En las elecciones estadounidenses pesa mucho el factor religioso. Allí la mayor rama religiosa es la que componen decenas de miles de iglesias de raíz protestante, las cuales congregan a poco más del 50% de su población. Luego le sigue el catolicismo, en el cual se adscribe un cuarto de sus habitantes. Después de ambos credos, los más fuertes son los judíos y los mormones, cada uno con menos del 2% de los estadounidenses.
Todos los 44 presidentes que ha tenido Washington han sido de origen protestante, salvo el católico Kennedy. Sin embargo, nunca nadie de otra fe ha encabezado a la megapotencia. El catolicismo ha roto un veto hace medio siglo cuando Kennedy les demostró a los evangélicos que sus iglesias, en vez de decrecer, podrían seguir prosperando. Hoy los sectores más duros del protestantismo se alinearon con dos católicos en las internas del partido republicano.
Si un judío intentase la Presidencia, no habría mayor veto dentro de los evangélicos, pues ellos se encuentran entre los mayores partidarios de Israel en su pugna contra el Islam. La religión hebraica no es proselitista y más bien muchas de esas nuevas iglesias buscan retomar algunas prácticas de los primeros cristianos que eran judíos y que no aceptaban ni los santos ni a Roma.
Sin embargo, lo mismo no ocurre con los mormones, a pesar de que estos se reclaman como la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. La mayoría de los pastores evangélicos no ve a los mormones como una rama del cristianismo (ni siquiera una errada, como ellos perciben al catolicismo) sino como a "renegados".
Los mormones compiten con los evangélicos tanto en la captación de adeptos como en cuestiones doctrinarias muy profundas. Los mormones tienen a la iglesia más rica oriunda de EE.UU., la misma que tiene empleados más de 50.000 jóvenes misionarios en todo el mundo predicando que hay un tercer testamento y una serie de libros que están por encima de la Biblia.
Los mormones han disminuido sus diferencias con el resto de cristianos al haber renunciado a su inicial poligamia y racismo antinegro, pero siguen difundiendo ideas que cualquier seguidor de los dos testamentos rechaza: que Jesús revivió en América, que él y Jehová son dioses distintos, que cualquiera si se esfuerza puede llegar a ser Dios, que hay un profeta vidente viviente a quien se le debe obedecer 100 %, que hay que llevar ropas interiores y atender rituales secretos en templos cerrados, etc.
El protestante Obama puede sacar ventaja de ello para calar en el electorado evangélico, el cual puede ver que en la plancha republicana ni Romney ni su vice, el católico Ryan, son sus correligionarios.
(*) Analista internacional
www.bigio.org
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