Lunes 03 de diciembre de 2012
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El movimiento por el decrecimiento económico -con raíces en las teorías de la economía ecológica de los 70- provoca miedo y dudas porque se plantea cómo se saldrá de la crisis si además ahora propugnamos un decrecimiento económico.
Pero existe una respuesta a la dualidad decrecimiento económico-creación de empleo. Lo que en realidad tiene que decrecer no es la economía, sino la continua producción y gran parte del consumo de bienes materiales; porque el planeta ya no lo puede soportar, y porque además no tiene sentido.
Entonces, ¿cuál sería la alternativa sostenible para crear empleo? Incrementar el consumo cultural.
A nivel económico, esto significaría que estaríamos dispuestos a destinar cada vez más dinero de nuestros recursos a actividades artísticas, educativas, de crecimiento personal, de investigación científica, etc., en vez de destinarlo al consumo de bienes perecederos.
Además, la ventaja de la cultura, como actividad espiritual que es, es que no solo no se consume nunca, sino que tiene efectos multiplicadores. La cultura no desaparece una vez consumida. Por tanto, tampoco tiene el efecto posterior de desencanto o de frustración que tiene el consumo material. La cultura nos mantiene en un estado de serenidad y de plenitud permanente, y aquello que aprendemos se convierte en parte de nosotros mismos para siempre. Y además nosotros también lo podemos transmitir a otros sin que por ello dejemos de tenerlo.