Domingo 07 de octubre de 2012
ver hoy
No, no te contratamos porque tú eres joven y no tienes experiencia laboral. No, no te contratamos porque tú eres mujer y no queremos asumir una baja por maternidad, si llega el caso. No, no te contratamos porque tienes una discapacidad del 33 % y necesitamos a alguien con plenas facultades para trabajar. No, no te contratamos porque estás casado, tienes familia e hijos y no querrás hacer horas extraordinarias porque dirás que tienes que atender a los tuyos. No, no te contratamos porque tú ya tienes 50 años, tu rendimiento no es el mismo que el de una persona más joven y no nos eres rentable. No, no te contratamos porque no queremos vernos en la obligación de darte días de asuntos personales para cuidar a tus padres ancianos. No, no te renovamos el contrato porque adquirirías derechos y saldrías más caro que alguien recién contratado.
Tristemente, todas estas excusas tienen mucha actualidad. No son ciencia ficción, son realidad. Jóvenes, mujeres, discapacitados, gente casada, gente mayor, gente con familiares dependientes, etc..., en definitiva, todos nosotros somos víctimas de un sistema que, alentado desde las escuelas de negocios y bajo la dirección de unos pocos que manejan los hilos para su beneficio personal, no tiene en cuenta ni la persona ni su dignidad, y sólo se interesa por aquello que los seres humanos podemos producir. Nos han convertido en máquinas.