En el solaz del recreo, al amparo de las paredes del colegio, se inicia la batalla que culminará con la retoma de la autonomía universitaria, a pesar de muchos, el movimiento universitario llegó a donde podían llegar sus dirigentes. Estancados sin posibilidad alguna se encontraban encerrados en las iglesias, algunos con hambre, otros, los impostores y quedabienes ahítos y repletos, hacia afuera sus ropas dizque revolucionarias y sus bocas verdeando decían su disimulo.
Marchando a defender la libertad, jurando que otra cosa será el porvenir, marciales, formados en bloques, toman rumbo a la plaza por la calle Presidente Montes, a la altura de la Sucre los paramilitares y policías los ven, su marcialidad no da lugar a dudas, ellos lucían como lucen los soldados en días de desfile, la voz atronadora gritaba cantando, a la altura de la Bolívar, los bolivaristas con los cabellos llenos de adrenalina confiaban y con el pecho henchido miran la plaza, estaba a merced de los colegiales, avanzan hasta la Prefectura, y entonces y sólo entonces gritaron autonomía y premilitar, ofuscados los policías no atinaban sino a mirar, ellos seguían marchando sin un ápice de miedo, doblando por la Adolfo Mier enrumbaron a la Catedral, lo que suponía una especie de desfile se tornó en una gritería de voces de autonomía, los que merodeaban en esas calles estaban atónitos, otros se sumaron haciendo de las filas ya una turba manifestante.
Las puertas de la Catedral se entreabrieron y asomaron cabezas y voces saludando. De allí ya en desorden unos pocos fuimos al Obispado donde se realizó una reunión. Algunos dirigentes, como dijimos, en esa pose descuidada y de víctima pero no de lucha, entablan conversación, hablaban como si el favor nos lo hicieran ellos a nosotros, en realidad éramos nosotros los que estábamos para enfrentar una batalla que de por sí podía ser perdidosa.
La Federación de Estudiantes de Secundaria y Profesionales de Oruro se reactiva, iniciamos en el Colegio Bolívar y cambiamos de cuartel general al Colegio Arce y allí se reunió a los dirigentes de los colegios, privados y fiscales, tres días después se tiene una directiva de transición a la cabeza de quien escribe estas notas.
La Fespo llamó a manifestarse y así se hizo los colegios llegaban en perfecta formación, colegios como el Saracho tuvieron que enfrentar a directores y profesores, algunos dirigentes pagaron con el aplazamiento, las chicas del Jesús María enfrentaron a las monjas, su fe a pesar de la espada de expulsión hizo que salieran y se encontraron con la fe que enseñaba el maestro, se encontraron con el prójimo. Las chicas del Dalence no podían quedar atrás y estaban allí con el mandil puesto a toda prueba. Recuerdo que los chicos y chicas del Arrieta hicieron otro tanto y ellos conformaron el otro pilar de los privados, algunos no dejaron que el colegio San Francisco saliera. El IAI llegó con su gente formada en la fe y el trabajo, el colegio Sainz sólo apareció entre las filas. Los leonistas aparecieron buscando vanguardia, el pecho henchido y listo al combate. El Bolívar encabezaba y a la altura de la Montesinos los universitarios coparon el frente. La mente aprendió a no aprender nombres ni direcciones, allí se jugaba la vida y alguito más, por eso no coloco nombres porque muchos fueron los nombres, muchos los espíritus que pusieron pecho a las balas y me disculpo si no nombro a los tantos que estuvieron en esas jornadas.
Quienes pensaron que sería una forma abigarrada, se estrellaron con adolescentes perfectamente organizados, dirigentes que sabían a que se estaban metiendo y ese miércoles se llegó a realizar una marcha que nunca lograron organizar los dirigentes universitarios, de allí en adelante los colegios todas las ciudades se sumaron, la batalla por la autonomía se ganó.
Del recuerdo de esa marcha sólo se me viene a la mente la lucha cuerpo a cuerpo de varias chicas del Dalence en la explanada del Conchupata, a mi madre en las calles adyacentes con baldes de agua contra los policías, a varios de nosotros con los pelos de punta por los disparos que hicieron los policías, recuerdo que llegamos después de los discursos con la retaguardia, la gente todavía manifestando y de allí en adelante la lucha sería ya otra hasta llegar a la democracia en octubre del 82. La juventud de esa generación soñó con mirar la democracia, soñó con el trabajo, algunos sólo el recuerdo, otros con el sueño intacto, soñando futuro, soñando libertad, soñando Bolivia.
Nota. A los combatientes, chicos y chicas, de los colegios orureños que abrieron brecha, como homenaje y llamada a los nuevos combatientes de cada año.
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