Si algo nos separó de Chile, desde aquel lejano febrero de 1789, es el agua. Primero, el agua de mar que se nos arrebató con alevosía, premeditación, ventaja y sobre seguro; ya que las tropas que procedieron a la invasión de nuestras costas que nos permitían el acceso al mar, estaban preparadas, entrenadas y predispuestas a usurpar nuestro territorio años antes y gracias a la ayuda de Inglaterra que tenía intereses empresariales y comerciales en nuestro Litoral.
Luego fueron las aguas del rio Lauca; rio internacional de curso sucesivo que fue desviado por Chile en perjuicio de Bolivia; así grandes extensiones de territorio que se dedicaba a la agricultura agrícola, no tuvo más la posibilidad de contar con riego, convirtiendo a esas tierras en desérticos parajes. La ruptura de relaciones diplomáticas, viene desde entonces.
Chile, jamás quiso aceptar que el rio Lauca, es de cauce sucesivo siendo internacional; sólo atinó a desviarlo unilateralmente, sin siquiera molestarse en dar una explicación. Para ello, movilizó tropas en la frontera, como una forma de amedrentar a nuestro país, haciendo que el lema de su escudo: “Por la Razón o la Fuerza”, brille patéticamente amenazadora, como cuando invadió Antofagasta.
Y ahora, es el Silala que nace en el lado boliviano, de un sistema de manantiales y bajan a través de canales artificiales construidos por los chilenos a ese país, hacen exactamente 104 años. El país vecino aprovechó de esas aguas durante todo ese tiempo, sin pagar un solo centavo.
Sin embargo, un antecedente de aceptación de la posición boliviana respecto a la propiedad de esas aguas, fue hecha por la Presidente Bachelet, quién se mostró dispuesta a pagar por ese recurso natural, en un tácito reconocimiento de que las aguas del Silala, son de propiedad boliviana. Pero, ahora el actual mandatario chileno, en lugar de actuar con la diplomacia del diálogo, optó por movilizar tropas chilenas en la frontera, siguiendo su política belicista, con la que nació Chile. Ese Chile pequeño por entonces y sin riquezas significativas; por lo tanto, sin muchas expectativas de ser un país viable. Desde ese entonces, desde su creación, no tuvo otro recurso que convertir a su ejército en una fuerza expansionista de ocupación.
El proyecto de la construcción de piscinas como criadero de peces por parte de los habitantes de esa región potosina, es legítimo, porque se trata de crear una importante fuente de empleo, de alimentación y de desarrollo para la región y para el país. Ahora, lo que hace falta es ordenar la situación caótica que vive el país en lo económico, en lo político y en lo social, uniendo voluntades, desterrando odios y gobernando con justicia; la única forma de vivir en democracia. Eso, nos permitirá anteponer el lema pacifista que aparece en el frontis del primer palacio de gobierno en la ciudad de Sucre, al agresivo que usa Chile. Sólo así podremos comprobar que “La Unión es la Fuerza”.
Por lo menos….esa es mi opinión.
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