Sin lugar a dudas el resultado de las elecciones que se cumplieron una semana atrás en Venezuela ha cambiado el cuadro político hegemónico que prevalecía en la tierra cuna del Libertador de cinco naciones, donde se habla de una conciencia bolivariana que se extienda por toda la región, con fines de justicia y libertad en democracia.
Las cifras parciales y más adelante las oficiales del Tribunal Electoral Venezolano otorgaron un cómodo triunfo al candidato oficialista, el comandante Chávez, aunque en la presente ocasión el candidato opositor de mayor relevancia Henrique Capriles, sumó un descomunal porcentaje de apoyo, mostrando claramente que ahora hay democracia vigente y gracias a ese hecho una buena proporción de venezolanos ha podido expresarse a través del voto, mostrando una opción más para el futuro venezolano.
Ambos candidatos extremaron recursos y agotaron instancias para llegar a la conciencia ciudadana, mostrando un cúmulo de ofertas y una carpeta de promesas que ahora tendrán que desarrollarse, especialmente en el frente de la reelección, pero con una variante, habrá participación de la oposición, la misma que podrá consolidarse con la elección de sus nuevos representantes en otro sufragio especial que se cumplirá en diciembre venidero y que con seguridad mostrará esa otra cara de la Venezuela renovada en democracia.
Según los analistas políticos, lo sucedido en las elecciones de Venezuela es también la prueba lógica y mecánicamente cumplida de un desgaste del aparato gubernamental, producto de los años de control directo del sistema y la decadencia regular de los objetivos delineados y que no siempre se han cumplido para satisfacer a las mayorías, de ahí que un buen porcentaje de venezolanos ya mostró disconformidad con el sistema y abrió una puerta a la alternabilidad en el manejo del poder.
Como las condiciones de fuerza y soberbia no pueden perdurar bajo ninguna circunstancia política, salvo que el modelo sea de un totalitarismo declarado que viene a ser otra figura golpista atentando la democracia cosa que no es la que se vive actualmente en el país del norte sudamericano, las cosas cambian a partir de ésta nueva elección con la oposición en franco crecimiento además reconocida plenamente y con la alternativa de “meterse” muy de cerca en el control del nuevo periodo gubernamental, lo que favorecerá implícitamente a todos los sectores de una comunidad que buscaba más justicia y equidad.
Algo rescatable es que al final del tráfago electoral, conocidos los resultados, no hubieron denuncias de fraude o de intervenciones caprichosas buscando justificar las variantes que se han dado y que ambos candidatos, el ganador y el segundo en porcentaje, reconocieron y hasta se dieron un apretón de manos que gustó mucho a las corrientes populares, ahora más comprensibles sobre una realidad inexcusable que tiene que ver con una convergencia práctica en la conducta de los gobernantes y sus fiscalizadores.
Quién creyera, pero si no se dan cambios atrabiliarios en el curso de los días próximos Venezuela se encaminará con fuerza a remozar su estrategia política, practicando una verdadera democracia, permitiendo que la oposición que alcanzó un respetable porcentaje sea también parte activa en las grandes decisiones de un país en avanzada, no sólo en los límites de su generoso territorio, sino también como ejemplo de convivencia integracionista.
Fuente: LA PATRIA
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