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Domingo 23 de septiembre de 2012

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Revista Dominical

Alta Tierra de los Urus

23 sep 2012

Fuente: LA PATRIA

Por: Dehymar Antezana - Periodista

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Había sido un largo recorrido y la idea era llegar a un lugar que a través de los sueños idealizamos para quedarnos a vivir, solo que hasta ese momento no existía. Tras tanto peregrinar y viajar desde el viejo mundo, al fin logramos divisar a lo lejos de nuestro caminar una planicie con características interesantes.

Solo que al llegar al territorio soñado, fuimos testigos de uno de los episodios épicos jamás observados; una comunidad denominada Uru Uru, era sometida por cuatro plagas, un lagarto, un sapo, una víbora y millones de hormigas que fueron enviadas por el semidiós Huari, trataban de hacer escarnio de los inocentes.

Sin embargo, la imagen colosal de una Ñusta apareció del cielo y con su espada logró controlar las plagas y hacer que Huari escape al interior de las montañas. Los urus agradecidos decidieron hacer mofa de Huari y disfrazarse de diablos para rendir pleitesía a la misteriosa Santa mujer, que más tarde sería conocida como la Virgen del Socavón y que con su candela iluminaría de por vida a dicho pueblo.

Pero, nuestro camino siguió hacia las faldas del cerro Pie de Gallo, corría el año 1595, vimos cómo el presbítero Francisco de Medrano informalmente fundó el asiento de San Miguel de Uru Uru, muchos viajeros ocasionales se quedaron para explotar las ricas minas de plata. Dicha actividad se fue acrecentando y originó la petición de esos habitantes a la Audiencia de Charcas, la autorización para la fundación de una Villa.

Como nunca antes había ocurrido se tardó en el trámite porque se pidió una serie de requisitos, desde un levantamiento técnico catastral, número de habitantes y bondades del territorio, para certificar si ameritaba la fundación.

En julio de 1606, dicha audiencia envió al oidor, Manuel de Castro Castillo y Padilla, para verificar si habían las condiciones necesarias para la fundación. Tras cumplir con todos los requisitos, se dio el visto bueno y el miércoles 1 de Noviembre de 1606, Manuel de Castro Castillo y Padilla fundó la Villa de San Felipe de Austria, en honor al rey de España.

El acontecimiento fue ceremonial y todos los vecinos sentían un júbilo indescriptible, más cuando Castro Castillo y Padilla, alzó en alto el real estandarte para decir: “La mui noble i leal Villa de San Felipe de Austria, por el Rey Don Felipe, nuestro señor y sus suscessores en la Corona de Castilla León y el Perú”.

A partir de ese momento, Oruro comenzó a forjarse como un reducto pujante, todos dedicados a la actividad minera, no por algo en 1678 se establecieron 75.920 habitantes, de los cuales casi la mitad eran españoles y criollos. Con el paso de los años, los habitantes de esta zona, vimos cómo progresaban, sin embargo, se cansaban de a poco de estar sometidos al dominio español, que constantemente, cometían abusos y afectaban el bolsillo de los oriundos de la Villa con impuestos.

Uno de esos días, en 1739 caminábamos por la Plaza y tuvimos la suerte de encontrarnos con un señor, se decía era jefe de los conjurados de Oruro, cuyo nombre era Juan Bélez de Córdova, dizque descendiente de la nobleza inca, tenía entre ideales la restauración del incario pero, adaptado a la época moderna que vivía.

Una de las motivaciones que tuvo fue cuando en 1730 conoció el alzamiento de Calatayud en Cochabamba, que coincidió con las ideas revolucionarias que tenía a partir de 1725. A fines de junio de 1739 nos invitó a participar de una de esas reuniones conspirativas, donde conocimos a los cabecillas, entre ellos Pachacnina, Terceros, Arce, Agudo, Castro y otros. Qué suerte la nuestra porque Bélez sacó el documento que tenía una base filosófica envidiable para su tiempo y que por razones de coyuntura la denominó como “El Manifiesto de Agravios”, que sustentaba toda la acción rebelde y fue la base de la libertad.

