Comenzaremos recordando que por lo menos hasta el presente no se conoce ninguna norma de algún organismo internacional que impida las condiciones propicias que puedan darse para renegociar los “tratados entre países” como efecto de necesidades y funciones que puedan actualizarlos en el tiempo y que reafirmen sus condiciones de respeto mutuo y convivencia pacífica, así no se hubiese consignado ésta posibilidad en un tratado de marras.
Más allá de las posiciones radicalizadas que pudieran existir entre partes de un “Tratado de Paz”, como el firmado hace 108 años entre Chile y Bolivia un 20 de octubre de 1904, está claro que los derechos obtenidos por el documento deben ser cumplidos responsablemente, lo contrario da lugar a que una de las partes pueda exigir una renegociación que permita gozar de las definiciones plenas de ese acuerdo en vigencia e incumplido, en este caso por Chile.
El incumplimiento de ese “Tratado de 1904” es que ha llevado al Gobierno de Bolivia a reclamar sus derechos en función del contexto de ese documento que el país vecino logró fuese suscrito 25 años después de la invasión de fuerzas militares chilenas al suelo boliviano (1879), consignando entre otros derechos por ejemplo el de “libre transitabilidad” por el puerto de Arica, de carga y materiales bolivianos en condiciones de seguridad y adecuada competencia que permita además la conexión vial ferroviaria desde ese puerto hacia La Paz.
Hay otras contingencias contempladas en el referido Tratado que Chile lo defiende con intransigencia y lo incumple abiertamente, situación que es una de las causas del justo reclamo boliviano, que sin embargo, no altera en lo más mínimo el objetivo supremo de pedir al país invasor la restitución del territorio ocupado que cercenó el acceso soberano al océano Pacífico, derecho inalienable que se ha planteado en la mayor instancia de justicia internacional.
La posición del país vecino en respuesta a la demanda boliviana, con la expresión de su Presidente enfatizando que, Chile usará “toda la fuerza del mundo en su defensa”, no es una novedad, es la reiteración de una actitud repetitiva, por lo menos en este gobierno, que responde agresivamente a una justificada demanda boliviana, que ha logrado el apoyo de varios países que buscan objetivos de integración en esta parte de América.
Algo que debe remarcarse es que la diplomacia boliviana no ha cerrado el diálogo, por tanto plantea la necesidad de renegociar el “Tratado de 1904”, definir el tratamiento de una agenda interrumpida que se negociaba en la anterior gestión gubernamental y que fue cortada por el actual gobernante, impidiendo el desarrollo de un acercamiento diplomático, abierto y amistoso.
La ciudadanía chilena sabe que entre ambos países existen vínculos de amistad que fortalecen las relaciones comerciales, como la fuerte presencia económica boliviana en el norte chileno, especialmente en el importante movimiento que se produce diariamente en los puertos de Iquique y Arica que se nutren del gran movimiento comercial que genera Bolivia con beneficios directos para la economía de esos sectores.
Hay aspectos que deben revisarse y en ese contexto no existe en absoluto impedimento alguno para renegociar un tratado, máxime si una de las partes del mismo incumple sus solidarias obligaciones.
Fuente: LA PATRIA
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