Jueves 15 de noviembre de 2012
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Editorial y opiniones
Un mensaje a la conciencia
Toda infracción indigesta
15 nov 2012
Por: Hermano Pablo
Era un pequeño restaurante, uno de esos que llaman de comida rápida. El hombre, de treinta y ocho años de edad, entró a comer un sándwich de pavo. Comió bien, pero luego, además de no pagar, asaltó al cajero y le sacó ocho dólares.
El plan le salió tan bien que Guillermo Molina siguió haciendo lo mismo por tres meses. Comía comidas suaves y lo hacía rápidamente. Luego asaltaba al cajero, extrayendo el dinero que hubiera en caja, y se iba lo más campante.
Cuando lo arrestaron, el juez lo condenó a veinticinco años de prisión: un año por cada comida rápida que consumió y no pagó. De ahí en adelante, durante veinticinco años consecutivos, tendría comida, si no buena y abundante, por lo menos gratis: comida de cárcel.
¡Cuántas personas hay que comen cosas que parecen ser agradables, sin saber que se están indigestando! El hombre y la mujer que hacen el mal tienen la tendencia a encubrir sus faltas, y buscan justificar todo lo que hacen. Se juzgan a sí mismos y se declaran inocentes. Y siguen haciendo el mal hasta que la conciencia, cansada de acusar, deja de insistir.