El golpe estaba planificado para el 8 de julio, sin embargo, como en toda historia siempre existe un traidor, para ese tiempo, Bernardo de Ojeda se llevó ese título, quien dio el aviso de la insurrección y el 4 de julio las autoridades desbaratan todo el golpe. Bélez murió en el cadalso y luego a tiro de arma el 7 de julio de 1739, fue rematado.

Tras ese episodio todo volvió a la normalidad después que la Corona tomó el control de los habitantes, pero en medio se sentía un sabor amargo de lo ocurrido, cuyo fruto de libertad germinaría recién casi al final de ese siglo.

Antes de ello, en la Villa corrió como reguero de pólvora la noticia de que se había encontrado una “ermita con la imagen de una Virgen” cerca al ingreso de un socavón, en el cerro Pie de Gallo, los mineros antes de ingresar a la mina le rendían pleitesía y con el tiempo la denominaron como “la ermita de la Virgen del Socavón”. Aunque muy cerca, ya en 1680 se erigió la capilla del Socavón de la Virgen o Candelaria.

ELECCIONES

Cada 1 de enero se llevaban en la Villa las elecciones edilicias, pero los españoles eran los que ganaban siempre los comicios. Es así que el 1 de enero de 1781, los hermanos Rodríguez deciden presentarse llevando como candidato a Jacinto el hermano mayor, pero perdió pese a que lo apoyamos.

Simultáneamente, llegaban noticias de intentos de sublevaciones desde el Bajo Perú con Túpac Amaru y el Norte de Potosí con Túpac Katari. En la Villa surgió el rumor del movimiento armado en contra de la Corona.

Era el jueves 8 de Febrero y nosotros estábamos listos para apoyar a Jacinto Rodríguez y Manuel de Herrera, los más avezados de la revolución. Un día después los dichos se hicieron más fuertes y se alertó a todo el mundo. La noche del 9 de febrero, había vigilia de ambos bandos y los soldados criollos estaban listos para actuar, fue ahí donde se encendió la chispa de la libertad, cuando se emitió la proclama del sargento Sebastián Pagador.

“En ninguna ocasión podemos mejor dar evidentes pruebas de nuestro amor a la Patria, sino en ésta. No estimemos en nada nuestras vidas, sacrifiquémoslas, gustosos en defensa de la libertad”. Sentimos ese día que fue la primera vez que se habló de formar una Patria libre del yugo español. Como corolario a dicho mensaje, la casa de español José de Endeiza fue atacada por los criollos, mestizos e indios el 10 de Febrero de 1781. El corregidor español Urrutia abandonó la ciudad rumbo a Cochabamba.

El objetivo fue alcanzado y por primera vez se tuvo un gobierno dirigido por un criollo, Jacinto Rodríguez, pero no duró mucho por la traición de los nativos que hicieron estragos en la ciudad, vimos cómo lo mataron al sargento Sebastián Pagador, cuando intentaba resguardar las Cajas Reales. Los indios siguieron ocupando por más de un mes Oruro, para luego entregarles el poder a los españoles que llegaron con nuevos ejércitos desde Cochabamba.

Los cabecillas del 10 de Febrero, fueron tomados prisiones y llevados a la cárcel en Potosí y Buenos Aires, murieron en el olvido.

VIRGEN DEL SOCAVÓN

En 1789, en la Villa se expande la noticia de la aparición de la Virgen de la Candelaria, a través de los relatos de la población con el Chiru Chiru y el Nina Nina, por lo que se instituye el culto a la Virgen y los fieles, en su mayoría mineros deciden bailar en su honor.

Las primeras fiestas fueron sencillas, pero con el tiempo alcanzaron dimensiones inimaginables que a la fecha es conocida como el mejor Carnaval del mundo, coincidente con la fiesta de carnestolendas, pero que el Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad es simbólico, devocional, tradicional y místico en todas sus facetas.

