El uso y real aprovechamiento de las aguas del río Silala que tiene un curso internacional debería ser el primer factor para sentar soberanía por parte de Potosí y dejar de lado la actitud temerosa, falta de seguridad y hasta las dudas que alguien pueda oponerse a ello, si todos sabemos que el río está en cruzando la altiplanicie boliviana por nuestro territorio.
Pensar que requerimos “autorización” para poner en marcha importantes proyectos destinados a mejorar la calidad de vida de los pobladores de la región fronteriza, es asumir una actitud irresponsable, porque nadie –absolutamente nadie- puede pedir cuentas al dueño de casa sobre las mejoras o el aprovechamiento que pueda realizar de sus bienes y beneficios que estos le otorgan, en este caso el uso de las aguas del Silala.
Los principios básicos reconocidos por la comunidad internacional para la observancia del cumplimiento y respeto de los tratados internacionales, no impone una revisión o modificación, mientras se cumpla con lo establecido en el Tratado de Paz y Amistad de 1904 entre Bolivia y Chile que está plenamente vigente, porque eso permite mantener una relación con nuestro país en la mayor importancia y trascendencia para el país del Mapocho, porque le une a Bolivia una estrecha vecindad geográfica y humana, que representa un futuro común para ambas naciones.
La política del actual presidente chileno Sebastián Piñera, no expresa el sentir de la estrategia diplomática y política con Bolivia, más bien resulta ser una postura hormonal que molesta y fatiga a los interlocutores chilenos que quieren construir una relación propia del siglo XXI, promoviendo sus esfuerzos conducentes a mejorar y consolidar una relación bilateral con nuestro país, en el marco de la integración para lograr una inmediata reanudación de las relaciones diplomáticas.
La recuperación del bolsón de Sillilica el Diego ya significó en la década de los años 90 un paso importante para consolidar el respeto mutuo entre Chile y Bolivia, puesto que fue la propia Cancillería Chilena la que reconoció la existencia de hitos irregulares y mojones que fueron colocados de forma ilegal y arbitraria en la zona fronteriza de la región boliviana de Potosí con el vecino país, habiéndose recuperado nuestro territorio dejando atrás la geopolítica expansionista de Chile que ha mantenido desde entonces una actitud de respeto y cumplimiento de los términos del Tratado de 1904.
Chile mostró un importante avance en las negociaciones el año 2002 con Bolivia, donde se analizó el tema del aprovechamiento de las aguas del río Silala y además de los factores que inciden el régimen de utilización de los puertos de Arica y Antofagasta, garantizando nuestro vecino el libre tránsito a favor de Bolivia, porque ellos saben que si no hay comercio boliviano se muere el norte de Chile, por lo que se mantiene invariable una relación económica a través de un acuerdo comercial binacional, para el comercio en el puerto chileno de Iquique, el más frecuentado por los comerciantes bolivianos.
La decisión de utilizar las aguas del Silala no tiene que ser consultada a nadie y el gobernador del Departamento de Potosí debe ponerse manos a la obra, lejos de darle vueltas al asunto que más bien denota inseguridad y falta de decisión para ayudar a los pobladores de la amplia región fronteriza boliviano-chilena, que soportan desatención al igual que los pobladores de nuestro departamento que desde el pasado siglo esperan la ejecución de un Plan Nacional de Soberanía de Fronteras que no se cumple y resultó ser un anuncio político más.
El gobernador de Oruro tiene la gran responsabilidad de proyectar el adecuado crecimiento y desarrollo integral de nuestra región fronteriza, porque se anuncia para el año 2013 la conclusión del proyecto vial Oruro-Pisiga, que permitirá avanzar con la consolidación del primer corredor biocéanico para unir el Pacífico con el Atlántico por Oruro, aprovechando nuestra estratégica posición geográfica, empero si no se hace nada lo único que nos quedará a los orureños es ver pasar los camiones de contrabando por una flamante carretera.
Ojalá los gobernadores de Potosí y Oruro puedan aunar esfuerzos y determinar el desarrollo y crecimiento de las fronteras vivas de nuestro país, tomando en cuenta que la migración que se registra cada año perjudica a ambos departamentos para la asignación de recursos económicos y eso debido a la falta de incentivos y apoyo a la gente de las provincias que se ven obligados a emigrar en busca de mejores medios de vida y subsistencia. Eso debe cambiar, para “vivir bien” que es el slogan del gobierno que mucho se repite pero no se cumple, al menos en el tema de las zonas de frontera.
(*) Periodista
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.