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Domingo 30 de septiembre de 2012

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Cultural El Duende

Una nueva obra de Josep M. Barnadas

30 sep 2012

Fuente: LA PATRIA

El académico de la Lengua, Alfonso Gamarra Durana, comenta la obra autoconmemorativa del historiador boliviano nacido en Cataluña, Dr. Josep M. Barnadas: “Una biblioteca singular y otros escritos sobre libros”

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Segunda y última parte

El escritor

El fundamento de una bibliofilia cuidadosa surge cuando el rancio prestigio de las páginas de un libro cede su sitio a la fama instantánea que surge en el autor cuando levanta la carátula y deja correr su predisposición de investigador. En ese momento debe examinarse, definirse, autoteorizarse, para llegar al conocimiento de sí mismo y confirmar si ha nacido para aislarse del mundo y concretarse en los valores escritos. Su afición lo lleva a abdicar como sujeto, pues se tiene que introducir en una vida real, pero ascética, como para que su único propósito le dé plenitud en la conciencia.

La labor del bibliófilo es resultado de un esfuerzo puramente práctico, de saber buscar en el pasado para redactar en el presente; y, en el papel de crítico, ser un escritor de léxico depurado. Con el transcurso del tiempo, cuando está terminada, la obra del bibliófilo deslumbra si hay efectos, y las ventajas esplenden en el flujo de elementos heterogéneos, que, al resultar en datos, dejan de estar sospechados, olvidados o ignorados.

La autenticidad de ese ser está en que forma su obra interiormente. La va moldeando a veces por años, tal vez ni le interese el control de su imagen, y, sin embargo, termina ejecutando un escrito favorable para los demás. El premio obtenido es una mayor experiencia civil y ética, largamente perfeccionada, consecuente con la fe que lo anima, llevando su vocación como una prédica. Y así lo dice Barnadas en otros capítulos del tomo, que hay “libros para aprender y para vivir”, y los va destacando, unos como admirables, y otros como ejemplares, que sirven para encandilar, y por eso leerlos y releerlos varias veces, e imitarlos cada vez que se pueda.

Una biblioteca

Cuando ingresamos a una biblioteca grande, aglomeración inconcusa de tratados, penetramos en un recinto místico, donde en lugar de ídolos y sahumerios se percibe el olor del papel seco y se columbran las encuadernaciones antiguas; ni siquiera se siente el revolotear de espectros, sólo un laberinto organizado para ganar espacios, y en los lomos pueden leerse títulos, aparentemente subversivos, en idiomas como alemán, inglés, catalán, latín, etc.

En el interior se experimenta una pérdida de libertad porque el individuo creador se transforma en objeto, que es pasible de análisis físico, y la fuente escrita de información deriva en ente vivo porque se activa peculiarmente, y puede ocasionar el hallazgo de discusiones sobre las querellas de las coyunturas, la trayectoria lógica de las edades, las principales tradiciones y arquetipos de las circunstancias del género humano.

Todas estas características del autor y su biblioteca se adaptan perfectamente al Dr. Barnadas, porque de acuerdo con las guías de búsqueda, que ha tenido como leit motiv de su vida, se encuentran en sus anaqueles. Que en este sentido es dueño de una visión de corroboración más fidedigna que la mayoría del resto de los intelectuales, a tal punto que lo destacable sería que su obra escrita sea tomada como esencia de lo que saben los libros-objeto.

En la biblioteca yacen los títulos protegidos del olvido, prueba de una escrupulosidad incansable del coleccionista, porque no caben simplemente en las filas del depósito para mostrarse a la vista, con el interés de conservarse para la posteridad y de concederle un mérito al dueño que es el autor. El merecimiento importante está en que Barnadas va construyendo evidencias con pedazos descubiertos de las certidumbres conflictivas, y en los intersticios creados por la investigación se contestan las interrogantes sobre el tiempo pasado, el sentido de las existencias, y las posiciones humanas levantadas en el mundo.

Esto nos dice confidencialmente que no somos amos de los volúmenes, y que queremos convencernos que los conservamos como propios, y sólo somos rehenes de ellos.

Contenido

¿Y cuál es el contenido de su thesaurus? ¿Lo que origina sus intuiciones explicables, su obsesión personal? Quisiera reducirme a miniaturas lingüísticas para resumir ese imposible.

Es un viajero que cumple su itinerario sobre el mundo alojándose en los postulados de cada libro. Sus estancias dependen de la discreción en los comentarios, la credulidad en los escritos antiguos, la confianza en los discursos de la humanidad. Parece no tener apuro en su cometido ni punto cardinal ya escogido, por eso se detiene, acompañado de la reflexión, en los anales y en algunos ámbitos literarios, que son la parte más difícil para encauzar los lineamientos generales de la historiografía.

Porque muchas veces es necesario subordinar la obra a la vida del escritor, animada de una poderosa intuición, que se conduce a lo largo de hitos propios, científicamente cognoscibles en las disciplinas de la historiografía, al ceder la palabra a facultades consideradas superiores (lingüística, sociología, psicoanálisis) afianza sus aseveraciones. Proporciona una visión clara, casi siempre desde los siglos en que la actividad de la caridad cristiana se ejercía en los continentes conocidos, intentando construir una ciencia de las misiones, y arribar a los acontecimientos caóticos en que lo racial, lo económico, la codicia de espacios, producían las dudas de identidad y del sentido existencial en todas las regiones del orbe. Por eso, todos los que leen, comprendiendo su trabajo, le encomian.

Fácilmente se entiende el papel de anticuario que desempeña el autor, que quiere hacer una recuperación del pasado en el presente. Intenta razonar las reacciones colectivas pero remotas, haciéndolas objetivas; colocándolas quizá en un contorno universal. Cualquier pista encaminada a complementar la comprensión de los hechos es servible. Sin embargo puede caer en una telaraña de doctrinas y teorías; cruzarse en los caminos de sucesos y actitudes falsas, de fingidas matrices, de aspectos insustanciales.

Lo que se encuentra entre los papeles antiguos son ya fastos anacrónicos, que no pueden ofrecer innovaciones; el historiador no sólo entendiendo lo básico sino utilizando la experiencia como sentido, se cuida de no ser llevado por arenas movedizas, de esas que cuando determinada circunstancia histórica pasa, algo del episodio puede esfumarse o ampliarse. Es decir que no se puede creer que todos los documentos dijesen imparcialmente la efectividad de lo verídico, que hay que reflexionar para evitar el absurdo, rechazando las excepciones obvias, utilizando primeras fuentes para que no reviente el asunto protagónico.

Ya Barnadas ha enseñado que conserva la rectitud de una plomada, gracias a su infatigable prolijidad, que le lleva a adentrarse en los adarmes de los escritos. Sigue un solo fin, como expresión asimismo de la particularidad del crítico, tiene categorías clasificatorias, en las que sus datos históricos se subordinan en marcas, que su práctica de toda una vida le ha enseñado. Es que ha tenido un método para perseguir, hallar, estudiar y clasificar los libros. Sus trabajos, publicados en distintas épocas, en distintos medios, obedecen al criterio uniforme de su lógica.

Fin

Fuente: LA PATRIA
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