Tuvimos la oportunidad de participar en las primeras danzas que se lo hacía en forma arcaica, pero que predominaba siempre, la fe hacia la Patrona de los mineros, quien nos realiza una serie de milagros.

Las tradiciones y las revoluciones siempre estuvieron de la mano, porque ya en 1810, después que la semilla de la libertad fue sembrada el 10 de Febrero de 1781, en toda la América se sublevaron contra el yugo español. En esta parte del continente ocurrió lo mismo. Oruro, lugar estratégico, logró ese cometido recién el 6 de octubre de 1810, para aportar con un granito de arena a la libertad de este girón y lograr la tan ansiada libertad que se daría 15 años después.

Tras ver morir a tanta gente en aras de la libración, estaba listo todo para formar una República, en esa oportunidad conocimos al libertador Antonio José de Sucre, quien estuvo enamorado de Oruro, por ello, le pide al Libertador Simón Bolívar que la Alta Tierra de los Urus sea la sede para la fundación. Sin embargo, en Bolívar había un recelo, porque no quería fundar un nuevo país, pensó en concretar su proyecto de la Gran Colombia, situación que no se dio.

Sucre estaba convencido de hacer una Patria distinta a las que ya se habían erigido en Sudamérica, pero esa intención de fundar Bolivia en Oruro, se frustró porque los leguleyos chuquisaqueños, viejitos y espantados por el frío de junio, le pidieron a Bolívar que cambie la sede y sea Chuquisaca la nominada.

Hablamos con Sucre, quien quedó decepcionado por dicha situación, sin embargo, nos manifestó que siempre creyó en Oruro, porque fue aquí donde germinó la semilla de la libertad.

Y cómo es la ironía del destino, porque fuimos testigos mudos de la fundación de Bolivia, Oruro no nació con la nueva República, pese a haber dado todo de nosotros, en fin, tuvimos que esperar más de un año, para que durante el gobierno del Mariscal Sucre, se erija mediante decreto, la creación del departamento de Oruro, el 5 de septiembre de 1826.

A partir de ese momento, los orureños fuimos testigos de una serie de episodios políticos, históricos, traiciones, muertes y acciones militares, alzamientos populares, que contabilizaron como 14.

Algunas de ellas reflejadas en el primer periódico de Oruro, bautizado como el “Amigo del pueblo” del cual era periodista Marcos Beltrán Ávila en 1839. Tras de ese impreso vinieron otros como “El Republicano” (1849), “El Porvenir” (1852), posteriormente se editaron más de 40 periódicos con distintos nombres, entre algunos mencionamos “El Correo del Carnaval”, “El Corneta Pistón”, “La Opinión” (1861), la primera “La Patria” (1870), “El Heraldo Constitucional” (1863). “El Mosquito”, “El Eco de Oruro”, “El Republicano” y otros.

Entre esos hechos históricos destacamos cómo el 7 de noviembre de 1851, y tras una orden del presidente Manuel Isidoro Belzu, en la colina del Conchupata se izó por primera vez nuestra tricolor nacional, que según el General, se inspiró en los colores del arco iris, cuando llegaba a Oruro. Fue un día emotivo y no nos cansamos de ver flamear nuestro símbolo nacional.

Belzu quiso mucho a esta región, no solo por ese mensaje de la naturaleza, sino porque llamó a Oruro, como el “Primer pueblo salvador de las instituciones”, porque fue aquí donde se pudo controlar una rebelión en su contra.

También fuimos testigos, el 1 de enero de 1880, de la asunción del General Narciso Campero como presidente de Bolivia y lo asumía en Oruro, tras la caída de Hilarión Daza, quien no supo enfrentar la Guerra con Chile.

