La ciudad de Oruro por efecto del crecimiento de la actividad comercial informal se ha convertido en un enorme mercado con la más surtida gama de productos y la más insólita variedad de puestos de venta que ocupan gran parte de las aceras y en muchos casos que están próximos a mercados inclusive las calzadas son utilizadas desaprensivamente por los comerciantes poniendo en riesgo la seguridad de personas, especialmente de niños y ancianos que deben transitar junto a motorizados en las calles atestadas de inverosímiles negocios.
Ha resultado muy difícil eliminar ese comercio ilegal, molestoso y peligroso, debido a la abierta resistencia del sector de los gremiales que agrupados institucionalmente enfrentan a todas las autoridades que pretenden organizarlos para que no interfieran las actividades del resto de la población. La tarea ha sido prácticamente una misión imposible para autoridades municipales debido al crecimiento de un comercio que “socialmente” permite a miles de personas salvar la provisión económica de sus hogares, por lo tanto no corre la idea de eliminar tal actividad, pero urge ordenarla convenientemente respetando normativas vigentes.
Varias son las normativas que están en vigencia para controlar la actividad de los gremiales, pero es más fuerte la presión del sector frente a la pura intención de los munícipes que han dejado pasar las cosas sin soluciones prácticas, permitiendo un desmesurado crecimiento que ha invadido gran cantidad de espacios públicos e inclusive de la propiedad privada, creando justificadas protestas de propietarios de inmuebles que han visto ocupados los límites de sus domicilios por anaqueles, casetas o simples mesones para la venta de cualquier cosa.
Frente al caos reinante se impone intentar un acuerdo con el sector de los gremiales para que en plena coordinación con las autoridades municipales se pueda acordar los términos de un convenio que permita regular la actividad de todos los comerciantes, empezando por supuesto por una racionalización de las autorizaciones municipales para disminuir el funcionamiento de más puestos y reordenar en los mercados los que actualmente están en actividad, además de acordar el cumplimiento de las disposiciones regulatorias sobre el uso de espacios en las aceras de modo tal que los transeúntes gocen del derecho a transitar con seguridad por las veredas y no por las calzadas.
Es evidente que faltan mercados, como no es mentira que en algunos centros de abasto en la actualidad hay muchos puestos vacíos, algunos convertidos en mingitorios, otras casetas como las instaladas en los predios de la Aduana son depósitos de los comerciantes que tienen sus puestos en la calle, usando aceras y calzada. Esos problemas deben ser considerados en su justa dimensión de modo que el sector del comercio gremial, el formal y el informal respondan a las necesidades de reordenar nuestra caótica ciudad, acordando de común acuerdo las normas que reglamente el trabajo de los comerciantes, garantizando seguridad a la población.
Vale la pena aprovechar la ocasión para exhortar a los miembros de un comité que debe encarar los trámites para edificar el nuevo Mercado Central, deje de lado los intereses sectarios y acometa su misión pensando en las necesidades de la ciudadanía y en la condición urbanística de la ciudad para disponer de una infraestructura que de verdad solucionará en gran parte la situación de los gremiales para desarrollar sus negocios de manera ordenada, segura, limpia y cómodamente.
Fuente: LA PATRIA
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