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Domingo 16 de septiembre de 2012

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Cultural El Duende

Una nueva obra de Josep M. Barnadas

16 sep 2012

Fuente: LA PATRIA

El académico de la Lengua, Alfonso Gamarra Durana, comenta la obra autoconmemorativa del historiador boliviano nacido en Cataluña, Dr. Josep M. Barnadas: “Una biblioteca singular y otros escritos sobre libros”

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Primera de dos partes

El doctor Josep M. Barnadas es una entidad cultural en el país y en otras naciones. Cada nueva publicación suya despierta la consideración en esas regiones. Por eso nos interesa deducir el contenido de su último libro Una biblioteca singular… y otros escritos sobre libros.

Me adelanto al decir que en él se aprende poco del autor, pero lo curioso es que en todas las páginas se retrata la fisonomía del libro en general y de las circunstancias donde se encuentra el colectivo de éste, y las cualidades de algunos volúmenes extraordinarios de acuerdo a los intereses, curiosidades o necesidades del propietario. Desde el comienzo éste quiere mostrar las singularidades de las colecciones de libros, sea en bibliotecas grandes o en las privadas, y, por supuesto, en la altamente considerable suya.

Señala que desde unos cincuenta años ha venido cumpliendo su faena de perseguir y reunir libros. Fue en Quito, donde estudiaba Humanidades, que recibió la “bendición bibliográfica” en forma de algunos volúmenes obsequiados por distinguidos intelectuales de ese país. Desde entonces ha acogido aportes generosos de otros y provenientes de distintos países. En Sevilla, Cataluña, Andalucía, Madrid, aceptó regalos de impresos y de valiosos documentos correspondientes a anticuarios, y por lo tanto, piezas valiosas de una antigüedad relativa. Barnadas ha ido “compatibilizando las residencias europea y boliviana” desde los años setenta hasta la mitad de los noventa, lo que le ha permitido incrementar notablemente el volumen de su biblioteca.

Durante sus viajes visitaba anticuarios y la mar de librerías; seleccionaba los libros primero en su mente, después en el fondo de su corazón, y después en las estanterías propias. No se puede indicar altibajos en las épocas de adquisición de libros, sino en la posibilidad de hacer hallazgos de valor histórico y de interés indispensable para los estudios emprendidos por él. Gran parte de su existencia ha transcurrido estando él de pie, gracias a la columna vertebral y a unas piernas inclaudicables buscando, en la casualidad y la suerte, libros u otros escritos apretados entre los materiales usados, sean apilados en fardos, a nivel del suelo, delante de ventanales incómodos, que igualmente se presentan a un paso del correo en Cochabamba, en lugares retirados de La Paz, Paris, Viena, Málaga, dónde sea.

Constituyen anécdotas atrayentes cuando relata la aproximación de personas insistentes que le ofrecían en venta libros antiguos, que después de regateos en los precios, pasaban a incorporarse a su selecta biblioteca. Al otro extremo, cuando encontraba personajes generosos, inquietos y amantes de la lectura, que le proporcionaban lotes, que sólo un rarísimo destino determinaba que llegasen a sus manos, según él mismo refiere. Historias de libros y folletería que salvaban su existencia en inconcebibles trances de escapatoria de los centros de acopio de papel para reciclar hacia el papel higiénico, y que llegaban allí por el hurto de algunos individuos de grandes y meritorias instituciones que, por descuido o ignorancia, determinaban la eliminación de esos genios de papel, que todavía cumplirían un rol en la cultura, cuando un coleccionista desenfrenado daba su tiempo y su afán para reconquistar volúmenes bolivianos de mucho valor.

