La letra de una canción refleja la importancia del vital elemento líquido, el agua, dulce o salada de acuerdo a la necesidad inmediata de su uso y consumo, como nos presenta la paradoja del presente con las aguas dulces de las vertientes bolivianas del Silala que serán utilizadas en tres ambiciosos proyectos de desarrollo regional, empezando por la instalación de un criadero de truchas que abrirá un proceso de industrialización diversificada en la zona potosina y las aguas saladas del mar cautivo para los bolivianos.
Los hermanos potosinos de plácemes al iniciar objetivamente un proyecto que además de sentar soberanía en nuestro territorio y demostrar que las aguas del Silala provienen de las vertientes en territorio boliviano, pero que fueron desviadas a la jurisdicción chilena para el sustento vital de poblaciones del norte de ese país, proceso que tiene más de un siglo y que no ha sido compensado como corresponde por gobiernos chilenos, pese a los constantes reclamos oficiales de nuestras autoridades.
Tenía que llegar el momento de crear una adecuada estructura en defensa de ese importante recurso natural boliviano, pero al mismo tiempo darle utilidad práctica para mejorar la vida de centenares de habitantes de esa ubérrima región que ahora tendrá nuevas opciones para su desarrollo, situación que por supuesto preocupa a los vecinos que han estado exigiendo a través de comunicados aislados una explicación sobre los proyectos nacionales.
En el marco de la estricta diplomacia podría corresponder una comunicación formal sobre el inicio de proyectos que utilizarán las aguas dulces del Silala, lo que seguramente ocasionará una disminución en el caudal que corre al territorio vecino por un desvío no autorizado pero pactado por las circunstancias casi naturales de un proceso centenario.
Las aguas dulces del Silala discurren hacia poblaciones chilenas solucionando la vital necesidad del consumo humano, como vital es también el derecho que reclaman los bolivianos para recuperar las costas ocupadas que dan salida al Océano Pacífico de aguas saladas, necesarias para posibilitar la vinculación marítima que une continentes permitiendo un amplio vínculo comercial del cual estamos privados.
En un caso el proyecto boliviano tiene amplio respaldo, es parte de la nueva política del adecuado uso de recursos naturales, de la necesidad de sentar soberanía en las zonas fronterizas y de abrir nuevas perspectivas de desarrollo para miles de habitantes que teniendo importante riqueza natural aún no la han podido aprovechar, de ahora en adelante lo harán y tal decisión es privativa de los derechos que están amparados plenamente por las leyes y la Constitución.
Sin embargo y sabiendo cuán importante es el uso del vital elemento líquido para el consumo humano, no se ha cerrado la posibilidad de negociar con Chile la recuperación de la deuda histórica sobre el uso de las aguas del Silala y definir una nueva estrategia concertada para aprovechar ese recurso que se origina en las vertientes del territorio boliviano.
El diálogo es importante, quizá en ésta situación perentorio para Chile, por lo que se espera una respuesta favorable al tratamiento de una Agenda pendiente de soluciones, con trece puntos entre los que están justamente temas como el de las aguas del Silala, el caso del Río Lauca y por supuesto la reivindicación marítima, un asunto de aguas dulces y aguas saladas, decimos nosotros.
Fuente: LA PATRIA
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