Los que asesinaron a Salvador Allende en 1973 asesinaron a Eduardo Abaroa en 1879
08 dic 2012
Por: José Hurtado Gonzales
Dos Años luctuosos se vivieron en la historia universal. 1. En 1879, cuando los capitalistas ingleses y chilenos asociados en la Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta, decidieron lanzarse a un complot desembozado para apoderarse de las inmensas riquezas naturales de Bolivia: el guano, el salitre y la plata, que explotaban con carácter gratuito. Y 2, en 1973, cuando el ejército chileno bombardeó y asaltó el palacio de la Moneda de Santiago de Chile para matar alevosamente al presidente electo del país. Que estimó que nunca habrá perdón para estos nefastos homicidas.
La Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta, formada mayoritariamente por capitales ingleses y chilenos explotaban gratuitamente salitre en el territorio del Litoral boliviano, se mostró alarmada al conocer el decreto del presidente Hilarión Daza del 4 de febrero de 1878 que impuso un impuesto de 10 centavos al quintal de salitre. Estimó la compañía que el decreto del gobierno boliviano era lesivo a sus intereses; y presentó su reclamo ante el gobierno de Chile, muchos de sus componentes eran accionistas de la compañía.
Con pretexto de aquel decreto de impuesto, el 5 de abril de 1879; el gobierno de Chile declaró la guerra a Bolivia y Perú, que tenían suscrito un acuerdo secreto de mutua defensa. Sabía Chile de dos países indios dominados por señores feudales de raza blanca. Los indios caminaban con los pies desnudos y prohibidos de asomar por las plazas mayores. En Bolivia la feudalidad vivía con mayor atraso. Se mantenían las "encomiendas" de la feudalidad de origen colonial transformadas en haciendas. Una feudalidad empobrecida que vivía de la servidumbre de los indios, incapaz de ofrecer márgenes de ganancia para la acumulación capitalista. País constantemente empobrecido cifraba sus esperanzas en la herencia de las riquezas naturales de la minería potosina. Los feudales de tierra adentro rechazaban las riquezas naturales que ofrecía el Litoral. El sistema capitalista se desarrollaba con gran sacrificio y la guerra de los ingleses de la reina Victoria ya estaba encima.
"Chile, escribió el historiador Alipio Valencia Vega, tenía un ejército bien entrenado perfectamente, disciplinado de 13.000 soldados, al comienzo de la guerra; el Perú tenía un ejército de 4.000 soldados mal armados, indisciplinados muy revoltosos, y en Bolivia había un ejército de 1.500 hombres de la misma pobreza que los peruanos. En las escuadras navales la diferencia era mayor: la de Chile era grandemente superior a la peruana y Bolivia no poseía ni un barco de guerra.
Los invasores que desembarcaron en Antofagasta el 14 febrero de 1879, aprovechando astutamente de las fiestas de carnaval, en Chile no hay carnavales, no detuvieron su avance hacia el interior del país del altiplano. El ejército nacional comandado por el general Narciso Campero, asociado con otra ficha de lo peor, se había perdido en el desierto de Atacama. Los chilenos tomaron Caracoles, Cobija, Tocopilla y Mejillones. En Calama los bolivianos se organizaron para la defensa al mando de Ladislao Cabrera. Defendería Eduardo Abaroa el puente del Topáter. Se detuvo el comandante chileno coronel Emilio Sotomayor para intimarle su rendición.
"Había llegado la hora del sacrificio total, escribe el historiador Edgar Oblitas Fernández en Historia secreta de la Guerra del Pacífico 1879-1904, un escuadrón de soldados chilenos avanza al lugar, decidido a acabar con la solitaria resistencia. Le intiman rendición, pero
Abaroa por toda respuesta dispara su arma. Una nueva descarga a quemarropa de los chilenos hace impacto y su cuerpo se tambalea. Apoyado en una rodilla sigue agitando su rifle.
Los chilenos avanzan y lo rodean.
“—Por última vez, ríndase... -suena la palabra encolerizada del invasor. Y Abaroa, haciendo un supremo esfuerzo, se agita y logra ponerse de pie y a tiempo de disparar por última vez su rifle al enemigo, le lanza aquel terrible apostrofe:
"-¿Rendirme yo? ¡Que se rinda su abuela, c..-!" Y naturalmente fue acribillado por la nutrida metralla del ejército chileno.
Pasaron más de cien años de aquella alevosa agresión y nuevamente en 1973 se actualiza aquel episodio histórico. Y siempre con el eterno y puntual tema del mar boliviano. Y nació en Chile un presidente providencial, contemporáneo nuestro: Salvador Allende Gossens, quien apenas se posesionó de Presidente Constitucional de la República de Chile decidió devolver el mar a Bolivia, reparar la injusticia de 1879. Condenar la oprobiosa injerencia inglesa. "No se puede mantener a un pueblo en cadena perpetua". "Un pueblo que esclaviza a otro pueblo no es libre"; Esta decisión le costó la vida.
Y "el ejército más sanguinario del mundo", a decir del escritor colombiano Gabriel García Márquez, cumpliendo instrucciones del imperialismo norteamericano y la oligarquía chilena, decidió acabar con la vida prodigiosa del prócer latinoamericano: Salvador Allende, Javier Palacios, capitán Gallardo, Augusto Pinochet, Patricio Carvajal, Ernesto Baeza, Sergio Figueroa, Gustavo Leight, Arturo Troncoso El presidente constitucional de la República de Chile los esperaba en el palacio de La Moneda ardiendo a los mercenarios de Henry Kissinger. "Estaba en mangas de camisa, sin corbata, y con la ropa sucia de sangre. Tenía la metralleta en la mano." Allende lo reconoció a Javier Palacios y le gritó: "¡Traidor!" El comandante de los homicidas, general Javier Palacios, le instó a rendirse. Naturalmente no estaban en el Puente del Topáter y no era 1879. Javier Palacios en el papel de Emilio Sotomayor. Por última vez, ríndase. Y Salvador Allende más grande y más infinito que todos los héroes del mundo ¿Rendirme yo? ¡Que se rinda su abuela, c..! Y fue acribillado por la nutrida metralla de los traidores del ejército chileno.
Un par de días después del asesinato del gran presidente. Salvador Allende, el homicida Augusto Pinochet Ugarte, lanzó un decreto amenazando con el fusilamiento colectivo. El Diario Oficial de Chile, informaba: "El Gobierno (del general Augusto Pinochet) actualizó hoy la Ley de Seguridad del Estado, incorporando nuevas disposiciones que castigan hasta con la pena de muerte los delitos que se cometan y que puedan afectar al país tanto en los planos interno como en el externo". El artículo citado expresa textualmente; para los que ofendieren gravemente el sentimiento patrio y los que valiéndose de cualquier medio, propiciaren la incorporación de todo o parte del territorio nacional a un Estado extranjero".
"En un párrafo la AP, con noticia generada en La Paz, al analizar la redacción de ese decreto "fue inmediatamente interpretado por algunos medios bolivianos como una declaración oficial de Chile de que no está dispuesto a ceder nada de su territorio a Bolivia para que este país tenga un acceso propio al mar.
Ref.: Tomadas del brillante trabajo en el libro de don Néstor Taboada Terán.
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