Después del operativo que se cumplió en Challapata con participación de una unidad militar acantonada en esa población y luego de comprobar que el negocio del contrabando de carros “chutos” permanece intacto, pese a las prohibiciones existentes, ejecutivos de la Aduana Nacional convienen en reconocer que a ese organismo le falta una adecuada implantación de equipos, vehículos, personal e inclusive un helicóptero.
No es exagerado el pedido dada la magnitud del contrabando, que dicho sea de paso no sólo se trata de vehículos que por supuesto resulta un millonario negocio, sino que además se amplía inclusive al tráfico de estupefacientes lo que de por sí agrava la situación y merece una particular atención para evitar que tan ilegal actividad socave los cimientos de las entidades llamadas a ejercer control y evitar el tránsito de productos de dudosa procedencia.
La otrora tranquila población intermedia entre Oruro y Potosí, Challapata, reconocida por las condiciones altamente favorables para la agricultura y la ganadería, el impulso a la industria lechera y por otro lado las perspectivas del desarrollo de actividades mineras en plena armonía con el cuidado del medio ambiente, perfilaban un horizonte de progreso creciente en esa región que debe recuperarse eliminando el pernicioso negocio del contrabando que hace daño a la región, no contribuye con impuestos pues hay una gigante evasión impositiva y altera el modus vivendi de una tranquila y laboriosa comunidad, ahora desesperada porque se denunció que algunas familias son las responsables del manejo de grandes capitales para mantener el sucio negocio del contrabando.
Lo de Challapata sirve para tomar en cuenta como parte de una estrategia que debe ampliarse a otras localidades donde se sabe de la existencia de garajes convertidos en depósitos temporales de vehículos indocumentados, pero que también sirven como depósitos camuflados para esconder enormes camiones de contrabando, situación muy delicada si se considera que algunos de los comunarios son parte de las bandas organizadas para mover un millonario contrabando que al llegar a los mercados de consumo altera de manera negativa el funcionamiento de la industria y comercio legalmente establecidos, restando además cuantiosos ingresos para el Estado, debido a la abierta evasión tributaria.
Controlar esta dañina actividad obligará a los ejecutivos de la Aduana, como a los del Servicio de Impuestos, mantener una permanente coordinación con las autoridades militares, policiales, del ministerio público y de las ciudades y comunidades para desarrollar un plan conjunto contra los clanes del contrabando en general, de modo que vuelva la tranquilidad y la legalidad a poblaciones rurales y una ciudad intermedia como Challapata a la que se la califica como “tierra de nadie” situación que debe revertirse de inmediato para restituir el orden, la legalidad y la tranquilidad que allí se necesita.
En cuanto a fortalecer las operaciones aduaneras resulta incoherente saber que ese organismo tiene déficit de movilidades, equipos y hasta elemento capacitado y bien remunerado para cumplir sus peligrosas funciones. La Aduana genera muy buenos ingresos, incauta movilidades ilegales, que muy bien pueden ser transferidas legalmente para fortalecer su parque automotor, brindando mayor comodidad y seguridad a su personal. Lo del helicóptero será un complemento ideal para controlar desde el aire las rutas del contrabando.
Fuente: LA PATRIA
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