Domingo 28 de octubre de 2012
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Las tradiciones, que en tantas ocasiones son tan confusas como desconcertantes, las han traído al mundo las iglesias mismas. El paganismo tradicional de la Iglesia se convirtió con ello en tradición de los creyentes de Iglesia.
El verdadero Dios jamás ha vivido en iglesias de piedra. Dios jamás se dejó encerrar en el tabernáculo. Dios nunca estuvo en los dogmas ni en los ritos. Dios jamás bendijo las armas. Dios nunca repartió indulgencias por los pecados. Él jamás estuvo ni está en un confesionario. Dios nunca se ha dejado representar por un hombre, no importa cómo éste se haga llamar. El verdadero Dios es insobornable, El es absoluto. Pero Su ser es el amor, y el amor vive en cada hombre. En todas las formas de vida de los reinos de la naturaleza, en el átomo, en los más pequeños elementos del infinito está la ley omniregente del amor, está DIOS.
Dios no se aparta de su creación ni de sus criaturas, tampoco del pecador más grande. El amor llama siempre a la puerta del corazón, y el amor perdura. Algún día el mayor de los pecadores da la vuelta y se dirige a Dios. Para ello no necesita al “Padre” santo papal. Dios, nuestro Padre eterno, el verdadero Eterno, es el Dios Padre-Madre, cuyo amor y fuerza vive en cada uno. Podemos estar seguros del verdadero Dios. El ama a todas las personas, a todos los seres, a cada forma de la Creación del infinito.