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Domingo 30 de septiembre de 2012

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Cultural El Duende

EL MÚSICO QUE LLEVAMOS DENTRO

Brasil

30 sep 2012

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Antecedentes. Cuando llegaron los colonizadores europeos, los indios que habitaban el Brasil practicaban el canto, la danza y el uso de instrumentos para acompañar las ceremonias rituales y guerreras. Iniciada la conquista, es en Bahía y Pernambuco donde se manifiestan los primeros intentos de música culta. En 1549, el sacerdote Manuel de Nobega funda un seminario que instruía a los indígenas en el canto sagrado y el drama religioso. También establece en Santos un colegio de enseñanza de música sacra. En Río de Janeiro (1567), el francés Carlos Lery se admira al escuchar a 600 indios cantar a coro en los servicios divinos. Entre tanto, la música profana se concreta a las cantigas portuguesas, indolentes y monótonas.

Cuando Brasil está bajo el poder español (1578), se cultiva además los boleros, zapateados, fandangos y seguidillas. A partir de 1609, con la liberación de esclavos indios, se inicia la importación de esclavos negros de África, quienes también contribuyen a la formación del folclore nacional. Su acento, el ritmo elemental y la fuerte religiosidad, ahogan la nostalgia del suelo nativo, la libertad perdida y hallan eco en el conquistador que tiene a su vez saudade de su patria lejana. De estos tres elementos, el indígena, el negro y el europeo, nace la música brasileña. Los holandeses que entre 1624 a 1641 ocupan el nordeste del país, también dejan un floreciente desarrollo cultural y musical.

La primera creación eminentemente nacional fue la modinha. Nacida en Bahía, su popularidad se extendió hasta llegar a la Corte de Portugal. En la segunda mitad del siglo XVIII florece la Escuela Musical en Minas Gerais. Francisco Curt Lange, ha exhumado gran número de manuscritos que evidencian un acervo valioso. Figuras destacadas de esa escuela fueron los músicos mulatos Jose Joaquim Emerico Lobo de Mesquita, Marcos Coelho Netto, Francisco Gomes da Rocha y Joaquim de Souza Lobos. En 1808, se establece la Corte portuguesa en Río de Janeiro y la música desarrolla espléndidamente; llegan músicos europeos para la capilla real, cuenta además con una orquesta y un cuerpo de sopranos de alto nivel. Destacan en este período: José Mauricio Nunes García (1767-1830), considerado el padre de la música nacional; Marcos Portugal (1762-1830), célebre compositor portugués que residió en Brasil desde 1811 hasta su muerte; Segismundo Neukomm (1778-1858), alumno de Haydn; Damián Barbosa de Araujo (1778-1856), violinista y autor de música sacra, y José Reboucas (1789-1843).

En 1813 se inaugura el Teatro Real de Sao Joao en Río de Janeiro. El viajero inglés Alexander Caldcleugh lo llama el primer teatro de Sud América afirmando que los conciertos de la Real Capilla de Música en la Corte del Emperador estaban dispuestos como las de Lisboa; no se evitaban gastos para que la función fuera enteramente digna del tema. Sopranos en número de catorce o quince, unían sus voces peculiares en la música de Marcos Portugal y de los mejores compositores de música sagrada, formando, en conjunto, una calidad de melodía debidamente apreciada.

El progreso de la música brasilera se debió, en gran parte, al emperador Pedro I (1798-1836), destacado compositor y autor del primer Himno Nacional. Al subir al trono su hijo, Pedro II, se fundan escuelas de música dirigidas por maestros de renombre, hasta se realizan gestiones en 1843 para que Wagner se establezca en el Brasil, propósito que no se concreta. Francisco Manoel da Silva (1795-1865), compone el definitivo Himno Nacional en 1831 y, junto con el músico español José Amat, funda la Academia de Música Nacional. En 1857 se inicia el período de la ópera nacional, fecundo como ninguno en América. Egresa de este Conservatorio Carlos Gomes (1846-1896), primer músico americano de relieve internacional.

Música republicana. Surgida la República en 1889, al año siguiente se crea el Instituto Nacional de Música dirigida por Leopoldo Míguez. Aparecen los conservatorios de Pará, Curytiba, Pernambuco, Bahía, Petrópolis, Porto Alegre y San Pablo. En este periodo sobresalen los compositores: Elías Alvares Lobo (1834-1901); Joao Gomes de Araujo (1846-1942); Alberto Nepomuceno (1864-1920); Enrique Oswald (1852-1931); Francisco Braga (1868-1945); Joao Bautista Juliao (1886); Leopoldo Míguez (1850. 1902); Ernesto Nazareth (1863-1937); Barrozo Netto (1881-1941); Héitor Villa-Lobos (1881); Francisco Casabona (1894); Oscar Lorenzo Fernández (1897-1948); Brasilio Itiberé (1896); Francisco Mignone (1897); Juan Octaviano (1896); Jaime Ovalle (1894); Assis Republicano (1897); Dinorá de Carvalho (1905); Eleazar de Carvalho (1912); José Vieira Brandao (1911); Radamés Gnatalli (1906); Hans Joaquín Koellreutter (1915); Claudio Santoro (1919) y Joao Itabaré da Cunha (1870-1953).

Corriente nacionalista. Esta corriente nació con La Sertaneja, rapsodia para piano compuesta por Brazilio Itiberé da Cunha en 1860. Se suman Alexander Levy (1865-1892); Alberto Nepomuceno (1864-1920); Joaquim Antonio Barroso Netto (1881-1941); Francisco Braga (1868-1945) y Ernesto Nazareth (1863-1934). En el siglo XX, el movimiento brilla a través de Heitor Villa Lobos, uno de los compositores más prolíficos del mundo. Sus obras suman más de 700 creaciones que van desde los Choros, las Bachianas y música de cámara. También cabe resaltar la labor de Oscar Lorenzo Fernández (1897-1948); Francisco Mignone (1897), Mario de Andrade, Renato Almeida y Luis H. Correa de Azevedo.

En 1908, se crea en Río de Janeiro la Sociedade de Concertos Sinfonicos dirigida por Francisco Braga; la Sociedade de Concertos Sinfonicos de San Pablo inicia actividades en 1921 y la Orquesta Sinfonica Brasileira en 1940.

Danza. Entre las principales danzas tradicionales brasileras están: el cate reté, la embolada, el maracatú, la chiba, el cururú, la macumba, el batuque, la conga, el maxixe, la samba, el jongó, etc. Los frevos derivan de antiguas representaciones de Navidad.

Eric Blom. “Diccionario de la música”, 1986

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