Han pasado nueve años de aquel histórico levantamiento de la ciudad de El Alto llamado la guerra del gas de 2003. De allí hasta aquí, ¿qué cambios reales se han producido? No han ocurrido grandes cambios, sino es por la propia dinámica social y económica que producen los propios alteños y alteñas. Esto es un hecho importante que hay que dejar notar. Dado que al parecer los nuevos gobernantes locales y nacionales producto de este proceso se han olvidado de este extraordinario hecho histórico. Incluso la mentada dignidad alteña ha sido varias veces vulnerada.
Pues se puede observar -aunque se sostiene que está en ejecución 37 proyectos- calles polvorientas, avenidas como la que comunica al aeropuerto internacional de El Alto, en malas condiciones. O mejor están como estaban antes de 2003 y el periodo neoliberal. Y es aún peor. Porque por ejemplo hace cerca de diez años la avenida Estructurante ubicada entre Kenko y Convifagc y otras zonas sigue siendo una avenida de polvareda ya que no se ha ejecutado el añorado asfaltado. Del mismo modo, las calles y avenidas de los barrios alejadas del centro de la Ceja de El Alto continúan en las mismas condiciones que éstas.
Dado que allí campea un gran abandono en temas de luz, seguridad ciudadana, calles polvorientas, gente que sigue viviendo en condiciones de pobreza e incluso en extrema pobreza. Esto es muy serio teniendo presente que es allí de donde salió el grito de la “no a la exportación del gas por Chile” en 2003 y es allí de donde salió también la fuerza para derrotar en diciembre de 2010 el gasolinazo del Gobierno de Evo Morales. ¿Por qué de estos hechos?
Un primer aspecto que hay apuntar es que no hay un proyecto real de transformación de la vida social y económica de la población desde los poderes locales y nacionales. El gobierno municipal a cargo de Edgar Patana, exdirigente de la COR-Alteña, no tiene una claridad de lo que debe ser un proceso de transformación estructural de la vida económica y social de la ciudad de El Alto con más de un millón de habitantes. Incluso se observa una errática política pública sobre este hecho. Pues hay que considerar que El Alto es una ciudad muy dinámica y es la segunda ciudad más poblada de Bolivia detrás de la ciudad de Santa Cruz. Tiene una gran potencialidad económica y sociopolítica al que sin embargo no acompaña el régimen político hoy vigente.
Así en el actual momento político llamado “proceso de cambio” los alteños no tienen un rol decisivo en la toma de decisiones estructurales en el nivel gubernamental. Porque quienes toman decisiones son gente y técnicos que no viven ni han estado en la lucha de octubre y mayo-junio de 2005. Y los gobernantes locales de esta ciudad y varios de sus dirigencias no demandan una real y verdadera transformación de la vida cotidiana de la gente. En este sentido una ciudad aymara urbana y con amplia comunicación con las áreas rurales y además con importantes nichos de otras condiciones sociales y económicas, siguen siendo postergada. ¿Esto deberá continuar de este modo? Pensamos que esto depende solamente de los propios alteños y alteñas porque saben que tienen una fuerza poderosa para seguir con lo que este hoy está así o cambiar de rumbo histórico en un sentido de un mayor protagonismo histórico en el país. El Alto no gobierna pero es el que más muertos ha puesto en la historia social y político desde hace nueve años.
Hoy estamos a nueve años de aquella fatídica semana de la masacre de El Alto con más 67 muertos y 400 heridos. Y en ese tiempo no se ha nacionalizado los hidrocarburos (sólo se hizo cambio de contratos), no hay industrialización de los mismos (las transnacionales petroleras siguen expoliando este recurso), Gonzalo Sánchez de Lozada (el presidente genocida del MNR) no ha sido extraditado desde Estados Unidos, El Alto sigue siendo una ciudad con profundas desigualdades sociales y económicas.
(*) Sociólogo alteño y aymara. Con estudios de maestría en Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamérica de Ciencias Sociales (Flacso-Ecuador). Fue director de la Carrera de Sociología de la UPEA, actualmente es coordinador de la Revista Willka.
Tomado de Bolpress.com
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