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Cultural El Duende

Las flores del mal en la política

30 sep 2012

Fuente: LA PATRIA

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Preocupaciones recurrentes en la historia de las ideas en Bolivia son los fenómenos del autoritarismo, el totalitarismo y el populismo, pero a la vez el olvido, la indiferencia y el desconocimiento prevalecen en sectores académicos y segmentos universitarios de la sociedad. A principios del siglo XX, el estudioso Tomás O’Connor d’Arlach nos presentó un trabajo titulado Rosas, Francia y Melgarejo (1914), donde hace un análisis comparativo de las dictaduras de Juan Manuel de Rosas de Argentina, José Gaspar Rodríguez de Francia de Paraguay y Mariano Melgarejo de Bolivia. El autor afirma que la única semejanza que halló entre ellos es el haber llegado al poder no por el voto del pueblo como lo prescribe la ley fundamental de la democracia, sino por su sola voluntad y audacia, despreciando la voz del pueblo, rasgando sus constituciones políticas y burlándose de los principios republicanos. O’Connor d’Arlach, fiel a su época e influenciado por el positivismo francés, trata de explicar a este fenómeno con las doctrinas de Gall, Lavatier y Lombroso que consideraban estos actos autoritarios como una enfermedad de la humanidad. La conclusión que llega el autor de principios de siglo XX es que sería imposible tener otra vez un Rosas, un Francia y un Melgarejo. Su estudio estaba destinado simplemente para el recuerdo de la memoria colectiva de estos tres tiranos que fueron –según el autor– superados por la historia.

La ensayística esbozada en el siglo XX nos muestra aspectos recurrentes en torno a los fenómenos del autoritarismo, el totalitarismo y el populismo en distintos regímenes políticos y vertientes variadas donde en algunos casos llegaron a consolidarse y ser perceptibles en la praxis política. El filósofo boliviano René Antonio Mayorga esboza la temática del populismo con su estudio Antipolítica y neopopulismo (1995), donde hace un análisis comparativo del Perú, Brasil y Bolivia. En los años noventa los actores políticos que preocuparon a Mayorga fueron Collor de Melo en el Brasil, en el Perú el llamado entonces tsunami Alberto Fujimori, y en el caso boliviano el surgimiento de los partidos neopopulistas: CONDEPA y UCS. Los tres estudios de caso tienen como aditamento a la democracia. Mayorga ve una “nueva” pero a la vez “vieja” forma de hacer política en democracia que fue acuñado como el fenómeno de los outsiders. El autor plantea tres cuestiones de análisis: (1) El discurso político; (2) el contexto político que emergieron estos “nuevos” actores neopopulistas y, (3) los diferentes impactos y consecuencias de la antipolítica sobre las perspectivas institucionales de la democracia en estos países latinoamericanos.

El estudio que hicieron en su momento Tomás O’Connor d’Arlach y René Antonio Mayorga de épocas muy distintas y actores muy diferentes entre sí, nos muestra esta compleja y constante preocupación en las ciencias sociales. Como acertadamente señaló Mayorga: “El neopopulismo [con todas sus imbricaciones] estará mucho tiempo en la palestra y es una temática que constituye un terreno por desbrozar y merece ser objeto de investigación sostenida”.

Acaba de publicarse el estudio de H. C. F. Mansilla titulado Las flores del mal en la política. Autoritarismo, populismo y totalitarismo, (Santa Cruz de la Sierra, Editorial El País, 2012). Mansilla es probablemente el más fecundo de nuestros ensayistas en el campo de la filosofía y la ciencia política. Con anterioridad nos presentó Los problemas de la democracia y los avances del populismo (2011), donde ya nos esbozó algunos aspectos del populismo y el autoritarismo.

Se puede afirmar que Las flores del mal en la política nos remite a la tesis central que detrás de algo “inofensivo”, “esperanzador” o “bello”, como son las cálidas y multicolores flores de la naturaleza, está simultáneamente o paralelamente una constante antropológica dentro de la filosofía política que es la toma o conservación del poder. Como claramente advierte el sociólogo Max Weber: “El mundo está regido por los demonios y que quien se mete en política, es decir, quien accede a utilizar como medios el poder y la violencia, ha sellado un pacto con el diablo, de tal modo que ya no es cierto que en su actividad lo bueno sólo produzca el bien y lo malo el mal, sino que frecuentemente sucede lo contrario”. Al respecto Mansilla acertadamente señala: “El autoritarismo y los otros infortunios de la esfera política tienen la suerte de cautivar a muchos intelectuales, escritores y artistas, que, a su vez, se consagran a cantar y a justificar los fastos de estos regímenes. Una parte importante de la población respectiva se siente atraída por diversos mecanismos de encandilamiento masivo que irradian estos experimentos sociales, y los elementos de este hechizo colectivo son percibidos a menudo como flores agraciadas y seductoras”.

