuenta de aquella antigua ‘ceguera’ y de la arraigada y ya constatada impermeabilidad académica a la irradiación vital de los exiliados catalanes en las décadas siguientes a 1940. No podemos esperar que por arte de encanto nazca una generación de especialistas en temas catalanes que, arraigados en universidades o centros de investigación latinoamericanos, se conviertan en focos de atracción de estudiantes y de formación de escuelas de especialistas.

Todo ha tenido su comienzo y lo importante no es comenzar, sino persistir.

Fuente: LA PATRIA
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