El movimiento económico que se genera en Oruro la Capital del Folklore de Bolivia durante la temporada de carnaval deja muy pocos réditos a los organizadores y de modo especial a la Alcaldía y la Gobernación, la primera más que la segunda hace inversiones para mostrar a miles de turistas una ciudad con seguridad, comodidad y con un escenario “callejero” que permita espectar la fabulosa demostración devocional y folklórica de miles de danzarines que entregan primero que nada su compromiso religioso y luego voluntad, dinero y esfuerzo para satisfacer la expectativa de centenares de miles de visitantes nacionales y extranjeros.
Un reciente estudio realizado por docentes y estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas, Financieras y Administrativas de la Universidad Técnica de Oruro ratificó la situación ya conocida sobre los beneficios que produce el Carnaval de Oruro y que con la investigación del último evento muestra que los “mayores réditos “son para comerciantes de la vecina ciudad de La Paz, que se instalan y trabajan en la ciudad de Oruro.
Si bien el documento muestra algunas cifras especiales, anteriores investigaciones de la misma facultad de la UTO, detallaban inclusive que en los hechos reales el fastuoso espectáculo que se produce en Oruro y que convoca a miles de visitantes, simplemente no arrojaba resultados económicos favorables para quienes hacen el espectáculo.
Desde ya la inversión más importante corresponde a los orureños, empezando por los miles de danzarines que gastan en sus atuendos, en su preparación, en atención a ocasionales visitantes que llegan al carnaval y en una variedad de obligaciones propias inclusive las de orden institucional, pues los nuevos pagan desde la cuota de ingreso hasta un monto por derecho de carnaval, cifra variable en función al “tamaño” y antigüedad de la institución, aparte de los gastos menores que representa la participación en todo el programa carnavalero, casi de una semana.
En lo que representa inversión pública, la Alcaldía Municipal debe correr con la mayor parte de los gastos para tener lista la ciudad y habilitado el recorrido de casi cuatro kilómetros que cada año es objeto de reparaciones, cambio de iluminación, preparación de alegorías gigantes, instalación de baños públicos y otros detalles que se debe recuperar con la venta de metros lineales en las calles, venta de asientos en algunos sitios y el cobro de algunos impuestos que procesados después de cada carnaval arrojan resultados poco halagüeños, por tanto sin compensar óptimamente la inversión realizada.
Hay otros rubros de inversión, como los del transporte interdepartamental, el urbano y ferroviario, este último en menor escala pero también se mueven muchos miles de pesos en el ramo hotelero en todas las categorías del sistema cuyos empresarios deben tener en condiciones óptimas los hoteles, hostales, residenciales y alojamientos para poder satisfacer la creciente demanda de más gente que se queda en la ciudad.
Todas esas inversiones sólo compensan los montos obligadamente utilizados para ofrecer servicios, las ganancias son relativamente bajas frente al movimiento de circulación de miles de bolivianos u otras monedas, que como dice el estudio de una Facultad de la UTO es sólo de circulación interna para favorecer a un comercio visitante que se lleva la mayor parte de la utilidad efectiva.
Frente a estos hechos hay necesidad de replantear el fenómeno carnavalero, que manteniendo su invariable esencia debería convertirse ya en un canal de ingresos saneados para encarar el desarrollo del mismo evento, pero también con efecto benéfico para los orureños. Hay que planificar para convertir en beneficio los réditos del famoso carnaval de Oruro.
Fuente: LA PATRIA
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