Estudiar los textos

Indudablemente que el núcleo de interés de su biblioteca está en la historia boliviana; junto a temas de una “amplia zona geográfica y temática circundantes de países vecinos” y obras mundiales de alcance latinoamericano. Los títulos se han ido juntando por medio de recursos obvios y también los increíbles. Pero el afán no se reducía a estudiar los textos sino que obstinadamente pasaban a comentar, calificar y analizar los aportes de los historiadores, lo que se plasmaba en enjuiciamientos (palabra que pongo con énfasis literal), conclusiones y opiniones, que entraban a formar parte de un entramado ensayístico, y que se publicó en numerosas revistas nacionales y, plausiblemente, en la revista Historia Boliviana, que en letra menuda y formato constreñido, abarcaba sin egoísmos el ámbito de conocimientos históricos al respecto, llenando los vacíos del pasado, y avanzando hacia las épocas virreinales y republicanas, conocimientos que, luego, se ampliaron por la publicación más dilatada de obras.

Dentro de lo singular de esta biblioteca se cuenta la acumulación de las fuentes históricas o sea de aquellos textos nacidos casi contemporáneamente con los sucesos y que han quedado como evidencias oficiales, declaraciones adyacentes y actas documentales, que necesariamente han ido a parar a los grandes archivos nacionales. “Quien se ocupa de los siglos coloniales, resulta impensable que pueda prescindir de las fuentes”, a las que les concede el valor de utilidad gigantesca el historiador Barnadas.

Entre las secciones temáticas se encuentra todo lo importante de la Historia universal de la Iglesia, la que no ha dejado de crecer en los últimos cuarenta años, por el elevado interés personal puesto, y por el significado mundial que representan en la historia europea, latinoamericana, andina y boliviana. Hay especificación clara del carácter eclesiástico de los trabajos escritos de este autor.

En el libro Una biblioteca singular… y otros escritos sobre libros sucede lo contrario de la generalidad de narraciones, donde el protagonista se vale de los objetos y cosas para describir su vida misma. Si queremos buscar a Barnadas llegamos a entroncar nuestro conocimiento con los libros, que acaban siendo los actores resonantes en los escenarios. Gran parte del texto está dirigido a pesquisar libros en la pampa de San Antonio, de Cochabamba, donde se buscaba herramientas para el jeep o las provisiones alimentarias, y eran los volúmenes que afloraban sus cabezas desesperadas en busca de lector inteligente.

Cuenta también las visitas asiduas a ese lugar, compulsivamente, el sistema de regateos, la estrategia del hambre para conseguir que el vendedor acepte el precio ofrecido, el imán que la mano del comprador debe tener para mover ejemplares baladíes y hallar impredeciblemente el golpe de suerte, tener “la pizca de olfato de las coordenadas básicas de la joven bibliografía republicana para poder afirmar el encuentro de uno de los productos más antiguos de una imprenta instalada en la Villa Imperial”, anotada como ejemplar “rarísimo” por Gabriel René-Moreno; tener la cantidad adecuada “de fortuna para hacerse de una pieza de la paleotipografía boliviana”; contar con el bastante buen estado físico para doblarse sobre la lijlla puesta en el suelo para exponer libros, o tener la mente tan tesada para no caer en los desvíos propios de cualquier tipo de adicción.

Algún individuo ha definido que juntar cientos de libros es una bibliomanía –trastorno obsesivo-compulsivo que consiste en coleccionar impresos– como si esto estuviera asentado en un lugar de la mente; pero eso sería aceptable cuando se hace sin un fin y sin propósito de lectura en profundidad o de enseñanza. Si la bibliofilia es tener pasión por los libros especialmente los raros y curiosos, podría aplicarse también a los libros que solamente pueden ser entendidos por los estudiosos y que se refieren a aspectos superespecializados, como nos indica Barnadas en sus líneas, y que sería ocasionado por el incremento de la pasión intelectual y que afecta los contenidos de la historia o de la ciencia para enfrentarse a la realidad. El comportamiento del bibliómano no está en el que dirán, sino en los trucos y el gasto monetario para las adquisiciones de obras, tener fe inquebrantable para seguir las huellas, siempre dominado por el supuesto de que la obtención del libro maravilloso es digna del mayor empeño. El secreto de estos logros está en volverse un objeto rodante que conoce la meta a alcanzar.

Continuará

Fuente: LA PATRIA
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