Domingo 16 de septiembre de 2012
ver hoy
El valor de la sobriedad nos ayuda a darle a las cosas su justo valor y a manejar adecuadamente nuestros apetitos, estableciendo en todo momento un límite entre lo razonable y lo inmoderado.
¿Has pensado en cómo influye el ambiente en tu persona? Aunque no podemos culpar del todo a la publicidad, es ella quien transmite una idea falsa de felicidad; en toda reunión de amigos debe haber determinada bebida para estar alegres; al comprar cierto tipo de auto adquieres presencia y personalidad; si vistes con determinada marca de ropa demuestras actualidad; ser conocedor de restaurantes y platillos exóticos te hace hombre de mundo; utilizar cremas, lociones y tratamientos para cuidar tu figura, te dará belleza... Y así, todo un conjunto de elementos que caracterizan a una sociedad consumista preocupada por la apariencia de la persona.
El problema no es la comercialización de los productos, sino la forma en que nos vemos afectados. Por tanto, damos por cierto que la felicidad está en todo aquello que cultiva nuestra vanidad, orgullo y nos da satisfacciones, entonces, no es extraño que estemos bajo el influjo de agentes externos. La sobriedad nos ayuda a saber comprar sólo lo verdaderamente necesario, indispensable y de utilidad; por el contrario, aprendemos a obtener el máximo uso y provecho de todo lo que tenemos, sin dejar de lado las cosas prácticamente nuevas y sin utilizar.