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Domingo 28 de octubre de 2012

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Cultural El Duende

EL MÚSICO QUE LLEVAMOS DENTRO

Uruguay

28 oct 2012

Fuente: LA PATRIA

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Entre los primeros músicos del Uruguay figura fray Manuel Ubeda (1760-1823), autor de una Misa para el día de Difuntos, escrita en Montevideo en 1802; Juan José de Sostoa (1750-1813), autor de música sacra; Juan Cayetano Barros, violinista y director de orquesta en la Casa de Comedias de Montevideo, de 1806 a 1828; Antonio Barros (1800-1855), hijo del anterior, y también director de orquesta en el teatro, autor de sinfonías y conciertos; Tiburcio Ortega (1759-1839), maestro de capilla en la Catedral y director de orquesta en la época del virrey Pedro de Melo (1795).

La segunda generación de músicos uruguayos se caracteriza por el predominio del aficionado, que escribe ligeras piezas de salón para piano o canciones de carácter romántico. Se destacaron en este período Carmen Luna, Jacinta Furriol (1806-?); Diego Furriol (1808-1842), Fernando Quijano (1805-1871). En esos años llega a Montevideo el músico húngaro Francisco José Debali (1791-1859), autor de la música del Himno Nacional y de varias obras sinfónicas y de cámara.

A mediados del siglo pasado surge la tercera generación de músicos uruguayos, que se distingue por el advenimiento del virtuosismo pianístico, provocado por la llegada al Río de la Plata del célebre virtuoso Segismund Thalberg en 1855. Los principales representantes de este período son: Dalmiro Costa (1837-1901), autor de excelentes páginas inspiradas sobre melodías americanas; Oscar Pfeiffer (1824-1906), autor de brillantes paráfrasis de concierto sobre temas operísticos; Pablo Faget (1825-1910) y el ciego Miguel Hines (1820-1863).

La cuarta generación está encabezada por tres compositores de sólida técnica y más alta preocupación estética: Tomás Giribaldi (1847-1930), autor de la primera ópera escrita en el país, La Parisina, estrenada en el Teatro Solís en 1878; León Ribeiro (1854-1931), autor de óperas y sinfonías que revelan sólido conocimiento académico; Luis Sambucetti (1860-1926), formado en Europa y director de la primera Orquesta Nacional del Uruguay de 1908 a 1914. Carmelo Calvo (1842-1922), organista y compositor español, fue el maestro de varias generaciones de músicos uruguayos de ese período.

Con el siglo XX se produce el advenimiento de las corrientes nacionales en el terreno de la composición musical, destacándose en este sentido varios músicos uruguayos: Eduardo Fabini (1882-1950), autor de obras inspiradas en una tendencia nacional sincera y profunda; Alfonso Broqua (1876-1946), autor de una vasta producción que abarca todos los géneros; Luis Cluzeau Mortet (1893-1957). Paralela con la tendencia nacionalista, se desarrolla en la primera mitad del siglo XX otra línea expresiva en la música uruguaya que busca una fuente melódica ecléctica y una estructura formal universalista, representada a principios de la centuria por César Cortinas (1892-1918), autor de óperas, sonatas para violín y piano y numerosos lieder. La última promoción de la música uruguaya destaca los nombres de Carlos Estrada, Héctar Tosar (1923), Ricardo Storm, Luis Campodónico, entre otros.

En 1873 se creó el Conservatorio La Lira, y en 1879 la sección música de la Escuela de Artes y Oficios; el Instituto Verdi en 1890, el Liceo Franz Liszt en 1895 y el Conservatorio Musical de Montevideo en 1904. La Sociedad Beethoven inicia en 1897 la difusión de la música sinfónica. El SODRE, creado en 1929, cuenta con el Conservatorio Nacional de Música, la Orquesta Sinfónica y la Banda de Montevideo. El destacado musicólogo Lauro Ayestarán (1913), es autor de obras sobre el desarrollo musical del Uruguay.

El folclore nacional, íntimamente ligado con el argentino, cuenta entre sus danzas y aires nacionales, el Pericón, el Triste, el Cielito, el Triunfo, la Vidala, la Milonga, etc.

Principales teatros uruguayos.

En Montevideo, la Casa de las Comedias fue el primer teatro de la ciudad. Construido en un predio existente en la calle del Fuerte (hoy 1º de Mayo), se inauguró en 1793. Fue demolido en 1879, después de 86 años de vida fecunda. Allí nació el teatro y casi toda la cultura musical uruguaya del siglo pasado. Tenía 40 palcos en dos pisos y cazuela. Fue restaurado en 1814 y 1829. La Casa de Comedias, llamada así en sus comienzos en 1793, se llamó indistintamente Coliseo, desde 1814, aun cuando esta nominación no fuera privativa sino genérica. En 1843 toma el nuevo título de Teatro del Comercio y en 1855 se le otorgó la designación de Teatro de San Felipe hasta su demolición.

El Teatro Solís fue construido por el arquitecto Francisco Javier Garmendia, de acuerdo al proyecto de Carlos Zucchi. Su construcción, iniciada en 1841, se vio interrumpida por la Guerra Grande, siendo inaugurado finalmente el 25 de agosto de 1856. Adornado con detalles suntuosos y dotado de acústica perfecta, fue, en la época de su inauguración, uno de los más bellos teatros del mundo. En 1956 celebró su centenario con la representación de la ópera Hernani, la misma que subió a escena cien años atrás.

El Teatro Cibils, inaugurado en 1870, fue destruido por un incendio en 1920. En 1880 se inauguró el Teatro San Felipe en el mismo solar que ocupaba la colonial Casa de Comedias. Fue el tempo de la zarzuela, la opereta francesa y el género chico. Demolido a principios de siglo. El Teatro 18 de Julio se inauguró en 1910. El Teatro Urquiza por la misma época, actualmente es el Teatro Sodre.

Fuente: LA PATRIA
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