Viernes 21 de septiembre de 2012
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Editorial y opiniones
Los sacrificios de animales, una tradición eclesiástica
21 sep 2012
Por: Maximiliano Corradi
Está por darse un nuevo paso evolutivo parecido al de la superación del canibalismo, la esclavitud o la represión del sexo femenino. Fue siempre la tradición la que justificó la barbarie imperante en un momento determinado; pero ésta duró sólo el tiempo en que fueron aceptadas las “anteojeras” éticas acopladas a ella.
Las “anteojeras”, es el motivo de la barbarie contra los animales y se debe ante todo a la Biblia y a las enseñanzas de la iglesia. Las primeras páginas del Antiguo Testamento dejan entrever que los hombres de los primeros tiempos vivían de forma vegetariana. Dios no les aconsejó como alimento la carne de otras criaturas, sino plantas y frutos (Gén 1,29). Pero poco después anuncia la misma Biblia un mensaje funesto y cruel: “Infundiréis temor y miedo a todos los animales de la Tierra, y a todas las aves del cielo...; quedan a vuestra disposición. Todo lo que se mueve y tiene vida os servirá de alimento”. (Gén 9,2/3).
Aparentemente esto fue dicho por Dios, pero sabemos que la Biblia se hizo en un proceso de siglos, en los cuales sacerdotes y cortesanos plasmaron tradiciones e ideas propias. Más tarde una selección de estos escritos fue “canonizada”, declarándose la “Sagrada Escritura”. La tradición proveniente del paganismo consideró adecuado presentar a los hombres un dios sangriento, que exigía innumerables sacrificios de animales. Sin embargo Dios, que es el Dios del amor, no es el dios de las iglesias.