Las flores del mal en la política es una colección de ensayos que nos muestra cuatro enfoques para el estudio del autoritarismo, populismo y totalitarismo que aparecen consecutivamente y pueden ser estudiados indistintamente: (1) La religiosidad popular y las tradiciones culturales que juegan un rol peligroso al predisponer a la población a la aceptación de gobiernos y caudillos que piensan y deciden en nombre de los pueblos; (2) Los ideales igualitaristas y utópicos son muy importantes en el imaginario popular para la conformación de la mentalidad colectiva. Los regímenes populistas los alimentan vigorosamente y, al mismo tiempo, construyen élites muy privilegiadas que monopolizan las decisiones políticas; (3) Las masas y los intelectuales favorables a estos gobiernos piensan en oposiciones binarias elementales “patria/antipatria”, que simplifican una problemática compleja, lo que facilita la manipulación de la población respectiva de parte de las élites políticas, y (4) Los regímenes populistas y autoritarios se sirven de ideologías legitimatorias que destacan el carácter único e incomparable de los mismos, cuando en realidad estos modelos significan una marcada regresión en el campo histórico y un claro retroceso en el terreno constitucional.

El punto de vista de H. C. F. Masilla nos señala que las distintas vertientes en que se origina el autoritarismo, el populismo y totalitarismo tienen un tronco único, pero tienen ramificaciones distintas. El autor resalta que estas imbricaciones no son fenómenos recientes, sino en base a un estudio comparativo nos va mostrando ciertos aspectos recurrentes, constantes y reelaboraciones del ingenio político en el siglo XX y principios del siglo XXI. Se puede afirmar que los pueblos en todas las épocas y contextos al escuchar las flores vertidas por los políticos como: “modernización”, “revolución”, “nacionalización”, “socialismo”, “cambio”, “empleo”, “salir de la crisis”, “vivir bien”, etc., justifican o hacen que se conserve el poder. Mansilla indica que los gobiernos actuales de Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela han surgido de elecciones libres y cuentan aun hoy con un amplio respaldo popular, pero no necesariamente este apoyo masivo es según la locución latina la correcta: vox populi, vox Dei (voz del pueblo, voz de Dios), sino el autor llama la atención sobre los aspectos adjuntos que traen consigo los regímenes populistas a largo plazo como la consolidación de una tradición autoritaria, el descalabro de la institucionalidad estatal, la exaltación de las diferencias culturales, étnicas, etc., entre muchos otros aspectos que identifica el autor. Félix Reyes Ortiz a finales del siglo XIX anota en sus Escritos políticos: “Nuestro propósito se reduce a una sola palabra agradar. Cuántos esfuerzos, fatigas y sinsabores, cuántos desengaños, luchas, crisis y decepciones por las que tienen que pasar los gobiernos para llenar esta misión y está destinado o ligado a una causa que es el pueblo”.

La Sagrada Biblia señala en la Epístola de Tito, 1:15: “Para los puros, todas las cosas son puras, más para aquellos que están corrompidos nada es puro, sino que aún su mente y su conciencia están corrompidas”. Según la interpretación subjetiva que concibo es que los llamados “puros” son el pueblo en su conjunto que cree en las flores esperanzadoras lanzadas por los políticos y los “impuros” son aquellos que no caen en esa ingenuidad de la pureza del pueblo. Los impuros son los espíritus críticos que encuentran o ven con escepticismo a los regímenes populistas que a menudo tienen una envoltura agradable a los oídos de los puros. Por consiguiente, no son infundados ni vanos, los prestigios de que ya goza H. C. F. Mansilla como ensayista en el campo de las ciencias sociales. En conclusión podemos decir que este libro –en lo que hace a sus finalidades– abre espacios de discusión, debate y cuestionamiento por parte de los impuros escépticos.

Freddy Zárate.

La Paz. Abogado y escritor

Fuente: LA PATRIA
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