Lunes 05 de noviembre de 2012

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«Aquí comienza la danza general... la cual trata cómo la muerte [da] aviso a todas las criaturas que [piensan] en la brevedad de su vida y que [no le dan a ella mayor importancia de la que tiene].... [La muerte] llama y requiere a todos... que vengan de su buen grado o contra su voluntad.... Dice así: “Yo soy la muerte cierta a todas criaturas que son y serán [mientras dure el mundo]; demando y digo: ‘¡Oh, hombre!, ¿por qué [te preocupas de vida tan breve que pasa en un momento]?’”»
Así comienza el poema La danza de la muerte del siglo quince, que ilustra de manera sobresaliente uno de los temas que obsesionaba a los poetas de la Edad Media. En las antologías literarias se conoce como memento mori, que quiere decir “acuérdate de la muerte”. La danza de la muerte advierte que todos tienen que morir, lo mismo los ricos que los pobres, los de noble cuna y los humildes, párrocos y feligreses, reyes y soldados, todos por igual. Ya que no pueden escapar la muerte, los que han de pasar por ella concluyen que como tenemos que morir “sin otro remedio, con pura conciencia todos trabajemos en servir a Dios..., que Él es el [principio], fin y el medio por [donde] si le place habremos de [divertirnos con muchos], aunque la muerte con danza muy dura nos meta en su corro en cualquier momento”.