PROGRESO

Los orureños siempre estuvimos orgullosos de lo que tuvimos hace tiempo, y quizás ahora lo manifestamos con nostalgia, cuando vimos ingresar el primer ferrocarril a la Plaza 10 de Febrero, era un día de fiesta, pero de fondo también había incredulidad y envidia, porque muchos pensamos que con el tren Chile nos invadiría nuevamente. Nuestro presidente, Aniceto Arce se arriesgó y el 15 de mayo de 1892 disfrutamos del ruido de las locomotoras un poco después del mediodía.

Oruro asimismo, fue escenario de las deliberaciones del Congreso Nacional en ocho oportunidades durante el siglo XIX, al mismo tiempo se rompió el esquema de una ciudad frígida y se hicieron las primeras plantaciones de vegetación, que hasta nuestros días uno que otro árbol permanece de pie.

Esta región fue pujante gracias a la minería, lo sigue siendo pero ya no con esa intensidad de la década del 40 del siglo pasado, cuando los barones del estaño, Hochschild, Patiño y Aramayo se catapultaron en lo más alto de la economía nacional.

LA PATRIA

Otro hecho memorable, fue la fundación del periódico “LA PATRIA”, era el 19 de marzo de 1919, muy temprano decidimos como de costumbre ir a la Plaza, allí se había formado un tumulto de gente tras conocer la noticia desde Estados Unidos, cuando el presidente Wilson dijo a la Asamblea de la Liga de Naciones, que los territorios que fueron perdidos a través de la Guerra serían devueltos, y todos soñamos con volver al mar.

Se hizo una gran manifestación y durante el mitin, don Demetrio Canelas en efusivo discurso dispuso la fundación de un nuevo diario para sustentar el propósito del presidente norteamericano, allí la población orureña gritó “LA PATRIA” y fue así que quedó bautizado el diario, ícono del periodismo nacional.

Posteriormente, la vida de Oruro tras la guerra del Chaco, fue complicada, porque prácticamente la actividad minera fue el sostén del país, y esta región dio más de lo que debía, incluso para el surgimiento de otras regiones, cuando los presidentes oriundos de otros departamentos, aprovecharon esa riqueza para el progreso de sus tierras de origen. Como el dictador Banzer favoreció durante su gobierno a Santa Cruz.

Al margen de esos episodios negativos, los orureños vimos con agrado cómo logramos gracias a nuestro Carnaval, una serie de nominaciones, una de ellas fue lograr el título de Capital del Folklore de Bolivia, propuesta el 6 de marzo de 1965, a iniciativa del Comité de Etnografía y Folklore que era presidido por Néstor Taboada. Recién el 5 de febrero de 1970 se logra ese título durante el gobierno de Alfredo Ovando Candia.

Casi tres décadas después se logra el 18 de mayo de 2001, tras un arduo trabajo de postulación realizada por la Asociación de Conjuntos del Folklore de Oruro (ACFO), entidades gubernamentales y locales, que agrupó a una serie de personajes orureños entendidos en la materia folklórica y cultural, que su Carnaval sea nominado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad”.

La riqueza de Oruro no solo estuvo centrada en la minería, sino también en la producción agrícola, ganadera, artesanal, microempresarial y gastronómica. Por eso cada vez que tenemos tiempo, siempre paseamos por sus diferentes mercados para servirnos el riquísimo api con pasteles y helados de canela del Fermín López, los chorizos de la Ranchería, los suculentos platos de cordero del Nayjama o Bom Bar. O simplemente caminar por sus calles que en sus alturas esconden una serie de legados arquitectónicos de la época republicana que nos hacen sentir orgullosos de ser orureños.

Desde nuestra llegada a esta capital antes de 1590, seguimos vivos y contentos de seguir caminando, vivir unos años más hasta ver a esta tierra bendita resurgir como el Ave Fénix y ser el poder de los brazos de Bolivia, para que más adelante sea un país orgulloso de tener en su seno a esta tierra bendita, la Alta Tierra de los Urus.

Fuente: LA PATRIA
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