Si hay algo que debe entenderse como un factor preponderante que mantiene activo el comercio de las drogas indudablemente es su consumo, pues para satisfacer esa demanda es que los comerciantes o mejor los traficantes de esa materia prima se dan modos para obtener la “mercancía” que causa estragos en la sociedad en general, pero con mayor incidencia en ciertos centros de países altamente desarrollados.
En los últimos informes que publica el gobierno norteamericano sobre erradicación forzosa de la hoja de coca y el control del narcotráfico, nuestro país se mantiene aún por encima de la línea roja, lo que significa que los esfuerzos realizados con frecuentes operativos en los que se decomisa toneladas de cocaína en varias de sus formas, todavía no alcanza la escala de control aceptable que nos permita vencer esa barrera que habilite una vez más la opción de ser retribuidos con preferencias arancelarias por mejorar las condiciones de la erradicación forzosa de coca y el tráfico de droga por el territorio.
En verdad preocupa tal situación, pues otros países con mayor producción directa de droga están consignados fuera de las restricciones que pesan sobre el nuestro, hecho que realmente amerita una explicación para despejar esas dudas que comprometen otras alternativas más próximas a posiciones políticas que a programas de erradicación y control de plantaciones, sin descuidar por supuesto esa tarea que cumple el narcotráfico cuando utilizando nuestro territorio moviliza considerable cantidad de droga.
Sea como fuese, el hecho es que hay un trabajo de erradicación de coca, aunque por otro lado se asegure también que existe permisibilidad para la expansión de plantaciones de coca en lugares no tradicionales, configurando ese hecho otra forma de proveer materia prima para el narcotráfico que sigue operando pese a la liquidación de varias fábricas de diferente proporción en las que se elabora cocaína que es decomisada e incinerada, aunque se dice que todavía existe producción fuera de control, la que llega a los mercados externos.
Según los informes de Washington, Bolivia redujo el 2010 los cultivos de hoja de coca de 34 mil 500 hectáreas a sólo 30 mil el año 2011, pero añadiendo “que pese a esa reducción la producción de cocaína aumentó en 28 por ciento, es decir de 205 a 265 toneladas”, lo que posiblemente se toma en cuenta para la calificación que manejan en el país del norte.
Hay una serie de hechos que preocupa a la comunidad en su conjunto, incluyendo por supuesto a las autoridades y es justamente el destino de una gran cantidad de coca excedentaria, tanta que abarrota los depósitos de una entidad “recuperadora” de coca con fines lícitos para su industrialización, pero que no es posible utilizarla en la proporción que genera su continua incautación produciendo una lógica duda sobre el destino de una enorme cantidad de la hoja sagrada que no puede ser incinerada.
Bajo estas alternativas entre producción, tráfico y elaboración de la droga es que transcurre este proceso, faltando algunas normas que hagan posible la industrialización de la coca o su venta al mejor postor, aunque hay quienes aseguran que mientras exista un gigante mercado para su consumo como droga será muy difícil erradicarla totalmente.
Fuente: LA PATRIA
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