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Invitado


Domingo 25 de noviembre de 2012

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Cultural El Duende

Eric Gamarra Alisedo

25 nov 2012

Fuente: LA PATRIA

Eric Gamarra Alisedo. Oruro, 1964. Poeta y escritor. Bachiller del Colegio La Salle, de Oruro. Es ingeniero químico industrial, titulado en la Universidad de las Américas, Puebla, y máster en Economía de Negocios en el Instituto Superior de Monterrey, México. Ha publicado en Presencia Literaria y Arte y Cultura (de “Primera Plana”) de La Paz. Colabora en las revistas mexicanas ATCP, Papel de Literatura (del Instituto Nacional de Bellas Artes, México) y La Pluma del Jaguar (Puebla). Actualmente se desempeña como Gerente Técnico de Smurfit. Cartón y Papel de México S. A.”

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Pesher de la montaña

Misa

Escuchen ahora lo que dice Yahveh:

“¡Levántate, pleitea con los montes

y oigan las colinas tu voz!”

Miqueas 6,1

Yo te conocía sólo de oídas,

mas ahora te han visto mis ojos.

Job 42,5

Sed piedras vivas

como la Piedra Angular,

escribió Pedro a los dispersos

y su midrash es la medida

para que las escrituras

quepan entre montañas.

Santiago Santu Rayu

ahora recibe mi saludo,

te invito a mi mesa,

Lurya Qhaxya,

impitataw taqi chuymaw,

tus wak’as voy a invocar:

Ararat, al final del arcoiris;

Moria, en el monte de la fe;

Carmelo, el destierro del Baal-hapiñuñu

y la victoria de Elías-Thunupa;

Sinaí, donde el apu habló con voz de fuego;

Sión, el santuario de los ciclos, Aynuqa;

Tabor, el dínamo de las transfiguraciones,

la Piedra Nombrada;

el monte ignoto, la Piedra Viva

y el Makuri tentador;

y Gólgota, al cual propongo como montaña

pues es necesario testificar

la Última Alianza.

............

Qué tan alto silencio trae el Viento

pues lo acomoda en los rincones de mi cuarto.

Vienen con todo el espíritu,

entre neblinas y sombras,

vienen con la llovizna,

miran sobre mi hombro,

husmean estas páginas.

La llovizna es mi taquicardia,

un arcoiris termina en mi escritorio;

wak’a, wak’a,

repercute en mi nuca,

el aire se hace piedra:

a la misa llegan todos.

Una pareja de triángulos oscuros

en cada pared.

Ocho voces perturban las entrañas

de este bloque de aire:

“Atrevido, borracho has de estar

para llamar a Shadday.

¿Intentas acaso probar

que lo puedes ver cara a cara

y después sobrevivir?

¿Dónde está tu humildad?

¿No dicen las escrituras

que morirá aquel que toque el monte

y vea a Yahveh?”

Santificados sean sus nombres,

reverberan todavía en las paredes

y los ecos se suman y convergen

en una Palabra que no alcanzo a oír.

¡Ay, mi desgracia!

Ni siquiera conozco las preguntas

y ahora sé que estoy sordo.

¿Cómo podré ser justo

y puro ante Shadday

si la arena de la incertidumbre

carga mi corazón?

Junto a ustedes soy polvo.

Pero la duda es una lanza

que hiere a la soberbia,

la brisa que despierta

a la tolvanera de cenizas

de carne y hueso.

Hablaré sin temerles

porque así existo.

Desde el seno de la tempestad

responde la voz:

“¿Quién eres para dar razones sin sentido?

Vamos a interrogarte,

tú nos instruirás”.

Enseñar no puedo

pues mi juicio es vano

y mi mirada esclava

de sus jorobas patriarcales;

camino mis días bajo sus sombras,

¿por qué me acosan

o es que yo los sigo?

¿Me decepciona lo humano

y contemplo la estabilidad

del seno y la cima?

“¡Cuán necia tu pregunta!

Reniegas de tu especie

mientras inquieres graves asuntos

en tu propia lengua.

Mucha licencia te damos

para no conversar en Jaqi Aru.

Pero más seria es tu blasfemia:

el que no compadece a su prójimo,

abandona el temor de Shadday”.

¡No oscurece el desprecio a mi razón!

¿Qué animal representa al odio?

¿Quién convirtió en incendio

la fría luz de la inteligencia?

No hay remedio,

un defecto quedó en el barro:

el polvo de Adán no tenía Litio.

Tengo lástima del hombre enfermo

que en su demencia no reconoce

al Dios del cual es imagen.

“Compara tu silueta con la nuestra:

¿Qué parecido encuentras

sino que ambos nacimos del suelo

y que nuestro aliento es el aire que respiras?

Observa:

es el gas de la estirpe del Helio y el Hidrógeno,

hijo del Neón y nieto del Carbono,

fue parido por estrellas

para engendrar al Silicio

y emparentar con el Litio

por la antigua línea

de la nucleosíntesis”.

“¿Pretendes asemejarte a Shadday?

¿Qué sencilla geometría quieres aplicar

a su abstrusa y terrible simetría?

Juguemos pues, si así lo quieres:

Kunas kunas?

Construye una forma

que en disecciones caprichosas

mantenga en los fragmentos

la regularidad de la matriz.

Kunas akaxa?

Ármala, si puedes tú,

congénere de Riemann,

pariente de Escher

y al final encuentra

si hay un gránulo

en el que pueda caber...

tu imagen”.

Litigan con verdad,

montes burlones,

pero son tramposos

como un k’usillu.

Mucha ciencia adorna sus palabras

mientras usan la escritura

según su gusto y parecer.

Admito un mismo origen

pues en el cielo está

la débil huella

de una micro-onda,

como minúscula ola

que viaja en un océano

sin orillas ni fondo.

De este mar no hay mapas,

toda teología adivina su profundidad

pero las razones de su estructura

se repiten según raras atracciones.

Construir su figura no es posible

pues creada está ya.

“Hablas ahora con entendimiento,

cerca estábamos de irnos.

¿Sabes por qué llamaste al rayo?

¿Es tu mesa el mismo lugar

donde crees estudiar unos signos

ordenados y dibujados

con una ley incomprensible?

No eres ch’amakani

pero tu curiosidad nos agrada.

Atiende entonces

a los vientos de nuestra tempestad

que ahora van a disertar”.

“Una reunión sagrada hay en tu mesa,

en ella se intersecta

el plano del espíritu

y la línea perpendicular de tu vida:

es un punto ahora,

sin dimensiones,

sin origen ni dirección.

Apuntalado por nuestras cumbres,

en él se funden los mundos

de abajo y arriba,

Manqha-Pacha, Alax-Pacha.

¡Toque ahora el rayo

el corazón de la mesa!

¡Contempla el arder

de tanta condensación!

Y sin embargo

no hay cenizas ni te ciega el sudor...

¡¿Quién está aquí?!

¡¿Cuál es su nombre?!

–Amaina la tormenta,

el silencio espera,

cae la niebla de esta página–

Yo, el rayo y los montes respondemos:

“Somos el que ES”.

Fuente: LA PATRIA
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